Leticia Núñez (ALN).- La Unasur de Hugo Chávez hace aguas una década después de su fundación. Colombia se va. Se suma a Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú. Y se marcha acusando al organismo de ser cómplice de la dictadura en Venezuela. Es otro golpe más a un proceso de integración latinoamericano en retroceso. El ALBA se desvanece. Y Mercosur intenta dejar atrás sus horas más bajas.
En apenas 20 días, Iván Duque ha pasado de las palabras a la acción. Asumió el poder en Colombia el 7 de agosto. Este lunes, día 27, llegó el anuncio de que el país abandonará la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). El mandatario considera que el organismo que fundó Hugo Chávez en 2008 para contrarrestar la influencia de EEUU en América Latina ha sido cómplice de la dictadura en Venezuela. Por eso se va.
Porque Duque, con esta postura, se consolida como una de las bestias negras del chavismo. Su intención no es otra que llevar a Maduro ante la justicia internacional.
La decisión de Colombia de abandonar Unasur es un golpe más al proceso de integración latinoamericano, pero a la integración que impulsó el chavismo, que estos días también vive el desvanecimiento del ALBA. Después está Mercosur, que intenta dejar atrás sus horas más bajas. Y la OEA, con múltiples altibajos.
“Duque no va a descansar hasta que logre dominar los problemas que le causa la ausencia de democracia en Venezuela y hasta que se inicie un proceso de reacomodo económico”, explica Beatriz de Majo, internacionalista y miembro del consejo editorial del periódico El Nacional, en declaraciones a ALnavío.
“Hay crisis pero es bueno que ocurra porque de esas cenizas se levantará un esfuerzo de cooperación cónsono con los tiempos”
En su opinión, con la salida de Colombia de Unasur, Duque envía un mensaje a la comunidad internacional de que “no comulgará con regímenes de izquierda, que desea recuperar el sentido de unión y cooperación que existió en Latinoamérica y que desea establecer distancia con el madurismo”.
De ahí la contundencia del presidente colombiano. Firmeza tanto en la carta que el Gobierno colombiano envió a Unasur para oficializar la salida del organismo, que se hará efectiva dentro de seis meses, como en las declaraciones que posteriormente ofreció a los medios. Aseguró que el bloque fue creado “para fracturar el sistema interamericano” y dijo que sirvió de “comodín” para “los propósitos de una dictadura”, la venezolana.
Criticó que Unasur “nunca denunció los atropellos” del gobierno de Nicolás Maduro. Por ello, zanjó: “No podemos seguir siendo parte de una institución que ha sido el más grande cómplice de la dictadura de Venezuela”.
Señalamiento a Ernesto Samper
Las palabras también pueden entenderse como un señalamiento hacia al expresidente colombiano Ernesto Samper (1994-1998), a quien Hugo Chávez definió en 2009 como una “de esas voces de Colombia que Venezuela debe oír”. Samper ocupó la Secretaría General de Unasur desde 2014 hasta 2017. Fue la peor época de la represión por parte del régimen chavista y, sin embargo, el expresidente no emitió una sola crítica.
Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, 2014 fue el año de mayor represión. Fue justo cuando Samper llegó al cargo. Las manifestaciones se dispararon 278%. El 72% de las protestas fue en rechazo al presidente Maduro. Se registraron 3.306 detenidos, 973 heridos y 42 fallecidos. El chavismo justificó la política represiva para “garantizar el orden interno”.
“Duque no va a descansar hasta que logre dominar los problemas que le causa la ausencia de democracia en Venezuela”
En 2015, miles de venezolanos volvieron a salir a las calles para conmemorar las protestas masivas contra el gobierno de Maduro del año anterior. De acuerdo con el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, en 2015 hubo una media de 16 protestas al día, para un total de 5.851. El 82% tuvo que ver con el reclamo de derechos económicos y sociales. Mientras, Unasur callaba. Samper optaba por el mutismo.
En 2016, también hubo protestas exigiendo la salida de Maduro, motivadas por la frustración de los ciudadanos ante el colapso económico, y Unasur también guardó silencio. Lo que no ocurrió con Samper en el cargo fueron las protestas que se originaron en abril de 2017 y que dejaron 157 muertos, según el citado observatorio. Ese 1 de abril el Gobierno venezolano se consolidó como un régimen violento. Pero en Unasur ya no había secretario general.
Precisamente desde 2017 no se ha designado una nueva personalidad para asumir el cargo. El gobierno de Mauricio Macri impulsó la candidatura del diplomático argentino José Octavio Bordón, pero Venezuela se opuso.
Algunos analistas, de hecho, vinculan la decadencia de Unasur con la gestión de Samper. Es el caso de Beatriz de Majo. “Claro que el manejo de Samper de esta institución ha influido en su declive. América Latina ha virado hacia el centro y hacia la defensa de la institucionalidad en la medida en que Samper se volvía un defensor de regímenes autocráticos”, señala.
Algo que también comparte Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano. “Si desde su creación Unasur fue una institución al servicio de la política exterior de Chávez, bajo Samper aumentó la sensación de subordinación al chavo-madurismo. La mediación en la crisis venezolana, cuyo objetivo principal era propiciar el diálogo entre Gobierno y oposición, naufragó por su parcialidad y por la resistencia de Maduro a ceder en cuestiones básicas”, señaló en un análisis publicado en El Heraldo de México.
