Rafael Alba (ALN).- Madonna, Katy Perry y Alicia Keys son las últimas artistas en sumarse a una tendencia que inauguró Beyoncé, y en la que también figuran estrellas masculinas como Drake o Justin Bieber. El puertorriqueño Ozuna es el líder absoluto por visionados en la plataforma de streaming de vídeos de YouTube.
Empecemos por el principio. Aunque probablemente ustedes ya están más que hartos de leerlo, a los plumillas siempre nos gusta recordar el origen de las epidemias globales. Presumir de que estamos al tanto del epicentro de cualquier terremoto. Incluso cuando, como en este caso, la explosión ha producido, de momento, más beneficios que daños. Pues sí, amigas y amigos, como sin duda ya saben todo empezó con Despacito, aquel inesperado pelotazo de Luis Fonsi y Daddy Yankee, que conquistó la tierra, incendió YouTube y se mantiene presente desde entonces en los corazones de los grandes ejecutivos de la industria de la música global. La pieza acumula ya alrededor de 6.150 millones de visionados en la plataforma de streaming de Google y fue el primer vídeo en conseguir todo aquello que se ha generalizado luego en cada uno de los éxitos globales que han brotado en el fértil terreno abonado de la música latina. Tuvo, incluso, su estrella anglosajona asociada al fenómeno, en este caso un Justin Bieber que había perdido algo de terreno ante rivales inesperados en la lucha por la corona del pop global como Ed Sheeran, y a quien las vitaminas caribeñas le vinieron de perlas para reconquistar la atención del respetable.
Necesitábamos a Madonna, que casi desde el principio de su incombustible carrera ha mostrado su amor incondicional por los símbolos de la cultura hispana y caribeña. Sólo esperaba el momento adecuado para aparecer en el escenario y robarle los focos al resto. Y quizá también encontrar un compañero que le sirviera de trampolín para lograrlo. El elegido ha sido Maluma, otro colombiano que triunfa en el mundo
Así que ya ven, por mucho que el tiempo haya pasado ya, sólo un par de años, por otra parte, conviene agradecerle tantas veces como haga falta a Fonsi su condición de pionero. Más que nada porque lo mismo nos olvidamos de su grandeza visionaria ahora que le conocemos mejor, después de haberle tenido presente muchos días seguidos en los cuartos de estar de los salones como coach de la última edición española de La Voz, la más latina de todas las emitidas hasta ahora, gracias a la participación del artista puertorriqueño y ese huracán mexicano conocido con el nombre de Paulina Rubio. Es verdad, sin embargo, que la primera gran estrella femenina del pop global que se arrimó a una estrella latina para buscar clicks y aumentar el mercado entre el público hispanoparlante fue Beyoncé, que se apuntó a Mi Gente, una canción de J. Balvin y Willy William, de la que se hizo el correspondiente remix a mayor gloria de la diosa de ébano, y también que fue Bad Bunny quien tuvo el honor de hacer cantar en castellano a Drake, la gran estrella anglosajona del momento, en Mia, otro superventas imparable. Pero Fonsi también tuvo su partenaire femenina, en este caso Demi Lovato, una de las reinas de Instagram, junto a quien interpretó Échame la culpa, otro gran hit de este bienio prodigioso.
Ahora el ascenso a las alturas de un tema cantado en castellano, total o parcialmente, no es noticia. Ni siquiera que la crítica más moderna caiga rendida ante los discos de las estrellas hispanoparlantes que se publican en EEUU y que antes no pasaban jamás los controles de calidad de los expertos en el pop de vanguardia. Sí triunfaban, entre las minorías más selectas, éxitos menores como la cumbia psicodélica de Cicha Libre y Chancha Via Circuito, los melodramas electrónicos de Carla Morrison, las sesiones de Helado Negro o Nicola Cruz y, muy especialmente, Arca, seudónimo del artista venezolano Alejandro Ghersi, que encandiló a Björk. Pero era impensable que melocotonazos de alta graduación comercial como los trabajos de los ya citados Luis Fonsi, Daddy Yankee, Bad Bunny, J. Balvin o de Romeo Santos y Rosalía, por ejemplo, recibieran el beneplácito y las alabanzas generalizadas de los gurús de la prensa especializada británica y estadounidense. O que las estrellas del hemisferio sur, boricuas, españolas o colombianas, fueran cabeza del cartel de grandes festivales de impacto global acreditado, como el californiano Coachella, que esta temporada se han rendido también al ascenso imparable de la tendencia.
