(EFE).- Un total de 6.618 personas murieron en 2023 intentando llegar a las costas de España, una media de 18 cada día, cifra que casi triplica la registrada en 2022, cuando perdieron la vida 2.390 migrantes, según la ONG Caminando Fronteras.
Esta organización presentó este martes en Madrid la nueva edición de su informe ‘Monitoreo Derecho a la Vida’, que sitúa al 2023 como el año «más mortífero» desde que comenzó a tener registros, en 2007.
La mayoría falleció en la ruta atlántica hacia las islas Canarias. Entre las personas que perdieron la vida en su intento de llegar a España había 363 mujeres y 384 niños y niñas.
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Del total de fallecidos, la gran mayoría, 6.007, murió en la ruta atlántica hasta Canarias, mientras que 434 personas perdieron la vida en la ruta argelina del Mediterráneo occidental; 147 migrantes, en el Estrecho de Gibraltar y 30, en la ruta de Alborán (la parte más occidental del Mediterráneo).
Estos datos corresponden a un año en el que las embarcaciones precarias que llegaron a las islas Canarias (Atlántico) trajeron a 39.910 personas, lo que disparó el número de inmigrantes que intentaron entrar de forma irregular a España hasta los 56.852, un 82,1 % más que en el año anterior, según el Ministerio del Interior.
Más de 80 embarcaciones rumbo a España
Caminando Fronteras publica regularmente las cifras de fallecidos en las travesías que se dirigen hacia España, que obtienen a través de las alertas que reciben desde el mar y con la información de familiares y comunidades migrantes.
El pasado año contabilizó 84 embarcaciones que desaparecieron con todas las personas a bordo.
Los meses de octubre (2.370), junio (1.197) y noviembre (1.023) concentran la mayoría de las víctimas.
Entre los fallecidos hay personas originarias de 17 países: Argelia, Bangladesh, Camerún, Costa de Marfil, Gambia, Guinea Conakry, Islas Comores, Mali, Marruecos, Mauritania, Palestina, República Democrática del Congo, Senegal, Siria, Sudán, Túnez y Yemen.
Rutas más largas y peligrosas hasta Canarias
Los datos de hoy vuelven a situar la ruta canaria, a través del Atlántico, como «la región migratoria más letal del mundo» y ponen el foco en el reciente aumento de salidas desde lugares más lejanos, como Mauritania, Senegal y Gambia.
La llegada a Canarias de más embarcaciones procedentes de Senegal a partir del mes de junio lo atribuyen a la gran inestabilidad social y política del país, lo que se tradujo en que más de la mitad de las víctimas mortales registradas en su camino a Canarias (3.176) viajaban desde este país.
Por detrás de Senegal, los migrantes que murieron en 2023 en su intento de llegar al archipiélago canario viajaban desde la costa comprendida entre Agadir (Marruecos) y Dajla (Sáhara Occidental), es el caso de 1.418 de las víctimas mortales; de Gambia, desde donde viajaban 1.018 de los fallecidos, y Mauritania, desde donde salieron 395 de las personas que perdieron su vida.
La omisión del deber de socorro como práctica de control migratorio
Según la investigación de Caminando Fronteras, en muchas de las tragedias documentadas no se activaron medios de búsquedas y de rescate o, si se hizo, fue con una «tardanza importante» que puso en riesgo la vida de las personas.
Además, a menudo los servicios especializados sólo intervinieron en el momento del rescate a la gente que está en la embarcación, pero no continuaron con las labores de búsqueda de posibles supervivientes ni la recuperación de cadáveres.
La coordinadora y autora del informe, Helena Maleno, denunció que «se ha establecido en las fronteras del Estado español la omisión del deber de socorro como una práctica de control migratorio».
Según su análisis, los acuerdos con los países de origen como Marruecos están basados en la externalización de fronteras, lo que lleva a España a «presionar» para que los rescates sean efectuados por estos otros Estados, incluso cuando no tienen medios suficientes.
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