Pedro Benítez (ALN).- Es un accesorio modesto, sin pretensiones; puede pasar discretamente inadvertido por mucho tiempo, incluso por años, sin necesidad de usarlo. De hecho, las carrocerías de los vehículos automotores han sido diseñadas a fin de que no se note su presencia, permaneciendo oculto, por lo general, a primera vista. En algunos modelos se le ubica en la portezuela trasera, con lo cual tiene doble utilidad puesto que sirven de parachoques. Con él no hay mayores complicaciones. Nunca molesta; no sobra; no le quita espacio a nada, ni a nadie. El caucho de repuesto es un accesorio de bajo perfil. ¡Pero como hace falta!
Resulta imprescindible en el momento más crítico. Cualquier conductor con sentido de prudencia o suficiente experiencia sabe que, en la circunstancia más inesperada e inoportuna, lo necesitara. Los más precavidos están pendientes de revisar regularmente su condición y cercioran que se mantenga con la presión de aire adecuada. La experiencia enseña (a los que quieren aprender, evidentemente) que un caucho de repuesto es tan importante como los otros cuatro. Con él se aplica aquello de que es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo.
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No obstante, siempre, de manera inevitable, se le va a necesitar. Es una de esas leyes de la vida tan ineludibles como las de Newton. Tarde o temprano todo chofer experimentará esa sensación frustrante que se produce al percatarse que uno de los cauchos del vehículo que conduce se ha pinchado, dañado o explotado.
La contrariedad recibirá cierto alivio al levantar la cajuela del auto y constatar que allí se encuentra. ¡En buen estado! Años sin verlo ni pensar en él, pero de manera fiel, dispuesto a cumplir con su tarea.
¡Ojalá siempre tengas tú caucho de repuesto!
Es muy común, en realidad es lo que suele ocurrir, que ese tipo incidentes acontezcan encontrándose uno lejos de casa, o en un paraje desconocido; con bastante probabilidad sin el servicio alguna cauchera disponible en los alrededores y en la tarde noche, cuando no en esas horas del día en las que el Sol hace rato se ha ocultado. También es frecuente que el desperfecto sorprenda al confiado conductor y a sus posibles acompañantes en una vía de mucho tránsito; en este caso el problema no consiste en encontrarse en medio de la soledad, sino, por el contrario, siendo un peligroso obstáculo para otros vehículos. En este escenario, a la contrariedad del hecho en sí mismo, se suma la premura por resolver. ¡Y ojalá tengas tú caucho de repuesto!
Este va a cumplir con su tarea asignada, facilitará la llegada al destino, permaneciendo de sustituto hasta que el original haya sido refaccionado o reemplazado por uno nuevo. Una vez efectuada la tarea, regresará sin mayores resistencias al lugar de su discreta oscuridad, con la satisfacción del deber cumplido y el agradecimiento del usuario. Su servicio, junto con la circunstancia que lo propiciaron, siempre permanecerá en la memoria.
Como hemos recordado, los cauchos se dañan en la ocasión menos oportuna. Es una fija. Sin embargo, este tipo de percance también da la oportunidad de conocer el mejor lado de la naturaleza humana. Al menos en Venezuela es corriente que aparezca una mano amiga; ese buen samaritano que, a cambio de nada, acompaña su disposición de brindar apoyo moral y físico ante la situación con la pregunta obligada: ¿Tienes caucho de repuesto?
Un detalle insignificante
Así, en el proceso de bajarlo de la maleta, levantar el auto con el gato hidráulico (otro accesorio del que siempre hay constatar su presencia), aflojar las tuercas con la llave de cruz y completar el cambio, surgen nuevas amistades. Se intercambian anécdotas, chistes y hasta es posible que una que otra bebida espirituosa. Se han dado casos de amores surgidos alrededor de un caucho de repuesto. Es el tipo de situaciones en las que personas que de otra manera nunca se conocerían entran en colaboración a cambio de nada.
En países como el nuestro, en donde las vías públicas y el parque automotor han padecido un implacable proceso de deterioro, a lo que debemos agregar el tema de la inseguridad por parte de actores antisociales o miembros de los cuerpos de seguridad que le hacen competencia, es todavía más importante asegurarse de llevar en el vehículo la llanta de refacción, junto con los demás instrumentos que atienden la contingencia descrita.
Es curioso como los funcionarios policiales que detienen, sin razón ni motivo, a confiados conductores para solicitar (también sin razón ni motivo) “los papeles de carro”, nunca revisan la maleta del vehículo a fin de verificar que allí, en su sitio, se encuentre el repuesto de los cauchos. Uno se imagina que debe existir alguna norma de tránsito que sancione al propietario del mismo por ese descuido. Parece que se da por hecho que nunca faltara. Un detalle insignificante, pero cotidiano, que ilustra la ausencia de Estado de derecho que impera en esta Tierra de Gracia donde, en vez de la fuerza de la ley, domina la ley de la fuerza. Una de las razones fundamentales, quizás las más importante, que explica nuestras desgracias colectivas.
No es prudente salir a la calle sin caucho de repuesto
Llevado a otros extremos es como ir a una elección en la que se supone se debe seleccionar por voto popular al cargo más importante del país, pero a la favorita en todos los sondeos la censuran en los principales medios nacionales, la inhabilitan (porque al alto poder político le dio la gana), parte de su comando nacional de campaña se encuentra detenido (sin fórmula de juicio) en los calabozos de la policía política, con otros asilados en una embajada, mientras que el registro de varios partidos ha sido cancelado, también sin razón ni motivo.
Y todavía, pese a todo eso, no faltan los que la critican por hacer campaña (en medio del constante hostigamiento del Estado) en favor de un ciudadano por el que declinó, al que afortunadamente se pudo postular, y que de manera todavía más afortunada cuenta con la formación y experiencia profesional que va a requerir el país para los meses que vienen.
En definitiva, un país en el que no es prudente salir a la calle sin tomar las previsiones más elementales que encuentren a la mano. Al menos las de rigor. No es sabio despreciar el posible servicio de nada y mucho menos de nadie. Los acontecimientos humanos están llenos de imponderables, aunque unos sean más controlables que otros.
Por todas estas razones animamos al amable lector de esta nota a que no deje pasar este recordatorio, vaya y revise el caucho de repuesto de su vehículo automotor. No lo deje para después.