Antonio José Chinchetru (ALN).- Daniel Ortega se está comportando como Nicolás Maduro en 2017, al responder de forma sangrienta ante unas protestas ciudadanas lideradas por los estudiantes universitarios. Los paralelismos entre ambos casos abundan. Las coincidencias incluyen intentos de recortar la libertad de expresión y el uso de paramilitares contra quienes participan en las manifestaciones.
Nicaragua se ha transformado en los últimos días en un calco de Venezuela entre abril y julio de 2017. Los estudiantes universitarios se han convertido en la punta de lanza de unas manifestaciones que se han extendido por todo el país contra el régimen de un presidente del socialismo del siglo XXI, Daniel Ortega.
El Gobierno de Managua ha respondido con una dura represión, que ya ha dejado al menos una treintena de muertos, a cargo de la Policía, el Ejército y civiles armados afines al oficialismo. Esos son sólo algunos de los ocho paralelismos entre una y otra situación, que han sido recogidos por ALnavío.
1.- Protagonismo estudiantil
Como en Venezuela en 2017, los universitarios son la punta de lanza de las protestas en Nicaragua en 2018. Esto ha llevado a que, como también ocurrió en el país gobernado por Nicolás Maduro, gran parte de los fallecidos como consecuencia de la represión gubernamental sean estudiantes (Ver más: La represión mortal de Daniel Ortega se ensaña con los universitarios en Nicaragua). Según los datos de Aula Abierta Venezuela, en la nación suramericana se produjeron al menos 21 entradas de las fuerzas policiales o de los colectivos paramilitares chavistas en recintos universitarios. En estos ataques el uso de gases lacrimógenos y armas de fuego fue la norma general.
También en Nicaragua se están produciendo ataques de las fuerzas del régimen a centros de estudios. Uno de los asaltos tuvo lugar este domingo por la noche, cuando efectivos antidisturbios penetraron usando la violencia en la Universidad Politécnica de Managua (Upoli), causando la muerte de uno de los jóvenes que se encontraban concentrados en el lugar. Días antes, otros dos estudiantes fallecieron en un ataque policial contra la Upoli, en el que también perdió la vida un policía, según fuentes gubernamentales.
2.- Al margen de los partidos políticos
Si en una y otra oleada de protestas el protagonismo correspondió a los estudiantes, en ambos casos los partidos políticos de la oposición se han visto sorprendidos por las manifestaciones ciudadanas. Aunque en Venezuela la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sí apoyaba las manifestaciones, gran parte de los que participaban en ellas mostraban un profundo desapego hacia los partidos que forman parte de la MUD. En Nicaragua, el divorcio es todavía mayor.
Elvira Cuadra: “Los jóvenes han rechazado a los partidos políticos, especialmente a los colaboracionistas con el Gobierno, para que no se apropien de la protesta”
En un artículo publicado en Confidencial de Nicaragua, la socióloga Elvira Cuadra ha dicho sobre las protestas en el país centroamericano: “No hay partidos detrás de las protestas. Más bien, los jóvenes han rechazado a los partidos políticos, especialmente a los colaboracionistas con el Gobierno, para que no se apropien de la protesta”. En declaraciones a Televisión Española realizadas este fin de semana antes de recibir el Premio Cervantes, Sergio Ramírez también destacó que las manifestaciones habían tenido lugar al margen de las fuerzas políticas tradicionales.
3.- La Iglesia Católica sale en defensa de los manifestantes
La cúpula local de la Iglesia Católica no ha apostado por la ambigüedad en ninguno de estos países. La Conferencia Episcopal de Venezuela destacó por su firmeza ante los abusos del régimen chavita y se pronunció en numerosas ocasiones contra la represión. Sus pares nicaragüenses están teniendo un comportamiento similar.
Este sábado, un grupo de 20 sacerdotes, entre los que se encontraban el arzobispo de Managua, el cardenal Leopoldo Brenes, y el obispo auxiliar de la misma diócesis, Silvio Báez, acudieron a la Catedral Metropolitana de la capital nicaragüense para apoyar a los estudiantes.