Madonna y Maluma rinden tributo a Medellín
Pero, qué quieren que les diga. Nos faltaba algo. Estábamos un poco huérfanos sin la bendición de la más diva entre las divas. De esa gran señora del pop que a sus 60 años, cumplidos el pasado mes de agosto, aún se resiste a dejar vacante el trono que ocupa desde la década de los 80 del pasado siglo. Necesitábamos a Madonna. A ella que casi desde el principio de su incombustible carrera ha mostrado su amor incondicional por los símbolos de la cultura hispana y caribeña, desde las islas bonitas a los matadores de toros, a quienes ha concedido espacio en sus provocadores vídeos. A ella con ese olfato impagable para detectar las modas y subirse al carro. ¿Era capaz precisamente ella de perderse esta fiesta? Claro que no. Sólo esperaba el momento adecuado para aparecer en el escenario y robarle los focos al resto. Y quizá también encontrar un compañero que le sirviera de trampolín para lograrlo. El elegido ha sido Maluma, otro colombiano, que triunfa en el mundo. Un artista frecuentemente acusado de machismo radical por las feministas, por culpa de sus textos explícitos y de sesgo sexista, a quien, sin embargo, las cantantes parecen adorar. O por lo menos, estar dispuestas a buscar su compañía y compartir los créditos de las canciones, para abordar en buena compañía esa difícil tarea de fabricar un éxito global.
Ni Katy Perry, que acaba de sumar su voz y suspiros al remix del tema Con Calma de Daddy Yankee, ni la sensual Alicia Keys, cuyo espectacular modelito playero da lustre y esplendor al vídeo de la canción Calma que ha compartido con Pedro Capó y Farruko, pueden ponerse a la altura ni de lejos de doña Maria Louise Ciccone
Una prueba del atractivo irresistible de Maluma tal vez sería el hecho de que la misma semana en la que hemos podido escuchar su colaboración con Madonna, ver su vídeo, y en la que se nos ha dado la noticia de que ambos estrenarán el tema cantando juntos en directo el próximo 1 de mayo en la gala de los Premios Billboard, este hombre insaciable, partidario de “hacerlo todo el rato”, ha puesto en práctica la filosofía de la que hace gala y su innegable don de la ubicuidad para presentar otro tema, titulado La Respuesta, donde colabora con Becky G, esa bomba bajita que asegura preferir a los hombres mayores. Pero este desliz ocasional del colombiano no tiene punto de comparación con el amor verdadero. Por lo visto, según cuenta él mismo, Maluma se ha emocionado tanto al compartir micrófono con Madonna que lloró al escuchar Medellín, ese tema conjunto que han grabado, y cuyo título es un homenaje a la ciudad en la que se empezó a cocinar el fenómeno del reggaetón, y que ahora ocupa un lugar de honor en el mapa del pop mundial a la altura de Detroit, Kingston, Nueva York, Nueva Orleans o Río de Janeiro, gracias a haber sido la cuna de un nuevo ritmo de éxito mundial.
Tanta es la fuerza mediática que todavía conserva la llamada ambición rubia, un fenómeno transversal y transgeneracional donde los haya, que su irrupción en la escena latina ha eclipsado a otras dos divas anglosajonas recién llegadas al guateque, que también acumulan fama y honores globales. Pero ni Katy Perry, que acaba de sumar su voz y suspiros (¡¡¡¡ayyy papito!!!) al remix del tema Con Calma de Daddy Yankee, ni la sensual Alicia Keys, cuyo espectacular modelito playero da lustre y esplendor al vídeo de la canción Calma que ha compartido con Pedro Capó y Farruko, pueden ponerse a la altura ni de lejos de doña Maria Louise Ciccone, cuyo one, two, two, one chachachá ha provocado hilaridad y ternura a partes iguales en su nutrida legión de fans, que en menos de una semana ha pasado de la estupefacción y el asombro (¿Por qué Madonna, por qué?) al disfrute imparable de la gozadera bailable que propone este simpático pastiche musical, que se ha traducido inevitablemente en la correspondiente y esperada ración millonaria de visionados en YouTube. Tal vez, sólo tal vez, y exclusivamente en los ambientes más culturetas, la noticia de la colaboración entre James Blake y Rosalía en el tema Barefoot in the park haya superado el impacto de esta nueva pirueta de Madonna.
