(EFE).- Burkina Faso, uno de los veinte países más pobres del mundo, se ha convertido en un gran productor africano de fresas, el llamado «oro rojo», que da sustento a miles de familias y aporta divisas a la economía nacional.
Conocido más en la prensa internacional por estar dirigido por una junta militar golpista y ser blanco de la violencia yihadista, Burkina Faso es también el principal productor y exportador de fresas de África occidental.
A primera hora de la mañana, el sol ya brilla sobre la capital burkinesa, Uagadugú, donde el «oro rojo» da sus frutos económicos.
En Boulmiougou, un barrio situado en el extremo oeste de la ciudad, Noufou Ouédraogo cuida su huerta. Todo a su alrededor es verde, en contraste con la actual estación seca en la región del Sahel, a la que pertenece el país.
Con la azada en la mano, revisa su hectárea cultivada de fresas. Exconductor que viajó por los países de la región, Ouédraogo lo dejó todo para dedicarse al cultivo de esta fruta.
«Aquí soy mi propio jefe. Me di cuenta de que cultivar fresas es muy beneficioso. Si invierto 500.000 francos CFA (unos 762 euros), puedo obtener 2.000.000 o 2.500.000 francos CFA (unos 3.049 o 3.811 euros) por temporada», explica a EFE con aire feliz el joven agricultor.
Unos 1.200 productores
En el mismo barrio, la agricultora Aminata Sampébré acaba de recoger fresas: 21 kilogramos en una mañana, que ha pesado minuciosamente con una balanza, para entregárselos a los vendedores que llevarán el producto al mercado.
«Este año la producción es buena. Es cierto que la actividad es muy exigente, pero cuando llega el momento de cosechar, olvidamos los momentos difíciles», comenta a EFE Sampébré, dueña de un huerto de media hectárea.
Al igual que Ouédraogo y Sampébré, hay alrededor de 1.200 productores de fresas en Burkina Faso registrados en el Programa de Apoyo al Emprendimiento Agrícola (PAPEA).
Se distribuyen principalmente en la región Central, como Uagadugú, pero también en otras localidades del país, como en el oeste (Bobo Dioulasso) y el centro-este (Tenkodogo).
En Uagadugú, los productores se agrupan en cooperativas. Marcel Tapsoba es el secretario general de la cooperativa Namalg bzanga, radicada en Boulmiougou.
«La gente se sorprende al saber que en Burkina Faso se producen fresas y, sin embargo, sólo nuestra cooperativa cuenta con 106 socios», revela a EFE Tapsoba.
«Nuestra producción -prosigue- está ciertamente destinada al mercado local, pero también exportamos a Costa de Marfil, Ghana, Benín y Togo».
Un sector prometedor con desafíos
La producción de fresas comienza en octubre. Y las cosechas duran cuatro meses, de enero a abril.
Según un informe del Ministerio de Agricultura consultado por EFE, la comercialización de fresas generó cerca de 3.000 millones de francos CFA (algo más de 4,5 millones de euros) durante la campaña agrícola 2022-2023 para una producción nacional estimada en 3.035,8 toneladas y una superficie sembrada de más de 68 hectáreas.
De acuerdo con el informe, Burkina Faso es el principal productor y exportador de fresas de África occidental y uno de los cinco principales países africanos productores de esta fruta, después de Marruecos, Túnez, Kenia y por delante de Senegal.
A pesar de estos buenos datos, los productores se enfrentan a varios desafíos que dificultan sus actividades.
El primer reto sigue siendo la falta de agua. En Boulmiougou, la presa de la zona está casi seca mientras marzo se acerca a su fin.
«El verdadero problema es el agua. Debido a la falta de agua, suspenderemos todas nuestras actividades hasta entonces. La presa está seca», lamenta la productora Odette Kabré.
«Hemos pedido varias veces que limpien la presa bloqueada, pero nada hasta ahora», agrega a EFE Kabré.
El otro problema es la naturaleza perecedera de las fresas, pues es una fruta que no tolera las altas temperaturas, que pueden alcanzar casi los 45 grados centígrados en marzo en las áreas cultivadas.
«Junto con nuestros socios, estamos considerando cámaras frigoríficas y unidades de procesamiento», subraya Tapsoba.
Con una ambiciosa visión de futuro, el secretario general de la cooperativa de Boulmiougou apuesta por «formar» a los trabajadores para que «puedan transformar las fresas en mermelada, zumo y, por qué no, galletas, como en Europa».
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