Mariveni Rodríguez (ALN).- Marianella Durán practica lo que predica. Es una mujer de pensamiento y acción. Fluye con los tiempos de cambio que le ha tocado vivir como periodista, como emprendedora y como emigrante venezolana. Con esa energía tenaz y paciente del yogui que lleva en su mente, cuerpo y corazón, se ha reinventado creando el centro Yoga Madrid. “Nosotros hemos venido del nuevo mundo a refrescar este viejo mundo”, dice convencida.
“Un día a la vez”. Este es el mantra de Marianella Durán, la yogui del barrio de Argüelles en Madrid que ha logrado llevar esta disciplina milenaria a los colegios adyacentes, enamorando también a los vecinos –mujeres, hombres, jóvenes, mayores- de esta zona.
Allí, en la calle Benito Gutiérrez 35, el centro Yoga Madrid planta cara al estrés de estos tiempos tan desafiantes devolviéndonos, a través de la práctica del yoga, el equilibrio que debe haber entre cuerpo y mente para ser felices.
Bajo un estricto control sanitario anti-covid-19, Marianella te abre su humanidad -su ser humano- y se entrega al yoga, dando todo de sí para lograr que su comunidad tenga un pensamiento de paz cada día y conecte con su cuerpo y corazón a través de ese método para el autoconocimiento. O, como puede leerse en su web, mediante el yoga consciente.
“Se trata de escoger el titular con el que decides despertar. ¿Uno de sucesos, de política, de economía? ¿O uno de la gente que está moviendo el mundo: los maestros, comerciantes, emprendedores, médicos, hosteleros? Porque con esa energía pasas el día. Es importante tomar distancia y vivir el presente”, explica, de entrada, Marianella, cuya primera y segunda vocación (periodista y yogui) exudan al unísono.
Primera respiración: el olfato periodístico y un punto ciego
Marianella Durán es periodista, con experiencia en medios impresos, comunicación corporativa y marketing. Una crónica sobre la rebelión popular conocida como El Caracazo, en 1989, y una entrevista a Fidel Castro, también en 1989, han sido dos de sus hitos profesionales. Emigrar de Venezuela a España y crear el centro Yoga Madrid, son dos referentes en su vida. Un antes y un después, acaso.
“La cobertura de los barrios pobres del oeste de Caracas en Venezuela fue todo un aprendizaje, y luego el salto a la información sobre Diplomacia y Relaciones Exteriores, con la ‘Coronación de CAP’ (siglas acuñadas al expresidente venezolano Carlos Andrés Pérez) también. En esa cita estuvieron juntos Felipe González, Daniel Ortega y Fidel Castro, este último una figura mitificada”, recuerda entre líneas Marianella.
En 2016, junto a su esposo, tomó la decisión, muy cavilada, de salir de Venezuela a España: desmontar su vida, separarse de su familia y poner océano de por medio sin garantía de futuro alguna era superar un lance. Pero un episodio puntual, ocurrido en Caracas, fue la gota que rebasó su vaso.
Una mañana un vecino la llamó para decirle que su coche estaba destartalado abajo. Había pasado un conductor borracho en la madrugada que lo chocó y empotró en el muro de la entrada al lado de la vigilancia, dándose el chofer a la fuga. Nadie hizo mucho porque no sabían a quién pertenecía; y los de vigilancia tampoco llamaron a la policía. Marianella ausente. Cuando un vecino reconoció el auto, le avisó y ella vio su coche en ruinas… Y pensó: ¡pérdida total!
A pedazos, como se cae la pintura de la carrocería de un automóvil, tuvo que vender su coche de toda la vida. Pieza por pieza… Esta, en sí misma, es quizá una metáfora de esa Venezuela rota, desamparada, en estado de indefensión, y de un país desmembrado.
“Fue un punto ciego de no retorno”, dice sin más que agregar al relato.
Segunda respiración: tomar consciencia y buscar el equilibrio
“Hace aproximadamente cinco años llegamos a Huelva, primero. Luego a Madrid. En Caracas nuestra vida se nos desmoronaba entre la escasez alimentaria, la inseguridad y la pérdida de empresas y trabajo”, recuerda Marianella, sensibilizada por el flashback.
