Mariveni Rodríguez (ALN).- La galería y casa de subastas Odalys, con sede en Caracas, Miami y Madrid, robustece su grupo empresarial con 280 subastas y 70 exposiciones como aval. Proyectos audaces como las Ediciones de Arte, la Fundación, In-Situ Arts Projects y Proyecto Colosal dan de sí tanto si suman como si restan a su bien ganada fama. Todos estos proyectos están capitaneados por la física nuclear venezolana Odalys Sánchez, a quien en sus comienzos en Madrid no le importó ser llamada “sudaca” (aun teniendo raíces españolas) para crear una plataforma de coleccionismo, venta y proyección de arte en Europa. Hoy es la primera broker capaz de subastar media hora del tiempo del Rey de España o de Cristiano Ronaldo, si se diera el caso.
“El coleccionismo se crea con la posesión de las obras. Es algo emocional. No se crea con la exhibición o visita a exposiciones. Tiene que ver con la sociología de las personas”, advierte Odalys, a secas. “Pujarlo todo”, ese es su mantra. Desde un Gabriel Bracho, un Marc Chagall, hasta, obviamente, un Virgilio Trómpiz que sigue seduciendo a los venezolanos.
Corrida en siete plazas, Odalys podría vender media hora del tiempo de alguien sin rematar el costo de la obra de un artista ni su propio prestigio hecho a pulso de pujar durante todos estos años en Latinoamérica. La subasta del tiempo. Es su próxima idea. En un instante subastará media hora del tiempo de alguien famoso: desde el Rey de España hasta un chef. “Yo me quedaría con media hora de Cristiano Ronaldo”, dice.
Su apuesta ha sido el arte latinoamericano y también piezas universales que le han valido el reconocimiento de ser la primera casa de subastas de América Latina, con proyección desde México hasta la Patagonia. Así, sin prisa pero sin pausa, Odalys responde a una llamada de la familia, mientras retoma la conversación inmediatamente: “¿Mis armas? Haber hecho 70 exposiciones, tener a los mejores curadores, críticos y coleccionistas. Venir a España me da empoderamiento. Aquí Odalys es una marca”, reconoce con una adrenalina que contagia.
Vivir con color a través del cinetismo cromático
Odalys es Odalys. Ella habla del In-Situ Arts Projects y del centenario edificio Montalbán 11, donde cada apartamento tiene una obra de 2×2 metros. Habla del mural de Induction Chromatique à Doublé Fréquence del artista franco-venezolano Carlos Cruz-Diez y del ascensor intervenido por el mismo artista que recibe a los interesados en el cinetismo. “La idea es crear proyectos de integración de obras de arte a espacios arquitectónicos”, explica sin jactarse, pero reconociendo que ha logrado transformar un edificio histórico en una experiencia multisensorial donde el color es el protagonista.
“El próximo edificio estará en la calle madrileña San Bernardo y va a ser como un museo, con obras de artistas urbanos españoles e internacionales. En paralelo estamos trabajando el Proyecto Colosal en Madrid Río, recorrido de arte urbano que acercará a la gente al río Manzanares”, adelanta Odalys mientras el martillo de la subasta online 280 titila en su web, la mensajería de Whatsapp y todos los medios que tiene a su alcance empiezan a trabajar para esta máquina que pendula entre Caracas, Miami, Madrid (calle Orfila, 5) y, próximamente, París.
Tener inventariados todos los museos de Venezuela
“Trabajo con mi patrimonio. Con sangre, sudor y lágrimas. Porque aquí la batalla legal es difícil. Cuando llegué, hace 16 años, me tildaron de ‘sudaca’, teniendo como padre a un canario, como madre a una gallega y viviendo en el barrio Chamberí. Había muchas casas que subastaban desde un Goya hasta un bastón. Yo no, yo hago subastas temáticas; no remates”, dice mientras sus manos parecen coger el martillo, pero no, en realidad es una copa de un cocktail “Piloto” que acaba de conocer. “¿Esto tiene Amargo de Angostura? Porque tengo un libro original donde aparece la primera receta de su autor, Johann Gottlieb Benjamin Siegert, médico cirujano al servicio de Simón Bolívar. De arte venezolano he tenido de todo. Colecciono primeras ediciones de libros venezolanos, tengo la revista El Cojo Ilustrado, por ejemplo”.
Desde sus 27 años de edad Odalys ha pujado arte internacional, venezolano, ha hecho subastas benéficas, in situ o en línea. Actualmente suma 280 subastas. En España se dirige al coleccionismo español: Tapies y los informalismos venezolanos. “Los españoles no sabían la influencia que tienen del informalismo español artistas venezolanos como Mateo Manaure, Jesús Soto, Oswaldo Vigas, Jacobo Borges y todo El Techo de la Ballena”, dice sorprendida aún.
“Tenemos -explica- una plataforma digital muy robusta que nos permite comercializar tanto en subasta como en venta directa miles de obras simultáneamente. Estamos ya en la capacidad (tecnológica) de hacer exposiciones virtuales, simulaciones 3D de proyectos de integración de arte y arquitectura, y una estructura de venta -con capacidad para financiar- a través de subastas simultáneas de obras de arte y objetos coleccionables. La idea es que puedan adquirir mejores obras que enriquezcan sus colecciones y también representen una inversión segura, un valor refugio en tiempos de crisis”. Esto lo dice segura de haberse adelantado a estos tiempos que la pandemia del coronavirus exige.
¿Los tesoros de Odalys, cuáles son y cómo los valoraría? Esta es una pregunta que se hacen todos. Y a la que ella responde sin tapujos. “Tengo una colección de más de 5.000 obras: de fotografía antigua, antes de los años 50, daguerrotipos, calotipos, tarjetas de gabinete; representación de la obra de Alfredo Boulton (Caracas, 1908-1995), Antonio Herrera Toro (Carabobo, 1857-1914), Carlos Eduardo Puche (Caracas, 1923 -1999), Claudio Perna (Italia, 1938-Cuba, 1997), Arturo Michelena (Valencia, 1863-1898), la Escuela de Caracas (1912)”.
Y así, como quien dice poco y mucho esta marchand d’art que sabe que cada minuto cuenta, que el tiempo tiene un valor y un sentido, suelta esta perla: “Tengo inventariados a todos los museos de Venezuela. Lo hice para protegerme yo. Para que no pasen por mí obras de ningún museo. Es un regalo que tengo al próximo presidente de Venezuela”.
Quizá por esto cataloga su propio tiempo: “Ni vendo en este momento ni compro por necesidad”.