Leticia Núñez (ALN).- Latinoamérica sigue siendo mayoritariamente católica, pero también es evangélica. Al tiempo que suman fieles, las iglesias evangélicas ganan presencia en política. Están dando un nuevo impulso y nuevos votantes a las causas conservadoras. De hecho, en Costa Rica, el cantante evangélico Fabricio Alvarado peleará por la Presidencia el próximo 1 de abril. También en Venezuela y Brasil concurrirán candidatos protestantes.
Uno de cada cuatro nicaragüenses, uno de cada cinco brasileños y uno de cada siete venezolanos ya no son católicos. Según un estudio elaborado por el Pew Research Center, los evangélicos constituyen casi 20% de la población de América Latina. Crecen en una zona donde la Iglesia católica tuvo prácticamente el monopolio de la religión hasta la década de los 80. Pero eso está cambiando. De hecho, en países como Guatemala los evangélicos están cerca de ser la mayoría.
El auge de las iglesias evangélicas protestantes no se limita al culto. Han irrumpido como un nuevo actor en el escenario político. En Costa Rica, por ejemplo, la exacerbada defensa de los valores cristianos y de la familia tradicional pisó la arena política como nunca antes. Tanto, que el próximo 1 de abril el cantante evangélico Fabricio Alvarado aspira a ganar la segunda vuelta electoral y convertirse en presidente del país.
Actualmente Guatemala tiene un mandatario evangélico, Jimmy Morales. En Colombia, el plebiscito sobre el acuerdo de paz con las FARC, en el que ganó el ‘no’, estuvo influido por la campaña a favor del ‘no’ que hicieron las iglesias protestantes. Las encuestas también ubican al evangelista Jair Bolsonaro entre las preferencias de los brasileños, que elegirán al sustituto de Michel Temer en octubre. Y en Venezuela, aunque con mínimas opciones, también concurre a los comicios del 20 de mayo el pastor evangélico y empresario Javier Bertucci, líder de la Iglesia Cristiana Maranatha.
“Quienes profesan el culto evangélico son muy disciplinados y la voz de sus pastores es una referencia, incluso para votar”
La campaña en Costa Rica transcurría con cierta normalidad. Pero el pasado 9 de enero cambió el rumbo. Ese día la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió un fallo que obliga a los países miembros a reconocer derechos plenos a las parejas del mismo sexo. La noticia cayó como una bomba. Puso la campaña patas arriba y opacó por completo otros temas como la crisis fiscal y el aumento de la violencia. En menos de dos semanas, el candidato del Partido Restauración Nacional (PRN) disparó su popularidad. El PRN también está presente en Perú, donde en las últimas elecciones consiguió un diputado de 130 en el Congreso.
La historia de Fabricio Alvarado es la de una vida vinculada a la Iglesia de la Prosperidad, donde es predicador. Se opone a la fertilización in vitro, la educación sexual, el aborto terapéutico y la unión civil de personas del mismo sexo. Defiende que la homosexualidad es promovida por el diablo. Unos mensajes que ha trasladado a la campaña electoral liderando un partido monotemático sobre Dios.
“Esta situación retrata adecuadamente sus objetivos y limitaciones. Su agenda política se centra en la defensa de los valores familiares, básicamente oposición al aborto, al matrimonio igualitario, al divorcio y a la eutanasia. Sin embargo, no suelen pronunciarse sobre otras cuestiones centrales de la gestión estatal, como la economía o las relaciones internacionales”, sostiene Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano sobre América Latina, acerca de la presencia de pastores evangélicos en la política.
Pero, ¿cómo ha llegado Costa Rica, un país de larga tradición democrática, a tener como opción electoral a una iglesia evangelista convertida en partido político? El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) tiene una parte de responsabilidad, según el filósofo y teólogo Arnaldo Mora. En declaraciones a Nueva Sociedad, sostiene que “su falta de rigurosidad para hacer cumplir la ley electoral permitió que pastores y predicadores participaran en elecciones anteriores. Se consolidaron en 2014 con la elección de cuatro diputados evangelistas y en 2018 son una de las dos fuerzas con mayor caudal electoral”.
Fabricio Alvarado se opone a la fertilización in vitro, la educación sexual y al aborto terapéutico
Según Mora, el TSE “tenía que parar desde el principio a las iglesias y hacer cumplir las prohibiciones que establecen el artículo 28 de la Constitución Política y el 136 del Código Electoral”. Dichos artículos prohíben la propaganda política de cualquier tipo “invocando motivos de religión o valiéndose, como medio, de creencias religiosas”. Y pese a ello, el teólogo asegura que “en miles de pequeñas capillas y templos religiosos, los pastores han obligado a los fieles a ir a votar”.
En este sentido, Carlos Malamud destaca que quienes profesan el culto evangélico “son muy disciplinados” y “la voz de sus pastores es una referencia, incluso para votar”.
Llegados a este punto, cabe preguntarse por las razones que llevaron a muchos católicos a convertirse al protestantismo. Según la encuesta del Pew Research Center, realizada a 30.000 ciudadanos de América Latina, el motivo esgrimido con más frecuencia fue que buscaban una conexión más personal con Dios (81%). Otros también dijeron que se hicieron protestantes porque querían un estilo de culto diferente y una iglesia que ayudara más a sus miembros (69%). Y hubo quienes señalaron problemas familiares o de salud (20%), y en menor medida, poder casarse con alguien no católico (9%).
“Desprestigio de los políticos”
La llegada de pastores evangélicos a la contienda política también se produce, según Malamud, por “el desprestigio creciente de los políticos y de los partidos, lo que ha permitido la emergencia de nuevas opciones, escasamente articuladas”, tal como señala en un artículo publicado en El Heraldo de México.
Ahí está el caso de Bolsonaro en Brasil, un país afectado severamente por la corrupción. Tanto Dilma Rousseff, quien fue destituida tras un impeachment, como Michel Temer y Lula da Silva están o han estado en el punto de mira de la Justicia. De hecho, Lula ha sido condenado a 12 años de cárcel por corrupción.
El exmilitar, de 62 años y con una discreta carrera de diputado, asegura que los homosexuales son fruto de las drogas y dice que quiere prohibir el voto de los analfabetos. Las encuestas le sitúan en segundo lugar, con alrededor de 20% en intención de voto.
En Venezuela, Nicolás Maduro también tendrá a un rival evangélico el 20 de mayo. Es Javier Bertucci, quien concurre con el apoyo del Movimiento Esperanza por el Cambio. Lidera la Asociación Civil El Evangelio Cambia, dedicada al proselitismo religioso y las labores caritativas. La organización ha realizado a lo largo de los últimos años diversos actos donde se reflejaba una buena relación con el régimen chavista. No es la única. Tras el fallecimiento de Hugo Chávez, el principal partido evangélico venezolano, la Organización Renovadora Auténtica (ORA), fundado en 1987, apoyó a Nicolás Maduro.
Sea como fuere, la política latinoamericana cuenta con un nuevo actor: las iglesias evangélicas.