(EFE).- Hay dos tipos de estigma frente al trastorno mental. Por un lado el social, cuando la gente rechaza a la personas debido a esos estereotipos negativos. El otro es el autoestigma, que hace que estas personas se crean responsables de lo que las ocurre.
En este último caso la persona se autodiscrimina. Aprueba lo que otros piensan de él, asume el estereotipo. Y esa aprobación del estereotipo negativo lo que hace es que sienta más culpa, más vergüenza, lo que provoca que tenga peor adherencia al tratamiento y, por tanto, peor calidad de vida.
Creencias que se extienden «como una mancha de aceite»
Según la vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), Marina Díaz Marsá, una de ellas es que la enfermedad mental es poco frecuente.
Y ello a pesar de que en los últimos tiempos se ha evidenciado el incremento de casos de enfermedades mentales.
Los datos muestran que una de cada cuatro personas tendrá un problema de salud mental en su vida. Esto quiere decir que 450 millones de personas estarán afectadas.
Otra de las creencias erróneas es que las personas con un trastorno mental son «habitualmente imprevisibles, violentas y peligrosas», y eso a pesar de que de los aproximadamente 1.000 homicidios que hay en España, solo diez (el 1 %) se asocia a estas personas.
Son cifras que aportó Díaz Marsá durante el taller «Salud mental hoy: muros derribados y promesas pendientes», organizado por la SEPSM.
Otra de las creencias es que la persona con trastorno mental tiene quevivir en una institución, algo que es «absolutamente absurdo» porque no hay ninguna explicación para que tengan que vivir apartadas.
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Trastorno mental no son incurables
Que la enfermedad mental es incurable es otro de los mitos que ahonda en el estigma del trastorno mental. Y mito, derribado: el 80 % puede remitir y conseguir la recuperación funcional con el tratamiento adecuado.
En este sentido, la doctora Díaz Marsá señaló que es cierto que muchas personas tienen tratamiento de por vida o a largo plazo pero al igual que aquellas que tienen diabetes, hipertensión o alguna cardiopatía.
«Eso no les hace que no puedan tener una funcionalidad. Hay personas con trastorno mental que pueden ser ingenieros de telecomunicaciones, médicos o abogados o tener cualquier tipo de profesión», aclaró la psiquiatra.
No obstante, incide en que el 50 % de los enfermos mentales graves no recibe tratamiento. Son personas, explicó, que viven en la calle, o muchas veces no se acercan a los servicios de salud a recibir el tratamiento porque la propia sintomatología mental les impide tener esa capacidad.
O a veces, muchos pacientes no buscan ayuda por el estigma que, según la experta, tienen los psiquiatras.
A su juicio, la sociedad ve a estos profesionales como «personas que van a dar unos tratamientos que duermen, que crean adicción y tienen unas prácticas casi psicopáticas», cuando, lógicamente, no es así.