Pedro Benítez (ALN).- A propósito del 35 aniversario de la caída del Muro de Berlín, valga la ocasión para recordar una película alemana del año 2006, “La vida de los otros”. Este filme se ha convertido casi en una obra de culto porque ilustra, de manera bastante descarnada (y muy humana), uno de los aspectos más tétricos del régimen comunista que dominó la República Democrática Alemana (RDA) hasta 1989.
Con esa inclinación tan característica de burlarse de su propia desgracia, el humor lo cubano la rebautizó como “la vida de nosotros”.
Ambientada en el Berlín 1984, la cinta pone de manifiesto la degradación intima a la que lleva, de manera inexorable, el ejercicio del poder absoluto. La historia tiene tres protagonistas, un oficial de la Stasi, la policía política, y una pareja conformada por un prestigioso escritor y una popular actriz. Como parte de su labor, el primero, que funge de espía, se introduce en la vida íntima de los segundos, los espiados. De esa manera todo el ambiente opresivo y carcelario de aquella sociedad va quedando expuesto.
Pese a la propaganda de la época, que presentaba a la RDA como el país modelo del campo socialista, en realidad era una sociedad sometida por un sistema político bastante ineficaz para atender las necesidades materiales de la población, pero que, en cambio, fue muy eficiente para controlarla. Su obsesión consistía en ahogar cualquier atisbo de libertad, así como reprimir el malestar social, por medio de centenares de miles de agentes de la Stasi y muchos más centenares de miles de informantes civiles que espiaban y delataban a amigos, compañeros de trabajo y hasta familiares.
Todos se mienten, unos a otros
Era un estado de cosas bastante similar al descrito en la novela de George Orwell que, no por casualidad, se titula 1984. En ella, en y la película que citamos, todo el mundo aparenta ser y creer algo muy distinto a lo es y piensa. Pero esa es la única manera de sobrevivir en el sistema. Todos se mienten, unos a otros, y aunque todos saben que se mienten, siguen mintiendo.
El colmo del absurdo es que la ciudad donde se desarrolla la trama está cruzada por un muro, edificado con la intención de que la gente no huya del paraíso comunista al infierno capitalista. El muro está allí, todos lo saben, lo pueden ver; saben que esa realidad condiciona la vida de todos, pero, al mismo tiempo, la niegan. Se simula que no existe. Se habla de otra cosa. Aunque, de ser necesario, se le denominaba Muro de Protección Antifascista. Era la cruda imposición de la mentira sobre la verdad.
“La vida de los otros” sigue siendo popular
El libreto de la cinta está magníficamente escrito y mejor interpretado. Tal vez su mejor pasaje, o momento cumbre, ocurre cuando la bella protagonista, víctima del escondido acoso sexual por parte de un todopoderoso jerarca del régimen, confrontada por su pareja, le contesta: “… ¿No necesito este sistema? Entonces, tú tampoco lo necesitas. Aun menos que yo. Pero también te acuestas con ellos. ¿Por qué lo haces? Porque a ti también pueden destruirte, a pesar de tu talento y tu fe. Porque ellos deciden a quién se interpreta, quién actúa y quién puede dirigir…”.
En beneficio del amable lector que no la haya visto, evitamos aquí la tentación de hacer spoiler. Sin embargo, agreguemos que “La vida de los otros” sigue siendo muy popular tanto en Alemania como en los países del extinto bloque socialista. Durante décadas esas sociedades se vieron obligadas a hacer de la simulación cotidiana un modo de vida, dando como ciertas situaciones que rayaban en lo absurdo.
Hemos citado el caso del Muro de Berlín, pero en aquel mundo también se fingían los aplausos en los eventos públicos, y en no pocas ocasiones, se llegaron a exhibir frutas y hortalizas falsas en beneficio de la propaganda oficial. O, como ocurrió en Polonia, en 1980, cuando un régimen que decía gobernar en nombre de los trabajadores, disolvió y arrestó a los líderes del sindicato independiente Solidaridad.
El Muro de Belín en la RDA, el bloqueo en Cuba
Como una muestra de la Guerra Fría perdida en el mar, ese es el tipo de régimen/sociedad que mal sobrevive en Cuba. Un sistema quebrado, ruinoso, a todas luces inepto, excepto para una sola tarea: espiar y controlar a su población.
La permanencia del castrismo en la Isla se explica por una especie de inercia en la cual todavía (aunque cada vez menos) una parte importante de la población desconfía de la otra parte; unos y otros simulan; aunque todos saben que se mienten. En la RDA el gran engaño era el Muro, en Cuba es el Bloqueo.
Pero como cada vez es mas evidente que menos cubanos están dispuestos a aceptar callados la farsa, el sistema se ve obligado a aplicar mayores dosis de represión.
Esos métodos de control social son los que el castrismo exportó a la Venezuela chavista. El espionaje constante de la vida íntima de los opositores conocidos o no tan conocidos, las campañas de desinformación, la siembra de la intriga y de la desconfianza de unos venezolanos contra los otros. Es el papel de los patriotas cooperantes.
Un método que no funcionó en Venezuela
En una parte de la película el superior del agente de la Stasi le dice que debe espiar a unos enemigos del país. Obsérvese, no a unos opositores o descontentos. A unos enemigos. El primer paso para deshumanizar al ciudadano que se considera desleal.
No obstante, hay razones para afirmar que en el caso venezolano el método no ha sido del todo eficaz. Ciertamente, ha sido útil al propósito de sostener a la élite chavista en el poder, eso sin duda. Pero no para domesticar o controlar al resto de la población. Y para muestra de esa afirmación miremos al 28 de julio pasado.
Pese a las evidencias, tan inocultables como el Muro de Berlín, la élite chavista, y sus servidores inmediatos, insisten en simular que un pueblo feliz y satisfecho por los innumerables éxitos del Gobierno sigue resistiendo y apoyando a la “revolución”. Sin embargo, ellos saben que mienten; saben que todos los demás saben que mienten; pero siguen mintiendo. ¿Por qué razón? Porque la peor parte de la opresión ocurre dentro de ese mismo grupo. Allí impera el miedo y la paranoia. De unos contra otros. Todos simulan, cantan, aplauden y gritan las repetidas consignas. Aparentan que se engañan, mientras el resto del país los observa. Así funciona el sistema. Es la vida de ellos.
@PedroBenitezF.
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