Leticia Núñez (ALN).- El director para las Américas de Transparencia Internacional asegura que los casos de corrupción en Latinoamérica han conseguido que la población reaccione y exija transparencia. Considera que hay elementos que “demuestran que sí se puede luchar contra esta lacra”. Todo cuanto sucede tiene un lado bueno y otro malo. También cuentan con esa parte positiva aspectos que, a priori, suscitan un rechazo enorme. Es el caso de la corrupción. Y más concretamente, de Odebrecht, la empresa brasileña que habría sobornado a funcionarios públicos del gobierno de 12 países latinoamericanos durante los últimos 20 años para obtener contrataciones públicas a cambio. Así lo defendió este miércoles el director para las Américas de Transparencia Internacional (TI), Alejandro Salas: “Los casos de corrupción en Brasil tienen aspectos positivos, y es que han demostrado que en el país existen autoridades valiosas como los jueces o los fiscales, que son quienes están dando la cara. Son elementos que demuestran que sí se puede luchar contra esta lacra”.
En una conferencia celebrada en Casa de América (Madrid), Salas también aseguró que los países de Latinoamérica “están empezando a reaccionar y ya se están apoyando mutuamente”. En este sentido, señaló a Colombia como la primera en hacerlo al poner en marcha una serie de medidas destinadas a combatir la corrupción. Por ello, afirmó rotundo: “Esto es un aspecto positivo. El dinero se esconde en paraísos fiscales y cruza fronteras. Es necesaria la colaboración entre los diferentes países”. En su opinión, este “esfuerzo coordinado” entre los países “es una buena lección que antes no se daba”.
No hay ninguna evidencia que permita afirmar que hoy hay más corrupción en América Latina que hace unos años”
Según Salas, que calificó el escándalo Odebrecht como “una forma de crimen organizado”, la población latinoamericana no solo ha despertado, sino que ya reacciona de forma crítica ante los escándalos de corrupción. Dicho de otra manera, hay menos tolerancia ante tal lacra: “Ahora en Brasil salen a la calle con fotos del juez Moro (instructor del caso). Eso es muy extraño, ¡quién sale con las fotos de un juez! Pero es un cambio importante. Ahora la gente sí se queja y sí pone presión”.
Todo ello, explicó el director para las Américas de TI, gracias a que “muchos latinoamericanos han superado la pobreza extrema y ya son una clase media emergente” que ha pasado de pensar casi exclusivamente en cómo sobrevivir a desear que sus hijos tengan más oportunidades. “Ahí es donde la gente se da cuenta de que, si hay corrupción en una concesión pública, no se mejorará el transporte público”, agregó tras arrancar su intervención dejando claro que ni predicaría ni hablaría desde una visión moralista. “Vengo de México y he visto el problema. De hecho, mi primer contacto con la corrupción se produjo cuando tenía 14 años y mi padre me regaló un permiso para conducir”. Pese a que la población ha respondido a la corrupción, Salas no dudó en afirmar que siguen existiendo “problemas sistémicos graves”.
“Necesitamos que se mueva toda la sociedad”
Salas y Villoria defendieron que la clave para luchar contra la corrupción es la calidad democrática / Flickr: Casa de América
Más allá del “esfuerzo coordinado” entre los países latinoamericanos, Manuel Villoria, catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, defendió en el mismo acto la importancia de impulsar reformas a largo plazo. “Estos movimientos no solo necesitan que caigan cuatro o cinco políticos, sino que haya medidas de futuro para acabar con la impunidad”.
“Si en un país X, todas las personas dijeran que no pagan ni un soborno más, se acabaría la corrupción. Pero claro, ¿quién es el primero en hacerlo?”, planteó Villoria, para casi a renglón seguido ofrecer una solución. “Necesitamos que toda la sociedad se mueva. El salto se consigue con acción colectiva y en Odebrecht hay cierta acción colectiva”. A ello contribuyen en buena medida las nuevas tecnologías como generadoras de opinión pública para sancionar a los corruptos. Además, Villoria aseguró que “el partido político de turno tendría que perder las elecciones. Que vean que quien la hace, la paga”. En caso contrario, lamentó, “sería imposible”.
“En España no estamos mucho mejor”
La comparación era inevitable. ¿En España estamos mejor que en América Latina? “No mucho mejor”, respondió el catedrático. “No hay grandes diferencias con países como Chile, Uruguay o, incluso, Costa Rica”, continuó para añadir: “Es evidente que nos podrían dar lecciones”. Pese a que casos como el de las tarjetas black, Bárcenas, la trama Gürtel o Púnica copan las portadas de los principales periódicos españoles y la gente tiene la sensación de que hay más corrupción, Villoria apuntó que “lo que probablemente hay es una mayor percepción de la misma. Tenemos menos corrupción que en Latinoamérica, una baja corrupción administrativa y una alta corrupción política”.
En esta misma línea se pronunció Salas. Tras manifestar que no hay “ninguna evidencia que permita afirmar que hoy hay más corrupción en América Latina que hace unos años”, el director de TI insistió en que en la actualidad “el tema sí es más visible”. “Parece que importa más. Hay sectores dispuestos a decir ‘hasta aquí’ y algunas instituciones sí que funcionan. Es un momento clave”, zanjó al respecto.
¿La solución?
Para Villoria, la clave está en la calidad democrática puesto que la democracia sin más no es una garantía contra la corrupción y, en su opinión, “empieza a tener efectos a partir de 50 años”. “En la calidad de la democracia hay instituciones que controlan el poder, que impiden, por ejemplo, despedir a 5.000 funcionarios profesionales o a los jueces, porque son una garantía para el futuro del país”, dijo.
Los casos de corrupción en Brasil tienen aspectos positivos, y es que han demostrado que en el país existen autoridades valiosas”
Salas también defendió la calidad democrática como valor relevante. Y lo hizo descartando la riqueza como factor decisivo. Puso como ejemplo a Venezuela: “Es el país que presenta una mayor corrupción y no es de los más pobres de la región”. “La captura de las instituciones por el Ejecutivo y el partido en el poder deja sin contrapeso al poder. En estos países la prensa se encuentra bloqueada o ha sido comprada. El motivo por el que Venezuela está tan mal es la falta de control sobre el poder. En Chile y Uruguay esta corrupción no está extendida ni normalizada”, manifestó.
Finalmente, ambos se mostraron a favor del papel que juegan los medios de comunicación en las investigaciones sobre corrupción y aseguraron que “aquellos países con más libertad de prensa tienen menos corrupción”.
Una última propuesta por parte de Transparencia Internacional: crear un registro de los propietarios de las empresas. “Se trata de una medida de transparencia muy clara contra la corrupción”, concluyó Salas.