Las claves de la crisis de Unasur
Una década después de su fundación, Unasur hace aguas. Su futuro es una incógnita. Máxime después de que Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y la propia Colombia anunciaron a finales de abril que dejarán de participar de manera indefinida en el organismo. No obstante, hasta ahora, sólo Colombia ha hecho oficial la marcha. Los seis alegaron problemas de funcionamiento de la institución, falta de consenso y carencia de Secretaría General.
Dicho de otra manera, el organismo que en su día lideraron Hugo Chávez en Venezuela y Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil, coincidiendo con el giro a la izquierda en América Latina, hoy está roto por la mitad. Hay un mapa nuevo. Unasur ha perdido a la mitad de los miembros. Se mantienen Bolivia, Ecuador, Guyana, Surinam, Uruguay y Venezuela. Queda en suspenso el bloque de los 12 países que agrupó a 388 millones de personas y un Producto Interior Bruto (PIB) de 1,9 billones de dólares, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de la ONU.
En la crisis de Unasur ha influido la falta de liderazgo tras la muerte de Hugo Chávez en 2013 y la deriva autoritaria del régimen de Maduro. “El fallecimiento avisó un futuro irrepetible. Ni surgiría un líder capaz de seguir impulsando el proyecto hegemónico cubano-venezolano ni el comienzo de la crisis económica de Venezuela permitiría seguir bombeando petrodólares a los gobiernos amigos con la intensidad pasada”, señala Malamud en El Heraldo.
En esta línea también se expresa Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). “Aquel proyecto de integración que impulsó Chávez en América Latina se está viniendo abajo. El proceso no es de ahora. Arranca con la muerte de Chávez en 2013. Fue un golpe duro. Ahora se suma la crisis económica venezolana”, explica a este diario. El argumento es sencillo: Caracas era el banco que financiaba a la izquierda latinoamericana. Ahora ha pasado de ser un país donante de dinero a uno necesitado de donaciones (Ver más: Venezuela, el país rico que despilfarró la plata).
Otra causa que apuntan los expertos es el cambio político en la región. Es decir, el giro a el centro-derecha que se dio tras los triunfos de Mauricio Macri en Argentina, Pedro Pablo Kuczynski enPerú y Sebastián Piñera en Chile. A ello se sumó que tras la destitución de la presidenta izquierdista Dilma Rousseff, asumió el poder el conservador Michel Temer. No obstante, ese giro se ha visto interrumpido este año con la victoria de la centro-izquierda con Carlos Alvarado en Costa Rica (el pasado abril) y del izquierdista Andrés Manuel López Obrador en México (el 1 de julio).
Los gobiernos de centro-derecha no sólo se ubican en las antípodas del bolivarianismo, sino que también han mejorado las relaciones con Washington en los últimos años. “La victoria de Macri en 2015 permitió especular con el agotamiento del bolivarianismo y la reemergencia de la centro-derecha regional”, tal como manifestó Malamud.
“Unasur no tiene sentido de existir”
Según Rogelio Núñez, revitalizar Unasur “dependerá de quién gane las elecciones en Brasil el próximo octubre y de las fortalezas que tenga. Más allá no veo muchas opciones porque los países no comulgan con la tendencia que tuvo Unasur. Se ha quedado sin sus pilares, como por ejemplo, los Kirchner en Argentina”.
De Majo va más allá. En su opinión, Unasur “va a quedar para el decorado”. Y lo argumenta así: “Los países que han suspendido su membresía suman un PIB importantísimo en la región. El diálogo político es inexistente y los dos grupos se dan la espalda”. Por ello, la internacionalista concluye: “Esta instancia no tiene sentido de existir”.
Proyectos en decadencia
Pero Unasur no es el único proceso de integración en claro retroceso. Hay otras alianzas que sobreviven con inercias infructuosas.
La semana pasada Ecuador anunció su salida de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) que promovieron Hugo Chávez y Fidel Castro en 2004. El gobierno de Lenín Moreno se aleja del chavismo. El ALBA ya no es lo que era. Vive un momento crítico. Se va Ecuador, al que Rafael Correa sumó a la órbita chavista en 2007. La decisión de Lenín Moreno compromete seriamente el futuro del organismo (Ver más: El gobierno de Moreno se aleja del chavismo).
Después está el Mercado Común del Sur (Mercosur), que integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Basta un ejemplo: llevan casi 25 años discutiendo con la Unión Europea sobre cómo intercambiar bienes y servicios pero no logran ponerse de acuerdo. Y todo a pesar de que cuando nació en 1991 pretendía convertirse en algo así como la UE del continente: arancel externo común y condiciones adecuadas de competencia.
2016 fue un año de inflexión. Mercosur atravesó sus horas más bajas con la exclusión de Venezuela al tiempo que Argentina mira cada vez de cerca al bloque comercial rival, la Alianza del Pacífico, que forman México, Chile, Perú y Colombia.
Qué decir de la Organización de Estados Americanos (OEA). Más estable, pero también con altibajos. Incapaz en un principio de establecer una posición común frente al régimen de Maduro, la institución que preside Luis Almagro inició en junio el proceso para expulsar a Venezuela. Fue la primera vez que la Asamblea General, el órgano político más importante de la OEA, aprobó una resolución sobre la crisis venezolana.
Mientras, la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) permanece sin norte. Ya ven, es la crisis regional de la integración latinoamericana, donde hay excepciones comoCaricom, una organización de 15 naciones del Caribe y dependencias británicas fundada en 1973.
Pese a ello, De Majo se muestra optimista: “Hay crisis pero es bueno que ocurra porque de esas cenizas se levantará un esfuerzo de cooperación cónsono con los tiempos, liberal, respetuoso de las particularidades de cada país y que saque ventajas de las fortalezas de cada uno”.