(EFE).- Las enfermedades del hígado son el segundo motivo de años perdidos de vida laboral más frecuente en Europa, sólo por detrás de la cardiopatía isquémica, según un estudio impulsado por la Sociedad Europea para el Estudio del Hígado (EASL) y la revista The Lancet. Este análisis, realizado por una comisión de expertos de 18 países, y en el que ha participado la Clínica Universidad de Navarra (CUN), perseguía conocer el estado actual de estas dolencias y generar recomendaciones que cambien su impacto en los pacientes, en el sistema sanitario y en la sociedad.
«Una de las conclusiones más novedosas ha sido comprobar la afectación laboral que tienen las enfermedades hepáticas, ya que, teniendo una incidencia menor que otras enfermedades, afecta grandemente a las personas en edad de trabajar», explica el doctor Bruno Sangro, director de la Unidad de Hepatología de la CUN e investigador del CIBEREHD, y encargado del grupo de cáncer dentro de la comisión. El facultativo es uno de los tres expertos del Estado de la comisión, junto con los doctores Pere Ginés (Hospital Clínic de Barcelona) y María Buti (Hospital Vall d’Hebron).
Esta comisión internacional, según indica la CUN en una nota de prensa, ha establecido una guía de recomendaciones para instar a las administraciones públicas, los médicos y la sociedad en general a mejorar estos datos y promover la concienciación por un hígado sano. Unos resultados que han sido publicados en la revista científica The Lancet, y que se han presentado este jueves en Bruselas, en un acto que ha contado con la participación de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
PREVENCIÓN Y DIAGNÓSTICO PRECOZ
La cirrosis y el cáncer de hígado son las enfermedades más temidas, sin embargo, son consecuencia de enfermedades hepáticas crónicas que comienzan varios años antes. «En general, el foco está puesto en las enfermedades graves, pero antes de llegar a ellas hay una historia clínica sobre la que podemos intervenir eficazmente para evitar su progresión», apunta el doctor Sangro.
En términos de salud pública, las principales medidas de prevención para que el hígado no enferme son la erradicación de las hepatitis virales C y B, reducir el consumo de alcohol y actuar contra la epidemia de obesidad. El especialista señala que «sin embargo, son pocos los programas de cribado y vacunación frente a la hepatitis y los costes de los fármacos antivirales son elevados, además de que Europa sigue teniendo la tasa de consumo de alcohol más alta del mundo, y una alta tasa de consumo de comida ultra-procesada».
Como indica, tan importante son estas pautas para el largo plazo, como el diagnóstico precoz en el medio plazo. «Hay que identificar a las personas que ya tienen una enfermedad hepática, cuyo hígado ya no es sano, aunque todavía no hayan desarrollado una cirrosis descompensada ni un cáncer, ya que en la mayoría de los casos se puede evitar su progresión. Para ello, hay datos en los análisis de sangre que permiten intuir el problema y pruebas muy sencillas para confirmarlo, pero la sospecha debe venir de los antecedentes y hábitos y de unos simples análisis de sangre», advierte.
La distancia entre la asistencia primaria y la especializada, así como las diferencias entre médicos en la forma de afrontar el manejo de las posibles dolencias lleva a retrasos en el diagnóstico, tanto de las enfermedades comunes como de las más raras, y tanto en España como en el conjunto de Europa.
HAY QUE CUIDAR Y VIGILAR NUESTRO HÍGADO
El hígado no duele y tiene una gran reserva funcional por lo que, en fases tempranas de cualquier enfermedad del hígado, el paciente se siente sano. En esta línea, una de las recomendaciones de los científicos se dirige a la concienciación de la sociedad por cuidar y vigilar nuestro hígado, al igual que se hace con el azúcar o colesterol. Para ello, ven fundamental eliminar el estigma presente alrededor de las enfermedades hepáticas.
«El estigma tiene un gran impacto en las enfermedades hepáticas en Europa y produce discriminación, dificulta que se busque ayuda médica y reduce la adjudicación de recursos. Hay una conciencia generalizada de que las enfermedades del hígado ocurren porque llevas una mala vida y el paciente teme que piensen de él que es un alcohólico o cosas peores, lo que dificulta abordarlas de forma abierta. Por eso, reconocer ese estigma, estudiar sus causas y combatirlo es muy importante», asegura el doctor Bruno Sangro.
«Además, no todo el alcohol es malo, ni hace falta emborracharse para desarrollar una enfermedad hepática. Hay una relación entre cantidad y sensibilidad, que no para todos va a ser igual. Y, por encima de todo, muchas enfermedades hepáticas no tienen nada que ver con el alcohol», concluye.