(EFE).- El alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, afirmó este miércoles que sus servicios ampliarán la cooperación con los países de origen y tránsito para frenar la crisis migratoria y humanitaria desatada por la estrategia de Bielorrusia de enviar inmigrantes a las fronteras con la UE, dónde quedan varados sin permitirles el regreso.
En un debate con el pleno de la Eurocámara, Borrell recordó que la crisis se agravó en octubre cuando empezaron a llegar hasta las fronteras europeas masivamente personas que habían alcanzado Bielorrusia ya no solo desde Irak, como fue el caso en verano, sino desde muchos otros aeropuertos en Oriente Medio.
Hasta ahora, dijo, el Servicio Europeo de Acción Exterior ha estado en contacto con 13 países de origen y tránsito para informales sobre la situación y pedirles cooperación para «parar este flujo», en particular con las autoridades iraquíes, que tomaron medidas para suspender vuelos directos entre al país y Minsk.
Pero ahora estos contactos «tienen que ser más extendidos, puesto que no se trata de un viaje de punto a punto con solo uno o un par de actores, sino de toda una red de destinos con países de tránsito, que implica a muchas aerolínea y mucha gente», añadió.
Por ello el vicepresidente de la Comisión para el Estilo de Vida Europeo, Margaritis Schinas, visitará en los próximos días Abu Dabi, Beirut, Bagdad o Ankara, entre otros destinos, para abordar la crisis.
Al mismo tiempo, explicó Borrell, la UE está monitorizando potenciales nuevas rutas y vuelos de conexión y sus delegaciones en el extranjero se centrarán en informar a las «potenciales víctimas» en los países de origen de que «las promesas de entrada libre a Europa son falsas» y de que están «siendo robados» cuando se les pide pagar 6.000 o 7.000 dólares «por un viaje que no va a ningún sitio».
El alto representante comunitario insistió en que el problema detrás de esta crisis es el régimen del presidente bielorruso Alexander Lukashenko, que está «utilizando a seres humanos como armas» para lograr «propósitos políticos».
Por ello, dijo, la UE estudia ya la adopción de un nuevo paquete de sanciones (el quinto) contra el régimen que incluya a los responsables de contribuir a la crisis en las fronteras comunitarias.
Borrell insistió en la dimensión humanitaria de la crisis, que deja en pleno invierno a hombres, mujeres y niños a la intemperie, sin calefacción, ni alimentos y sin poder cruzar a la UE -en concreto a Polonia, Letonia o Lituania- pero tampoco regresar a Minsk porque las fuerzas de seguridad bielorrusas no lo permiten.
En este sentido, llamó a exigir a Minsk que dé acceso a las organizaciones humanitarias a las zonas dónde se encuentran los migrantes y a crear un corredor humanitario para que puedan regresar.
El portavoz del PPE en la Eurocámara, Manfred Weber, afirmó que para su partido «no se trata de una crisis migratoria», sino de un «ataque híbrido» de Lukashenko contra la UE en represalia por las sanciones e insistió en que la UE debe enviar el mensaje de que «no se dejará chantajear», así como actuar con respeto hacia los migrantes, las «víctimas» de esta crisis.
Asimismo defendió la posibilidad de que la UE financie la construcción de alambradas para frenar los flujos masivos, aunque -dijo- no es la opción que su partido querría ver, y que se sancione a las aerolíneas que participen en la estrategia de Lukashenko.
Los Socialistas y Demócratas y los Verdes, por el contrario, pidieron a la Comisión Europea que rechace la posibilidad de construir vallas con dinero comunitario, aunque apoyaron la idea de sancionar a las aerolíneas.
«El régimen de Lukashenko no puede eximirnos del cumplimiento de la ley que el tirano se empaña en despreciar: las devoluciones en caliente son ilegales y el derecho al asilo debe prevalecer», dijo la portavoz socialista, Iratxe García.