Daniel Gómez (ALN).- Mario Vargas Llosa asegura que “Cuba y Venezuela son las únicas dictaduras de América Latina”. La frase la dijo este viernes, pero bien pudo haber sido del martes o del 7 de diciembre de 2016, por ejemplo. Estos dos regímenes son la gran obsesión del Nobel de Literatura.
Cuba y Venezuela, Cuba y Venezuela, Cuba y Venezuela. Estos dos países retumban en la cabeza de Mario Vargas Llosa como el zumbido de una abeja. Un zumbido vibrante y acechante, pausado y continuo. Como el discurso que lleva años lanzando el propio escritor.
Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, el 28 de marzo de 1936. Casi 82 años de vida en los que ha visto a América Latina pasar de “un confín hacia otro confín”. De dictaduras militares y guerrillas perpetrándose en el poder, a una región donde ahora reina la democracia.
“Yo creo que para juzgar a América Latina hay que contrastarla con el pasado y no con el ideal. Estamos lejos del ideal. Si comparamos con lo que era hace 10, 20, 30 años yo creo que nos sentimos optimistas”, dijo el Nobel de Literatura el viernes en la Casa de América de Madrid.
Este es el eterno discurso de Vargas Llosa. Incluso cuando lo enuncia modula un tono repetitivo, como el de ese profesor de filosofía que en 40 años de carrera dicta la misma lección de Aristóteles y lo hace siempre en el mes de marzo.
Por otro lado, hay que saber que ese tono sirve para luchar contra el desánimo. El que le producen a Mario Vargas Llosa Cuba y Venezuela. El viernes dijo que “son las únicas dictaduras de América Latina”. Pero también lo dijo en febrero cuando presentó el libro La llamada de la tribu, y también en enero, y en 2017 y en 2016.
Mario Vargas Llosa prefiere “una democracia imperfecta a una dictadura”
Otra frase que pronunció todas esas veces es que una democracia, sea esta “imperfecta o muy corrupta”, es preferible a una dictadura. Como la venezolana hace 40 años: “Era una democracia imperfecta, por supuesto, pero había una corrupción infinitamente ínfima y ridícula comparada con la dictadura que tienen países como Cuba y Venezuela en estos momentos”.
Vargas Llosa no termina de entender cómo dos países que lo tenían todo, países con recursos, poderosos e influyentes, se apagaron. Aun así, en el discurso del escritor no son todo repeticiones, al menos en esta ocasión.
En la Casa de América no habló de Cuba, por ejemplo. No apuntó –como sí hizo en una reciente entrevista en El País Semanal– que Fidel Castro le “desconcertó”. Que el “abierto y tolerante” socialismo cubano del principio derivó en un régimen que le acercó a la doctrina liberal de su idolatrada Margaret Thatcher.
En esa entrevista, contó anécdotas como la de que Fidel Castro llamaba “enfermos” a los homosexuales. Y eso de “enfermos” (en esta ocasión dijo “enfermitos”) también lo recordó en 2016 cuando el líder cubano murió y dijo la famosa frase: “A Fidel Castro no lo absolverá la historia”.
Otra cosa nueva que surgió del acto fue su manera de definir a Gustavo Petro, candidato a la Presidencia de Colombia. “Un demagogo peligroso”, dijo. Pero no es tan original si se revisa la manera en la que describió a Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial en México, cuando presentó su último libro.
Aquel día de febrero Vargas Llosa calificó a López Obrador como “populista y demagogo”. No dijo que fuera peligroso como Petro, pero sí recomendó a los mexicanos no votarle. “Tengo esperanza de que hay suficiente lucidez para ver a dónde conduce ese suicidio de votar por el populismo”.
Tampoco fue nuevo el discurso sobre el presidente de su país natal. Pedro Pablo Kuczynski, “el hombre en quien confió” paraPerú, y el hombre que al indultar al exmandatario Alberto Fujimori “le traicionó”.
Aunque pausado y continuo, sigue siendo vibrante y acechante contra Cuba y Venezuela, su obsesión.