Daniel Gómez (ALN).- Los costos del crimen superan el 3% del PIB en países como Honduras, El Salvador y Guatemala. Un perjuicio económico que, según la Conferencia de Ministros de Justicia de Iberoamérica, no tiene origen en la región -considerada de tránsito-, sino en los países emisores de drogas y armas. Latinoamérica, con el 8% de la población del planeta, registra más de un tercio del crimen mundial. Esta situación, según un informe de 2017 elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ha hecho perder a la región 243.000 millones de euros (aproximadamente 261.000 millones de dólares), lo cual supone el 3,55% de su Producto Interior Bruto (PIB). El principal responsable de este problema es el narcotráfico, un negocio que castiga con dureza a Centroamérica.
“Estamos enfrentando un problema que no es nuestro”, afirmó al diario ALnavío Arkel Benítez, secretario general de la Conferencia Ministros de Justicia de los países Iberoamericanos (Comjib). Nacido en Guatemala, donde fue viceministro de la Prevención y la Violencia en 2012, se ha codeado casi a diario con un terror que, dice, procede de fuera. Mientras trabajó en el Gobierno, la tasa de homicidios fue de 27 por cada 100.000 habitantes en un año. Hoy es ligeramente inferior, pero sigue siendo igual de impactante: 25 por cada 100.000.
La droga se produce en los países del sur y se consume en EEUU. Centroamérica es la región de tránsito.
Tal como explicó Benítez, Centroamérica es el canal de tránsito del narcotráfico. “La droga sale de países como Bolivia y Colombia para luego venderse en Estados Unidos, principal comprador del planeta con un 39% del consumo mundial [según datos de las Naciones Unidas]. Pero no es que solo salga del sur. China, por ejemplo, quería convertir la región en un gran laboratorio e introdujo gran cantidad de equipos con el objetivo de generar químicos sintéticos”.
Aspectos todos ellos que contribuyen a que Centroamérica esté considerada como una de las regiones más violentas del planeta. Si la tasa de homicidios de Guatemala es elevada, la de sus vecinos del Triángulo Norte es aún mayor: en Honduras se producen 59 crímenes por cada 100.000 habitantes y en El Salvador, 81 también por cada 100.000.
En la región, el negocio de las drogas convive con otros igual de dañinos como el tráfico de órganos y armas. Benítez, preguntado por los remedios que pueden emprender las instituciones centroamericanas, señaló que es un asunto difícil al que no pueden hacer frente por motivos económicos. Por ejemplo, “desmantelar un cultivo de opio o marihuana puede costar un millón de dólares (934.000 euros)”.
El secretario general participó en el foro sobre violencia urbana organizado por el Ayuntamiento de Madrid. Allí compartió mesa de debate con otro guatemalteco, el alcalde de Villa Nueva, Edwin Escobar. Este, en la misma línea que Benítez, apuntó que no disponen de recursos para erradicar el crimen. “El narcotráfico genera beneficios tres puntos por encima del PIB de Guatemala [de 53.800 millones de dólares / 50.267 millones de euros]”.
Entonces, la solución, como dijo Escobar, tiene que ser global. “Es algo que involucra a todos. Somos un punto de tránsito. La droga pasa por Centroamérica para que se consuma en EEUU. ¿Las armas? Nosotros no producimos armas, vienen de fuera”, sentenció. Lo que de momento está claro, volviendo al informe del BID, es que la lucha contra el crimen está haciendo mucho daño a las economías de los países citados.
– Honduras perdió el 6,51% del PIB
– El Salvador: 6,16%
– Guatemala: 3,04%
– Otros países de la región: Bahamas (4,79%), Jamaica (3,99%) y Costa Rica (3,48%)
Cárteles de paz
En su opinión, erradicar la violencia es ahora mismo una odisea. Sin embargo, no lo es disminuirla. Juan José Martínez Solís trabaja para Cruz Roja y es encargado de la estrategia de prevención de la violencia en Centroamérica, México y el Caribe. “Tenemos que tratar este problema desde un punto de vista integral. La violencia es algo cultural, que se aprende. Por eso no solo nos preocupa lo que pasa con las maras o las bandas callejeras. También la violencia machista y la violencia doméstica”, declaró a este diario.
Además de este planteamiento teórico, Martínez apuntó que escuchar a los jóvenes es fundamental. “El 65% de las personas en Latinoamérica son jóvenes y muchas veces vemos que los gobiernos no les oyen ni les dan una voz”. Para conseguirlo, las diferentes comunidades de Cruz Roja organizan talleres de comunicación donde les enseñan a expresarse, usando, por ejemplo, el teatro.
Sobre soluciones también habló el rapero colombiano Jeison Castaño, Jeihhco. Natural de Medellín -la ciudad del narcotraficante más famoso del planeta, Pablo Escobar– ha visto y analizado lo que son capaces de hacer los cárteles de la droga, y ante esta experiencia encontró una solución que puede ser aplicable en cualquier territorio violento: “Crear cárteles de paz”.
Esta corporación funciona igual que una empresa, cosa que, tal como diagnosticó Jeihhco -en línea con el organismo caleño Think about peace o la fundación Interpeace, también presentes en el foro-, se extraña en las ciudades “violentadas” por el narcotráfico u otras actividades criminales. Para revertir este panorama, lo que propone este líder juvenil de Colombia es usar el arte no solo como vía de expresión, también de emprendimiento con el objetivo de generar competitividad.