(EFE).- Son las siete de la mañana y Cristina sale a su jardín con una bandeja de plátanos y un bote de semillas de girasol para alimentar a las decenas de guacamayas que vuelan a diario los cielos de Caracas, convirtiéndose en un símbolo para la ciudad y poniendo color a las primeras horas del día.
Desde 2016, Cristina Ochoa veía volar con curiosidad a las guacamayas, pero fue en 2018 cuando decidió instalar, con la ayuda de sus vecinos, dos comederos, y en la estructura metálica de un árbol de navidad puso varias bandejas pequeñas para las semillas, según explicó a Efe.
“No son mis guacamayas, son las guacamayas de Caracas”, enfatiza Cristina, quien agrega que en su casa son libres, porque una de las reglas que aprendió es que no debe tocarlas, ya que sentirían que las quieren atrapar y no volverían más.
Las saluda y les habla mientras las alimenta. Y además, las reconoce. La mayoría de los psitácidos -familia de aves a la que pertenecen- que se acercan a diario a su jardín son de la especie ara arauna (azul y amarillo), aunque también han llegado otras “diferentes”, con manchas amarillas en sus alas, y otras de un tono de azul más claro y blanco.
Guacamayas con nuevos colores
La profesora de la Universidad Simón Bolívar (USB) del departamento de estudios ambientales María González Azuaje explicó a Efe que en Venezuela hay cuatro especies de guacamayas, pero solo una, conocida como maracaná (verde), es originaria de Caracas.
La ara arauna, la ara macao (amarilla, azul y roja) y la ara chloroptera (roja, azul y verde) eran del sur, los llanos y el occidente del país, hasta que alguien las introdujo en la capital.
“No hay manera de que lleguen volando a esta zona”. Estas aves fueron introducidas en Caracas a través del mercado de mascotas, “que es un problema a nivel mundial” y que ha modificado la distribución de casi todas las especies que son, de alguna manera, “comerciables”, señaló González.
Esta “migración” provocó una mutación, que es la guacamaya azul y blanca que vio Cristina en el jardín de su casa en varias ocasiones, porque, “es probable” que las especies empezaran a reproducirse dentro de sus familias.
También hay híbridos que aparecieron en la ciudad cuando los psitácidos rojos, por supervivencia, se unieron a las azul y amarillo, al ser más exitosas en la colonización en Caracas.
A juicio de González, esto no debería estar pasando en la naturaleza, o al menos no por la intervención de los humanos.
“Es preferible que eso no pase, pero está pasando y con frecuencia (…) Ahora puede pasar cualquier cosa, puede pasar que se mezcle una guacamaya blanquita con un híbrido si están en la misma población y se conocen”, agregó la bióloga.
Para los psitácidos -aseguró- no existen las barreras de comunicación entre distintas especies, por lo que no hay limitaciones para reproducirse. “Simplemente consiguen a otro que le parece simpático y ya está, listo. No sabemos hacia dónde va ese camino”.
Un símbolo de Caracas
La observación de Cristina le ha permitido reconocer que las guacamayas vuelan en bandadas, siempre en números pares, aunque al mismo tiempo se pelean “bastante” entre ellas, incluso en su jardín, para conseguir más bocados que sus compañeras.
González explicó que los psitácidos son animales “agresivos” y normalmente desplazan a otras especies. En la capital ha visto este tipo de interacción con otras aves de similar comportamiento, como los halcones, gavilanes o zamuros.
Sin embargo, no percibe que, actualmente, estén desplazando a otros animales.
“Si eso pasó, pasó al principio cuando llegaron a Caracas; hoy en día ya ves una comunidad de aves que tienen diferentes tamaños, diferentes formas y no veo que sean nocivas o beneficiosas, simplemente están”, explicó la bióloga.
Entre sus características, subrayó su capacidad para comer de todo, incluyendo cables, antenas y hasta vallas publicitarias, lo que supone un impacto económico que, por ahora, nadie ha evaluado.
Respecto al trato con los humanos, González considera que la mayoría de las personas las “aman” y las cuidan, y hasta las han adoptado como un símbolo de la ciudad.
En este sentido, aclaró que no es necesario que las alimenten porque Caracas tiene suficientes árboles frutales y florales que ellas consumen, pero por lo “sabroso”, estas aves prefieren las semillas de girasol y los plátanos que les da Cristina y otros caraqueños.
“La gente está identificada con las guacamayas en la ciudad (…) Lo adoptó como un símbolo, como todo se adopta en Caracas. Nosotros somos personas que recibimos abiertamente todo lo que viene de afuera y esa no es la excepción”, sostiene.