En un mensaje dirigido a los jóvenes que se encontraban allí reunidos, monseñor Báez dijo: “Gracias porque ustedes han despertado a esta nación”. También afirmó: “Su protesta es justa, y la Iglesia los apoya. Y no sólo los apoya, sino que los instamos, los animamos a que no cesen en su protesta justa”. Les hizo, además, un llamamiento: “No se dejen intimidar ni provocar por actos violentos”. La Conferencia Episcopal de Nicaragua ha emitido además comunicados en apoyo a los manifestantes y pidiendo el fin de la represión.
4.- Antiguos compañeros de viaje toman partido contra el Gobierno
En las protestas de 2017, diversas figuras del régimen chavista tomaron partido por los manifestantes y denunciaron con dureza los crímenes del madurismo. El caso más destacado es la exfiscal general Luisa Ortega Díaz. En Nicaragua, ya hay voces que en el pasado tuvieron un papel destacado en el sandinismo que han criticado con dureza la represión gubernamental. Destaca el escritor y último Premio Cervantes, Sergio Ramírez, quien fue vicepresidente de Daniel Ortega entre 1985 y 1990.
Sergio Ramírez dedicó el Premio Cervantes “a los nicaragüenses asesinados por reclamar justicia y democracia”
Desde el pasado viernes ha hecho duras declaraciones en Madrid, donde participó el domingo en una concentración junto con otras 200 personas. En la ceremonia en la que recogió el reconocimiento, celebrada este lunes en la Universidad de Alcalá de Henares, Ramírez dedicó el galardón “a los nicaragüenses asesinados por reclamar justicia y democracia y a quienes luchan sin armas para que Nicaragua vuelva a ser república” (Ver más: Sergio Ramírez dedica el Cervantes a los asesinados por la dictadura de Daniel Ortega).
La también escritora Gioconda Belli militó en el Frente Sandinista de Liberación Nacional en los años previos y posteriores al derrocamiento de Anastasio Somoza. Tras la llegada al poder de los sandinistas en 1979, ocupó diversos cargos hasta que dejó la política en 1986. Este domingo participó junto con Ramírez en la concentración convocada en Madrid para protestar por la represión. En declaraciones a los medios dijo que la población nicaragüense “está cansada de los abusos, de la falta de democracia y de libertad de expresión”.
5.- Grupo paramilitares contra los manifestantes
Los llamados colectivos, grupos de paramilitares de filiación chavista, tuvieron un gran protagonismo en la represión de las protestas en Venezuela en 2017. Estos grupos participaron junto con las fuerzas policiales y militares regulares en las actuaciones violentas en defensa del régimen de Nicolás Maduro, hasta el punto de que en enero de este año formaron parte del operativo responsable de la masacre de El Junquito, en la que fallecieron el exinspector Óscar Pérez y otros seis rebeldes que habían ofrecido rendirse (Ver más: El régimen de Nicolás Maduro ha cometido una masacre al más puro estilo fujimorista).
En la represión de las manifestaciones de 2017 era habitual que participaran miembros de estos colectivos chavistas que se movían en motocicletas. Este modelo lo está aplicando el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. Junto con los uniformados, tienen un gran protagonismo los denominados motorizados y las Juventudes Sandinistas, organización que está actuando como una fuerza de choque paramilitar contra los estudiantes. Las llamadas turbas, grupos de civiles extremadamente violentos afines al régimen (muchos de los cuales militan en las mencionadas Juventudes Sandinistas), juegan un papel destacado en defensa del dictador.
6.- Represión de la libertad de expresión
Al igual que el chavismo, la dictadura de Ortega intenta amordazar a los medios de comunicación y a sus profesionales para que no informen sobre las protestas y sobre la violenta respuesta gubernamental. Las turbas progubernamentales asaltaron e incendiaron el sábado las instalaciones de la emisora Radio Darío de la ciudad de León, según informó La Prensa.
El PEN Club de Nicaragua denuncia que ya son cinco las televisoras de todo el país que han visto cortadas las emisiones
Por su parte, la Iniciativa Nicaragüense de Defensoras de Derechos Humanos de las Mujeres informó que se ha cortado la señal a tres de las cuatro emisoras televisivas independientes de Managua. Además, según advierte esta organización: “Han agredido físicamente a varios periodistas de medios nacionales e internacionales y en actos abiertamente dirigidos les han robado y dañado equipos propios de su labor”. La ONG añade: “También se conoce del despido y amenazas a periodistas que laboran en medios afines al gobierno por expresar solidaridad con sus colegas agredidos”. El PEN Club de Nicaragua denuncia que ya son cinco las televisoras de todo el país que han visto cortadas las emisiones.