YouTube y las canciones en castellano
Pero, a falta de que podamos escuchar la canción que al parecer han grabado Billie Eilish y Rosalía, un tema que puede revolucionar las hormonas de millones de adolescentes en todo el mundo conocido, este es sin duda el momento de Madonna y Maluma. Una pareja que tal vez sólo podría encontrar un rival a su altura si se produjera una hipotética (y no descartable con la que está cayendo) colaboración entre Ozuna y Ariana Grande, por ejemplo. La verdad es que hoy por hoy no es posible en ningún caso abordar el éxito global de la música latina sin hablar de este otro cantante puertorriqueño. Ozuna es probablemente la mayor estrella del género. Por lo menos, es el rey indiscutible de YouTube, donde lidera la clasificación de los cinco artistas pop mundiales con más vídeos milmillonarios, es decir de piezas audiovisuales que ilustran canciones, que han acumulado más de 1.000 millones de clicks. Los datos de este artista son impresionantes. Tiene ocho vídeos en esta categoría que suman un total de 10.089 millones de visionados, a un promedio de 1,261 millones por unidad, según los datos cerrados a finales de marzo de este año por la consultora especializada Midia Research.
Hoy no es posible abordar el éxito global de la música latina sin hablar de otro cantante puertorriqueño. Ozuna es probablemente la mayor estrella del género. Por lo menos, es el rey indiscutible de YouTube, donde lidera la clasificación de los cinco artistas pop mundiales con más vídeos milmillonarios
Y, además, su competencia, constituida por unos cuantos nombres que también impresionan, está bastante lejos de esas cifras. El segundo lugar de esta lista de ganadores es para Ed Sheeran (cuatro vídeos, 8.768 millones de visionados, 2.192 millones de clicks de media). Luego van Justin Bieber (cinco vídeos, 8.665 millones de visionados, 1.733 millones de clicks de media), el mismísimo Maluma (cinco vídeos, 6.321 millones de visionados, 1.264 millones de clicks de media) y Bruno Mars (cinco vídeos, 5.437 millones de visionados, 1.087 millones de clicks de media). Un quinteto extraordinario en el que todavía puede apreciarse un cierto dominio del pop anglosajón que, sin embargo, podría tener los días contados. Sobre todo porque el 63% de los clicks milmillonarios de YouTube está cantado en castellano y el número no para de subir. Aunque esta circunstancia quizá no sea del todo del agrado de las tres grandes majors discográficas que, de momento, no parecen capaces de controlar la jungla latinoamericana del streaming, en la que el crecimiento del número de subscriptores de pago no avanza al ritmo que a ellos les gustaría.
Esta discrepancia entre una audiencia hispanoparlante que prefiere, de momento, el streaming gratuito de vídeos que le proporciona YouTube, y el público anglosajón, que parece más dispuesto a pagar por la música y apuesta por las plataformas de audio como Spotify y Apple Music, quizá explique que el hip hop sea el estilo más escuchado en los servicios premium, donde el reggaetón y sus derivados, sin embargo, también han empezado a acortar distancias. Puede que las divas angloparlantes y su inesperado amor por los chicos malos del Caribe aporten gasolina para la remontada. O puede que no y que, finalmente, esta fiebre sea tan duradera y efímera a la vez como la epidemia desencadenada por la bossa nova brasileña en la década de los 60 del siglo XX, que llegó a tener entre sus valedores nada menos que a Frank Sinatra. Como siempre, sólo el tiempo tiene la respuesta a esta incógnita que, por otra parte, no parece importarle demasiado a nadie. Ya saben aquello de que lo mejor es vivir el momento. Pues eso, y nunca mejor dicho, cuando llegue la hecatombe que nos quiten lo bailao. ¡¡¡Aaayyyy papito!!!