Elizabeth Fuentes (ALN).- Hasta en Venezuela la producción de la bebida a pequeña escala ha tomado vuelo como una fórmula para superar la crisis. Mientras, en Argentina y Colombia hay bares especializados, y en Chile y México se abren ferias y concursos para seleccionar las mejores. Cada fabricante tiene su historia personal. Desde el que comenzó en el garaje de su casa hasta el que probó suerte en busca de un buen negocio. Y tan lento, cuidadoso y empecinado como es producir cerveza artesanal, en esa misma medida la moda se fue expandiendo y los brewpubs o microcervecerías ya forman parte del paisaje del ocio de muchos países iberoamericanos.
Su mayor ventaja es que la oferta es tan variada como los sabores, donde reside su gracia. Cervezas con hierbas, con frutas, con chocolate, picantes, rubias, rojas, oscuras… En algunos bares sirven tres o cuatro distintas en vasos pequeñitos, un menú de degustación infinito y tan interminable como las fórmulas que cada fabricante desea explorar. Pero todas con un lugar común a cuestas: aspiran a convertirse en un sustituto del vino porque, como señala la mayoría de los jóvenes productores, la cerveza artesanal no es para emborracharse sino para degustarla, acompañar la comida, catarla y explorar sus capas de sabor.
Y en sabores la cuenta es larga porque cada país le agrega lo suyo. En México, que está a la cabeza de la producción al lado de Brasil, existen no menos de 200 marcas. De hecho, cada año se celebra el Festival de la Cerveza en Guadalajara a mediados de octubre y el Festival de la Cerveza en Xochimilco, que se realizará este año entre el 17 y el 19 de marzo. Para calcular el tamaño de la producción mexicana, basta con visitar el portal El Mexicanito, donde ofrecen más de 200 tipos de cervezas artesanales, catas a domicilio, ventas por internet y hasta una Cervecería Móvil, que promete montar un bar en la fiesta con más de 60 marcas. En el portal Cerveza Artesanal Mexicana, la lista llega a 92.
La cerveza Mito, de Venezuela, lleva varias medallas en su haber / Foto: www.Mitobrewhouse.com
En Argentina ya cuentan al menos con 16 cervecerías boutique en las zonas más populares de Buenos Aires y Mar de Plata. En Uruguay la llaman “la revolución silenciosa”, que comenzó tardíamente en 2007 y hoy cuenta con 17 cervecerías artesanales, la mayoría en Punta de Plata. Y en Chile, cada año se realiza el evento Copa Cervezas de América, donde compiten cervezas artesanales que se producen en América Latina, más de 1.000 variedades provenientes de 16 países.
Luc de Raedemaeker, un experto belga en cervezas y quien fuese juez de la competencia en 2016, señaló que lo que más apreció fueron las “cervezas afrutadas, porque usan frutas que no conocemos en Europa, que vienen del Amazonas o de otra parte en América del Sur y eso da nuevos sabores a la cerveza”.
En este evento se reveló que las cervezas artesanales representan entre 0,5% y 2% del consumo total de la bebida alcohólica en la región. “La cerveza artesanal aún tiene mucho espacio para crecer”, auguró Daniel Trivelli, presidente de la Copa Cervezas de América desde el año 2011, cuando nació la competencia en Santiago. En la más reciente edición, Chile se llevó 12 medallas y quedó en el tercer lugar. Brasil fue el gran triunfador, con 76 medallas.
Cerveza con sabor a trópico
Hacia el norte de América del Sur, el negocio también florece. Incluso en Colombia -donde la fuerza de la cerveza industrial Bavaria ha hecho de la familia Santo Domingo una de las más ricas del continente- las marcas artesanales y brewpubs se han diseminado en Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Tunja. Entre todas han logrado quedarse con 1% del mercado, que si bien parece mínimo, cumple con sus expectativas porque las cervezas artesanales se consideran elitistas y van dirigidas a un consumidor clase A.
Aunque, como señaló a la revista de negocios Portafolio el gerente de Bogotá Beer Company, Berny Silberwasser, “el negocio de la cerveza artesanal es un mercado muy pequeño, pero está en crecimiento a nivel mundial y es el único segmento del negocio que aumenta”.
Las cervezas artesanales significan el 1% del mercado en la región
Pero la gran sorpresa ha sido Venezuela, donde hasta la poderosa Cervecería Polar ha sufrido los embates de la situación económica y, aun así, hoy se cuentan hasta 42 marcas artesanales. Incluso algunas de ellas han obtenido medallas internacionales, como las cervezas Mito y Coronarias, que lograron medallas de bronce en la edición de la Copa Cervezas de América 2014 y otra medalla de bronce en México en el 2013.
Norte del Sur fue también ganadora de la medalla de bronce en la edición 2015 y Pisse des Gotes obtuvo dos reconocimientos internacionales, una medalla de bronce en Dublín, Irlanda, y otra en Kentucky, EEUU. También en Kentucky, la Cerveza Cacri logró su primera medalla de oro.
Buena Birra Social Club, en la exquisita zona de Palermo / Foto: www.buenabirrasocialclub.com
Sin embargo las dificultades son extremas, primero porque deben importar la cebada, el lúpulo y la levadura -en tres años el kilo de cebada pasó de 300 a 8.000 bolívares-, y luego porque los cerveceros artesanales no tienen marco legal que los ampare. Abrir un brewpub es imposible porque la ley señala que debe haber 75 metros de distancia entre la fábrica y el sitio donde se va a vender la cerveza.
Aun así, los productores continúan trabajando y han logrado colocar sus cervezas en bodegones y restaurantes de lujo. Uno de ellos, Alto, seleccionado entre los 50 Mejores del Mundo el año pasado, sirve la cerveza Corsaria, producida por un antropólogo, Pedro Moretti. De hecho, los dueños de Alto planifican abrir otro restaurante de pescados donde solo se sirvan cervezas artesanales, pero para ello deben lograr que se modifiquen las leyes, empeño en el que aún no ha tenido éxito la Asociación Venezolana de Cerveza Artesanal.
Como dicen los entendidos, para hacer cerveza artesanal se necesitan no cuatro, sino cinco ingredientes: además de cebada, agua, levadura y lu?pulo, hay que añadir luego los sabores con que la quieran diferenciar -chocolate, frutas, especias- y de allí en adelante, esperar y esperar hasta probar qué salió de aquella mezcla. Asunto complicado porque si resultó exactamente lo que deseaban, nada garantiza que con los mismos ingredientes y la misma paciencia, la próxima tanda salga igual de buena.