Entre la treintena de muertes registradas en los cinco primeros días de protestas se encuentra la del periodista Miguel Ángel Gahona en la ciudad de Bluefields el sábado. Gahona estaba transmitiendo en directo a través de vídeo por Facebook las protestas y los enfrentamientos entre policías y manifestantes y recibió un disparo en la cabeza. La también periodista Ileana Lacayo declaró a la televisión Canal 15 de Nicaragua: “Creemos que fue un francotirador el que hizo el disparo. No fueron los jóvenes”. Y añadió: “Los únicos que andaban (con) armas eran los policías y antimotines”.
7.- El régimen criminaliza las protestas
Una de las técnicas propagandísticas del chavismo ante las protestas ciudadanas siempre ha sido la de acusar a los manifestantes de “terrorismo” y de provocar la violencia. El Gobierno nicaragüense está siguiendo el mismo guion. En la medianoche del jueves, la mujer de Ortega y vicepresidenta del país, Rosario Murillo, se refirió a las manifestaciones como “crímenes de odio” y dijo que los universitarios estaban siendo “manipulados” por “grupos tóxicos”.
En un discurso televisivo emitido este sábado, Ortega dijo que quienes alimentan las protestas “son criminales que quieren desestabilizar el país y ahuyentar el turismo”. El dictador afirmó que “la gente sale a protestar, pero no salen a destruir. No salen armados a matar”. Añadió: “No podemos permitir que aquí se imponga el caos, el crimen, el saqueo”. Sostuvo que los trabajadores nicaragüenses “ya no pueden salir porque se encuentran con un grupo de pandillas y les están extorsionando ahí mismo para dejarlos pasar. Y si no les entregan, les meten el balazo. Como actúan las pandillas en el mundo”.
Daniel Ortega envió este mensaje televisivo desde un escenario que evidenciaba una gran disonancia con la situación de país. Habló, rodeado de su esposa y varios altos cargos, desde una especie de invernadero, donde se oía el trinar de los pájaros y abundaban, sobre la mesa y en otros lugares, coloridos conjuntos florales.
8.- Ruptura de consensos en la que se apoya el Gobierno
Las protestas de 2017 en Venezuela representaron el fin del consenso interno del chavismo. Hasta aquel momento, los sectores bolivarianos críticos con Maduro pero que se consideraban leales a la figura de Hugo Chávez no habían expresado de forma abierta su oposición al presidente. Sin embargo, a raíz de la represión de las marchas, marcaron distancias y comenzaron a criticar de forma pública al oficialismo.
En su actual etapa en el Gobierno, Daniel Ortega ha buscado la coexistencia pacífica con el mundo de la empresa privada
Algo similar está ocurriendo en Nicaragua con respecto a los empresarios. A diferencia de cuando tomó el poder tras la caída del dictador Anastasio Somoza, en su actual etapa en el Gobierno (que arrancó en enero de 2007) Ortega ha buscado la coexistencia pacífica con el mundo de la empresa privada (Ver más: Cómo comprar un banco en la dictadura de Daniel Ortega y no morir en el intento).
Lejos de repetir las expropiaciones que le habían caracterizado en el pasado, una de las maniobras que permitieron al mandatario comunista aferrarse al poder fue lograr el visto bueno de los empresarios garantizándoles estabilidad jurídica. De esa manera, estos se dedicaban a sus negocios y no tenían necesidad de meterse en política.
Esa no injerencia mutua se ha roto desde la semana pasada. Los empresarios se opusieron a la reforma de la Seguridad Social que fue la espoleta de las protestas. En un intento de reconducir la situación, y atraerse al mundo empresarial a su lado, Ortega anuló esas medidas y les invitó a negociar. Sin embargo, la maniobra ha llegado tarde. Las relaciones están dañadas y, además, las manifestaciones y su violenta represión siguen en marcha.