David Placer (ALN).- Tres periodistas venezolanas han encontrado en el exilio una fórmula para alcanzar mucha más repercusión e influencia que los medios para los que trabajaban. Han pasado de trabajadoras de la información y opinión a convertirse, ellas mismas, en medios de comunicación con nombre y estilo propio.
Tres periodistas venezolanas en Miami se han convertido en auténticos medios de comunicación. Con casi la única ayuda de las plataformas digitales, han construido una marca propia mucho más potente que la de los canales de televisión, periódicos o emisoras de radio para las que trabajan o han trabajado.
Desde Miami y, particularmente desde Doral, capital venezolana en el exilio, han ampliado su alcance no sólo en Venezuela sino también entre la diáspora que crece y se esparce por Estados Unidos, Suramérica y Europa.
Lo que sucede en Venezuela ya no sólo se cubre desde Venezuela. Las noticias se producen en los grupos de presión en Estados Unidos, en los despachos gubernamentales de Washington y en las filtraciones que llegan desde Caracas vía Whatsapp. Y allí están ellas, con sus diferencias, con sus posiciones a veces encontradas, para difundirlas. Ellas ya son mensaje y medio.
Patricia Poleo
Hace poco más de cuatro años, Patricia Poleo comenzaba sus pasos en la televisión en Miami en un canal de bajo presupuesto en Doral, zona de inmigración venezolana por excelencia. A veces cobraba tarde las nóminas. Casi nunca llegaban a tiempo por las dificultades del pequeño canal de televisión.
Poleo, que había ganado el premio Rey de España de Periodismo por su cobertura del caso Vladimiro Montesinos en Venezuela (prófugo de la justicia peruana) y que tuvo que exiliarse en Miami, comenzó su andadura en las redes sociales subiendo en Youtube el contenido político, de actualidad venezolana, que hacía para el canal Doral News TV.
“Comenzamos a hacerlo como una práctica paralela, por consejos del doctor José Rafael Marquina (que hizo seguimiento exhaustivo de la enfermedad de Chávez). Nos dijo: ‘sálganse de la televisión convencional y váyanse a Youtube’. Y me comencé a dar cuenta de que la gente me empezaba a reconocer por el canal de Youtube y no por la televisión”, explica Patricia Poleo.
Poleo se asoció con su productor, Roberto Betancourt, con el propósito de hacer “televisión convencional por Youtube”. Hasta ese momento, la moda era la grabación informal por teléfonos, pero Poleo y Betancourt decidieron instalar una plataforma con estudio y equipos profesionales para transmitir por las plataformas digitales. Así comenzó la transición de una cuenta personal a crear una estructural empresarial propia.
El canal, Factores de Poder, asentó su crecimiento sobre la base de las visitas, que suponen el ingreso publicitario. Para lograrlas, afina el tiro con los titulares, selecciona temas de gran impacto y no le tiembla la mano para cuestionar incluso a Juan Guaidó, que sigue gozando de consideración por parte de los medios opositores en Miami, lo que le ha generado una ola de críticas y descalificaciones.
“La transformación ha sido muy difícil. No se puede usar el mismo lenguaje ni los mismos tiempos de la televisión convencional. En las plataformas, uno es más coloquial, porque uno conversa con la gente, incluso puede tomar agua o rascarse la nariz, pero eso te hace más natural y te acerca al público”, explica Poleo.
Con casi la única ayuda de las plataformas digitales, han construido una marca propia mucho más destacada que la de los canales de televisión, periódicos o emisoras de radio para los que trabajan o han trabajado
Ahora, su canal, Factores de Poder, con casi 450.000 suscriptores en Youtube, comienza a producir para otros canales. También cuenta con otros programas como Fuera de Orden de Daniel Lara Farías, que graba desde Alemania, o Somos punto y aparte de Carlos Moreno. El resultado ha estado por encima de las expectativas.
“La televisión convencional se mide por puntos. Un punto son 10.000 personas. Cuando un programa es un programa de gran éxito en Miami, logra 4 puntos, es decir 40.000 personas. Un programa malo mío (de Agárrate) lo ven 40.000 personas. Cuando alcanzo las 100.000 visitas, llego a un nivel inexistente en la televisión convencional en Miami. Y eso es muy común en Youtube. Nosotros hemos tenido programas de casi un millón de visitas”, explica la periodista.
