Por Juan Carlos Zapata (ALN).- El caso es que Venezuela puede verse implicada en una escalada de violencia. Por una parte, el régimen de Nicolás Maduro sostiene grupos armados y mantiene alianzas con grupos colombianos como el ELN o los disidentes de las FARC. Por la otra, grupos autónomos del núcleo opositor organizan operaciones como esta última fallida incursión, y, por último, un estudio refleja una clara tendencia de que cada vez hay más venezolanos dispuestos a apoyar una solución armada para echar a Maduro del poder.
La guerrilla en Venezuela -inspirada en Cuba y el castrismo- se acogió a la pacificación en los años 70. Quedaron algunos grupos trabajando en la clandestinidad que terminaron por disolverse en los años 80 del siglo XX. Por más de tres décadas, la violencia política fue un episodio sepultado en Venezuela mientras seguía en Colombia, aparecía en Perú, continuaba en Centroamérica, se asomaba en México, en Chile, en Uruguay en Argentina. Venezuela era la excepcionalidad en la región. Después llegó el chavismo al poder. Y desde 1999 a esta parte, el país transita una línea roja de riesgo.
Ahora las encuestas lo señalan. Al menos un estudio que permanece en secreto, o es del conocimiento muy discreto por parte de analistas y de algunas instituciones reputadas tanto a nivel nacional como internacional. El estudio ha vuelto a formar parte de una exposición en estos días, a propósito de la fallida operación que intentaba ponerle la mano a Nicolás Maduro y sacarlo del país, una vez echado del poder. La operación, bautizada como Gedeón, tenía esos elementos de invasión, mar y costas, que a algunos les recordó Bahía de Cochinos en Cuba y a otros Machurucuto, un desembarco en las costas venezolanas de un grupo integrado por guerrilleros de Cuba y Venezuela. La operación echó a volar imágenes de mercenarios y aventureros, por un lado, y de guerrilleros, por el otro.
La operación recordó, también, que con Hugo Chávez se hizo evidente el apoyo a la guerrilla colombiana. Que con Chávez nacieron los llamados colectivos, grupos armados, paramilitares, armados por el régimen y tolerados por la Fuerza Armada. Apareció inclusive en los llanos de Apure una guerrilla, la Fuerza Bolivariana de Liberación, FBL, con pretensiones de hacerse nacional, y disputarle espacios al ELN y las FARC en el sur del país. De hecho, durante varios años, varios pueblos del estado fronterizo de Apure, fueron teatro de crueles enfrentamientos que dejaron decenas de muertos, secuestros, y la secuela de crimen organizado. La operación Gedeón recuerda que con Maduro siguen activos los grupos paramilitares, y sigue la alianza del régimen con el ELN y lo que ahora se llama la disidencia de las FARC, aunque la FBL ha desaparecido de escena.
La violencia en el régimen de Maduro mata e infunde más terror que el coronavirus
Pero hay que destacar dos aspectos:
Primero, que el chavismo ha sido un movimiento que ha reivindicado la violencia como vía para la toma del poder. Desde el golpe de Estado hasta la guerrilla y los grupos violentos de diversa especie. Chávez hablaba de una revolución pacífica y al mismo tiempo estimulaba la violencia, siempre colocándose como árbitro y sostén de la estabilidad. Cabría interpretarlo como una forma de chantaje. Con Maduro sigue la reivindicación de la violencia, el uso de la violencia, incluso derivada hacia el terror y la represión.
Segundo, que la oposición, tanto la dirigencia como los partidos políticos, han preferido la opción democrática, las opciones electorales, y hasta el diálogo y la negociación, a sabiendas de que el régimen solo se sienta a la mesa cuando le conviene ganar tiempo y jamás con el propósito sano de acordar una solución a la crisis.
El país y los números de las encuestas
El escenario es el de un país en crisis. Polarizado. Que no encuentra vías de negociación y diálogo para la solución de la crisis. Del lado del chavismo se señala que primero muertos antes que entregar el poder. Que Maduro no claudica. Que el poder no se negocia. Y que la oposición no volverá al poder.
Ahora las encuestas lo señalan. Al menos un estudio que permanece en secreto, o es del conocimiento muy discreto por parte de analistas y de algunas instituciones reputadas tanto a nivel nacional como internacional. El estudio ha vuelto a formar parte de una exposición en estos días, a propósito de la fallida operación que intentaba ponerle la mano a Nicolás Maduro.
Del lado de la oposición, hay factores que no aceptan ni tregua, ni mediaciones, ni negociaciones con el régimen. La postura es de arrasar con el chavismo. Si faltara poco, hace tiempo que se espera, y se clama por una intervención militar. Y es por ello que hay sectores y factores que aplauden y enaltecen la operación Gedeón, y siguen recordando al masacrado Oscar Pérez que el año pasado se alzó en armas contra el régimen.
El escenario, en efecto, es el de un país en crisis y polarizado pero, incluso, cada vez más inclinado a que la solución no es negociar sino la vía armada. ¿Cuál? ¿La invasión militar de los Estados Unidos? ¿Una incursión como la reciente? ¿O una lucha armada prolongada?
El estudio revela una tendencia creciente. Que comenzó en un 5% y ahora ha subido a un 18,1%. Es decir, que la solución para sacar a Maduro del poder, es “armarse para luchar”. Pero no solo esto. El estudio también refleja que un 17% está dispuesto a asumir “todos los riesgos” en la lucha. Este segundo segmento no refiere de manera específica a armarse, pero puede inferirse que algún porcentaje de ese 17% estaría dispuesto a optar por las armas.
De esa manera, el segmento de los que se inclinan por la lucha armada, pongamos, podría alcanzar un 20 o un poco más de 20%, que es un nivel parecido al segmento de los que están dispuestos a adaptarse a la situación de crisis de Venezuela: 21,9%.
Cabe destacar que al sumarse el 18,1% de los que quieren armarse y el 17% de los que quieren luchar asumiendo todos los riesgos, forman un universo mayor que los que quiere luchar sin correr muchos riesgos, 30,1%.
E inclusive mayor de quienes estarían dispuestos a votar en unas elecciones parlamentarias o presidenciales.