“Los venezolanos vivimos la bipolaridad de llorar cada vez que hablamos con nuestras familias que están padeciendo en Venezuela y la realidad que tenemos para salir aquí adelante. Venimos con una herida muy profunda y con una zanja en el corazón”, recapitula con la emoción a flor de piel mientras se ajusta la mascarilla que apenas deja ver sus ojos.
“Recién llegada de Venezuela hice una ensalada con un solo tomate. Corté 20 rodajas para rendirlo al máximo. Al servir, los comensales -sorprendidos- me preguntaron por qué no partía otro tomate. Allí, caí en cuenta de toda la escasez y pobreza que estábamos pasando en Venezuela”, cuenta con un triste sabor en su boca.
Tercera respiración: un pensamiento de paz cada día
Marianella Durán hacía yoga en Caracas. Ya en Madrid se entrega en profundidad a su estudio en la prestigiosa escuela Om Shanti, y se titula primero de instructora y luego de profesora de yoga con certificación internacional. Y, así, despierta su vena emprendedora.
“El yoga llega a mí como un devenir. En esta disciplina descubrí mi segunda vocación. Me ha hecho más resiliente. El principio del taoísmo me ha enseñado a fluir con los cambios. No creo en dogmas. Por eso no creo en la dictadura del negativismo ni del positivismo. El que tiene que ir a terapia debe ir, porque el yoga no sustituye a la terapia ni a la medicina. Sí que te hace tener consciencia de tu mente, cuerpo y energía vital, aflora tu devoción, te hace confiar y creer en ti misma y también en los otros, y es complementario”, dice, sin prescribir.
Sacar adelante un centro de yoga en plena pandemia es más que un reto. Es un aprendizaje constante. “Es importante la actitud y vivir el presente porque lo que vivimos es todo incertidumbre. Por eso procuro un pensamiento de paz cada día”, y con su ejemplo deja claro que a Yoga Madrid se viene a despertar a la felicidad y estar en paz.
“La pandemia me ha llevado a hacer clases presenciales y on line con mucha aceptación, alimentar las redes sociales de Instagram (@yogamadridyoga) y Facebook (Yoga Madrid Yoga) y crear mi propia web. La monté en Wordpress, con mi profesor que es el mejor en esto, aplicando todo lo que sé de mi experiencia en marketing”, comenta satisfecha del resultado obtenido en www.yogamadridyoga.com”.
En Yoga Madrid Marianella imparte clases y estilos de yoga como el Hatha (ayuda a gestionar mejor las emociones); el Flow o Vinyasaflow (experimenta el equilibrio desde la acción consciente); el Power yoga (robustece articulaciones y músculos); el Yin yoga (trabaja la concentración y la paciencia); el yoga terapéutico, para gente con Parkinson y fibromialgia, y el yoga para niños y embarazadas.
En breve, comenzará a desarrollar una serie de contenidos sobre los Falsos mitos del yoga y producirá vídeos dirigidos a la familia y los colegios. Esto, además de las clases por Zoom que realiza cada vez más en paralelo a las presenciales.
Si para Marianella Durán el periodismo pudiese ser la crónica anunciada del momento, el yoga es vivir en el presente. ¿Qué es el yoga consciente?
“El yoga es Unión, en sánscrito, es esa conexión absoluta contigo misma, con tu mente, cuerpo y corazón, que te enseña a tener perspectiva ante las cosas y te genera bienestar y equilibrio. Te hace estar en el Presente, vivir el ahora, comprender que nos perdemos en el pensamiento rumiante. Es lo que llamamos yoga consciente”, dice.
Así, hoy, Marianella hace un Saludo al Sol en su cuarta clase del día. Una respiración más en su cadena de ADN y “vamos tomando consciencia de nosotros mismos desde el transcurrir del movimiento, deteniéndonos, profundizando, atajando el presente, señalando el aquí, consiguiendo inspiración en el movimiento o en la detención. Y va ocurriendo nuestra transformación, lo vamos notando, vamos creciendo… vamos despertando…”.
¡Namasté!