Carla Angola
Cuando Carla Angola abandonó su puesto de presentadora estelar en Globovisión y decidió emigrar a Estados Unidos contaba con 170.000 seguidores en Instagram. Angola, que fue periodista destacada del canal de televisión que desafió al chavismo, llegó a Estados Unidos con una base mucho más endeble.
Comenzó a trabajar para El Venezolano TV en un programa de televisión, pero pronto comprendió que tenía que volcarse con la actualidad más rabiosa del país.
“Me sentía un poco culpable porque estaba afuera, pero no podía seguir allí por la persecución. Asumí el deber sin que nadie me lo haya pedido de que mis redes sociales estuviesen destinadas a buscar respuesta y esperanza a los venezolanos. Me puse a buscar yo misma las noticias. Yo empujaba al canal a ir a Washington. Me costó mucho abrirme las puertas”, explica la periodista con 2,4 millones de seguidores en Twitter y que ahora tiene una amplia agenda en la capital estadounidense.
Angola explica que perseguía constantemente a los representantes de Estados Unidos con injerencia en la crisis venezolana y dedicaba casi todo el día a ello: a arrancar una declaración, una explicación, una novedad sobre lo que sucedía en Venezuela.
Experimentó un incremento vertiginoso cuando pudo acercarse a Donald Trump para hacerle preguntas sobre Venezuela, pero obtuvo la mayor repercusión cuando coincidió con Nicolás Maduro y le pudo preguntar (casi gritar para que su pregunta llegase hasta los oídos de la huidiza pareja presidencial) si pretendía visitar a sus sobrinos enjuiciados por narcotráfico.
La pregunta marcó un antes y un después en sus cuentas. “Gané como 800.000 seguidores en cuatro meses”, explica. La periodista asegura que la ganancia en seguidores no le quita el sueño. No elabora ni busca contenido para crear un personaje ni para buscar polémica. Explica que sólo quiere buscar contenido útil para su comunidad. Y la respuesta natural es que esa comunidad siga creciendo.
Ibéyise Pacheco
Se formó en las redacciones de papel y fue redactora jefa del diario El Nacional y directora del periódico popular Así es la noticia. Pero, tras décadas de experiencia en el periodismo impreso, ha comprendido a la perfección la dinámica de las redes.
Destacada periodista de sucesos, logró el Premio Nacional de Periodismo y alcanzó el estrellato como escritora con su libro Sangre en el diván, que detalla el sangriento caso del doctor Edmundo Chirinos.
Pacheco no planifica el contenido que vierte en Twitter. No hace análisis sobre las horas en las que su audiencia está despierta, en función de su ubicación geográfica, ni planifica estrategias para aumentar seguidores.
“Participo en redes porque me importa y respeto esa comunicación. Comparto en redes mis análisis y eventualmente informaciones exclusivas. Puedo sugerir el seguimiento a noticias y la lectura de reportajes de interés”, explica Pacheco, con 1,8 millones de seguidores en Twitter.
La periodista, autora de libros de gran repercusión como Sangre en el diván y Las muñecas de la corona, asegura que su mayor esfuerzo está dedicado a “vencer la hegemonía comunicacional del régimen en Venezuela” al investigar, analizar y publicar en redes sociales lo que ocurre en el país. Y, mientras tuitea, lee y comparte información, también trabaja en su próxima novela. No parece obsesionada ni por la cantidad de seguidores ni por la repercusión de sus tuits. De hecho, no es capaz de recordar cuál de ellos ha tenido más retuits.
Pacheco, que habla y tuitea con la misma fuerza e influencia que cualquier gran medio de comunicación, no descarta convertirse en su propio medio. Pero ese paso podría hacerle perder la enorme libertad con la que cuenta al publicar o compartir lo que desea, sin presión de jefes, ni anunciantes, ni de los propios lectores que, a fin de cuentas, ya se han convertido en los principales jefes de las tres.