Ysrrael Camero (ALN).- El desencadenante del sismo que conmueve a las élites políticas españolas, la fallida moción de censura en Murcia, se relaciona con la veloz disolución de Ciudadanos, que no supo construir su espacio en el centro del espectro ni actuar como un partido bisagra en el momento que podía hacerlo. Pero la iniciativa consiguió mover la política de Madrid, sacando a Pablo Iglesias de la vicepresidencia. ¿Por qué?
El terremoto político que conmueve a España se inició en Murcia, pero el epicentro se encuentra en Madrid. Tanto el PSOE como el Partido Popular (PP) tienen razones para preocuparse, porque la radicalización que se acelerará con las elecciones de mayo puede impedir el giro al centro y la diversificación de aliados. En todos los escenarios probables tanto Pablo Casado como el PSOE están siendo amenazados por el potencial resultado madrileño: un gobierno de Isabel Díaz Ayuso con Vox.
El desencadenante del sismo que conmueve a las élites políticas españolas, la fallida moción de censura en Murcia, se relaciona con la veloz disolución de Ciudadanos, que no supo construir su espacio en el centro del espectro ni actuar como un partido bisagra en el momento que podía hacerlo. Pero la iniciativa consiguió mover la política de Madrid, sacando a Pablo Iglesias de la vicepresidencia. ¿Por qué?
La agonía de Ciudadanos
En el momento que Ciutadans emergía en Cataluña, reclamaba el reino del sentido común de los castellanoparlantes, posicionándose en la política autonómica. El resto de sus propuestas eran suficientemente ambiguas para saltar a la política española como un referente de centro liberal, incluso mostrando en alguna ocasión un perfil socialdemócrata.
En los tiempos en que Podemos crecía, amenazando con convertirse en el partido hegemónico en las izquierdas, hubo quienes apostaron por montar un “Podemos de derechas” para sustituir a un PP manchado por la corrupción. La conversión de Ciudadanos en un partido nacional parecía brindar esa oportunidad. Duró poco, la foto de Colón junto con Santiago Abascal los sentenció para la mitad de los electores.
Tras las elecciones autonómicas de 2019 su política de alianzas los puso al servicio de los intereses del Partido Popular, cuando una geometría variable más creativa les hubiera reportado más cargos ejecutivos, ayudándolos a proyectar una imagen diferenciada. Nada de esto fue posible porque escogieron jugar con un solo lado.
El PSOE los ha estado cortejando desde el debate sobre los Presupuestos Generales del Estado. Tras el batacazo de las elecciones catalanas, los espacios que comparten en los gobiernos autonómicos empezaron a moverse.
Todo empezó en Murcia. Ciudadanos y el PSOE decidieron presentar una moción de censura para hacer caer al gobierno de Fernando López Miras. Esto hubiera sido una humillación para Teodoro García Egea, secretario general del PP, que se movió a la región para evitar el desastre. Aprovechando el proceso disolutivo de Ciudadanos dividió la fracción, trayendo tres diputados de vuelta, y haciendo fracasar la iniciativa.
Madrid es España, España es Madrid
Pero el sismo se trasladó rápidamente a la Asamblea de Madrid. En un final de fotografía la moción de censura y la dimisión de la presidenta entraron en la misma jornada, poniendo a los tribunales a decidir. El resultado movió el terreno de la política española: el 4 de mayo habrá elecciones en la Comunidad de Madrid.
Las relaciones de Isabel Díaz Ayuso con Ignacio Aguado, y con Ciudadanos en general, ya eran tensas y distantes, mostrando contradicciones recurrentes y conflictos abiertos, sobre todo en lo que se refiere al manejo de la pandemia. Esta fue la oportunidad del desquite… de ambos lados.
Si atendemos a las encuestas la confrontación de Isabel Díaz Ayuso contra el gobierno central le ha reportado importantes apoyos. Con cada nuevo conflicto la presidenta de la Comunidad concentraba más votos de la derecha y del centro, haciendo uso de los más diversos repertorios discursivos para polarizar y crispar.
Hasta ahora lo más probable parece ser una victoria del PP en Madrid. Sin embargo, su crecimiento no alcanza a convertirse en mayoría absoluta, por lo que sería necesario contar con Vox para continuar gobernando.
Para hacer frente al reto electoral, el Partido Socialista de Madrid, el más votado en las elecciones de 2019, empezó a moverse. Ángel Gabilondo, hombre moderado y dialógico, propio de tiempos más civilizados, quien es portavoz del grupo socialista en la Asamblea de Madrid, fue ratificado como el adversario de Ayuso. Sin embargo, aún faltaba una última réplica en esta sucesión sísmica.
La jugada de Pablo Iglesias: de vicepresidente a candidato
Primero se lo comunicó al presidente Pedro Sánchez, luego hizo uso de las redes sociales: Pablo Iglesias, el líder de Unidas Podemos y vicepresidente de Asuntos sociales desde enero de 2020, abandona su cargo para postularse a la Asamblea de Madrid.
Esta decisión parece incomprensible en un primer momento. Abandonar la vicepresidencia que tanto le costó conseguir, para ir de kamikaze a una elección con escasas probabilidades de ganar, parece un acto insensato.
Sabe bien Iglesias que su presencia como candidato en Madrid no uniría a las izquierdas, sino que incrementaría sus divisiones. Igualmente, debe saber que su nombre moviliza el rechazo de las derechas y activa al centro en su contra. Iglesias incrementa los disturbios en la izquierda, pone en problemas al PSOE, y dificulta la acción política de Más Madrid, lo que podría ser una venganza personal contra Íñigo Errejón.
El único objetivo lógico del desplazamiento de Pablo Iglesias a la política madrileña es, convirtiéndola en un tema de agenda nacional, incrementar la polarización y la crispación. Quiere polarizar con la ultraderecha para fortalecerla, forzando la alianza entre el Partido Popular y Vox en Madrid.
Las estrategias de Pablo Iglesias y de Miguel Ángel Rodríguez, asesor principal de Ayuso, se dirigen al mismo destino, radicalizar y crispar hasta vaciar el centro. Rodríguez tiene claro que su objetivo es que Díaz Ayuso gane las elecciones y que el PP siga gobernando Madrid. Pero el objetivo del líder de Unidas Podemos no es ganar la elección autonómica, sino obstaculizar las estrategias de Pedro Sánchez en el PSOE y de Pablo Casado en el PP.
Porque un gobierno de Díaz Ayuso sostenido en una coalición del PP con Vox en su más importante vitrina nacional, dificulta el giro al centro que Pablo Casado ha establecido como política para ganar las generales de 2023. Igualmente, la pretensión del PSOE y del mismo Pedro Sánchez, de incorporar a Ciudadanos en una política de pactos más diversa, que permita reducir su dependencia de los podemitas, también es bloqueada con esta decisión.
Pablo Iglesias se lanza en Madrid a dividir y crispar aún más la política nacional, porque sabe que la polarización y el encono divisivo, le permiten permanecer a flote, impidiendo que el bipartidismo restablezca los equilibrios perdidos. El sismo continúa.