María Rodríguez (ALN).- El escritor chileno Mauricio Rojas, que colabora en el libro ‘El estallido del populismo’, enumera las cinco ideas que sigue todo discurso vinculado a esta tendencia política. Entre ellas “asociar la élite nacional a un enemigo foráneo” y la alusión constante a lo “apocalíptico”.
El escritor, político e historiador chileno Mauricio Rojas, afincado en Suecia, colabora en la obra ‘El estallido del populismo’, coordinada por Álvaro Vargas Llosa, con un capítulo sobre las tendencias populistas en Europa Occidental. En este apartado enumera las cinco ideas básicas que busca el discurso populista “cualesquiera que sean sus orígenes, contexto y matices” y con un fin común: “Hacer que el imaginario social se represente en dos bandos, el corrupto y el pueblo sano, aunque sea manipulado”, tal como matizó Rojas en la presentación de este libro en la Casa de América de Madrid a comienzos del mes de junio.
Según Rojas, el populismo busca: “Hacer que el imaginario social se represente en dos bandos, el corrupto y el pueblo sano, aunque sea manipulado”
La primera de estas ideas del discurso populista es “la contraposición maniquea entre pueblo y élite”. Rojas la explica así: “El pueblo es puro y representa la verdadera nación, pero vive bajo la dominación y el engaño de ‘los de arriba’, es decir, de la élite que es corrupta y explotadora”.
La segunda idea es “asociar la élite nacional a un enemigo foráneo”. Según el escritor, “en el discurso populista clásico latinoamericano este rol fue asumido por ‘el imperialismo’ (británico o estadounidense), mientras que en el europeo se trata de, usando el lenguaje del Frente Nacional francés, ‘la mundialización salvaje’”.
La tercera idea es “la metáfora apocalíptica”, es decir, “la alusión constante a una amenaza letal contra el pueblo”, porque, como apunta Rojas: “En el imaginario populista el abismo nunca está lejos”.
La cuarta idea es “el elemento mesiánico”. En otras palabras: “Tiene que venir un salvador, un mesías, un líder” que emprenda “una acción decisiva inmediata”, subraya el escritor chileno.
La quinta y última idea es la articulación del mensaje populista como “discurso generalizado de protesta”. Se trata “del verdadero cajón de sastre del descontento, que tiende a la inconsistencia programática y a la suma de soluciones simples para problemas complejos”, apunta Rojas.
Ahora bien, para que un gobierno populista “funcione” tienen que cumplirse, según el autor chileno, tres condiciones:
- La preferencia por las formas democráticas plebiscitarias mediante las que “el pueblo expresa su voluntad directamente, saltándose las mediaciones propias del sistema liberal-democrático y confiriéndoles a los líderes populistas un mandato refundacional”.
- Una fuerte orientación hacia el personalismo, es decir, hacia un protagonista “capaz de encarnar el ‘verdadero sentir’ y realizar la ‘verdadera voluntad de la gente’”.
- La inestabilidad. Y es que, “a diferencia de los partidos ‘de clase’ y de aquellos definidos por una ideología más profunda, los movimientos populistas tienden a enfrentar severas crisis cuando su líder fundacional desaparece o es desafiado”.