Pedro Benítez (ALN).- Algo se mueve en las alturas del régimen de Nicolás Maduro. La fuga del dirigente opositor Leopoldo López hacia España ha desatado una nueva dosis de represión, pero también extrañas movidas en las alturas del poder madurista. El general Néstor Reverol, pieza clave en el aparato de represión, se suma a la lista de militares que han perdido la confianza del poder supremo en un determinado momento. El tiempo dirá si es definitivo o sólo como escarmiento temporal.
En Venezuela se le llama “puerta giratoria” a la práctica del régimen de Nicolás Maduro de soltar un grupo de presos políticos para, a la vuelta de unos días, capturar a otros. Siempre de la manera más arbitraria posible. Una desaparición forzada por horas, para luego presentar acusaciones siempre (invariablemente) vinculadas a terrorismo, golpes de Estado o invasiones.
A menos de dos meses de la última liberación de un número importante de presos políticos (50 en total) ha comenzado una nueva razzia. En esta ocasión le ha tocado el turno a Roland Carreño, un periodista de larga experiencia en los medios impresos y audiovisuales venezolanos, y alto dirigente del partido Voluntad Popular de Leopoldo López.
¿La acusación? Conspiración, tráfico ilícito de armas de guerra y financiamiento al terrorismo. Todo eso producto de una “investigación” que no duró ni 24 horas. Sin derecho a la defensa ni abogados que lo asistan. Ni siquiera su familia ha podido verlo. Lo usual. El acusador es el fiscal general designado por la Constituyente de Maduro, Tarek William Saab, antiguo defensor de los derechos humanos, pero que hoy se especializa en todo lo contrario.
¿El motivo? La evasión de Leopoldo López de la Embajada de España en Caracas que a Nicolás Maduro le ha caído muy mal a juzgar por su reacción.
En las siguientes horas de la salida de López del país la policía política (Sebin) detuvo por unas horas a la cuñada de su hermana y a la abuela del embajador de Juan Guaidó en Chile, Carlos Millán. Personas que evidentemente no tienen nada que ver con el escape del dirigente opositor.
Pero a alguien hay que incriminar. Así sea de la manera más chapucera posible. Sin embargo, en esta ocasión la reacción no se ha limitado a perseguir opositores y ofrecerlos como chivos expiatorios ante el altar del radicalismo chavista.
La primera “víctima” al parecer ha sido (sorprendentemente) el ministro de Interior, general Néstor Reverol, uno de los funcionarios más leales con los que ha contado Maduro desde que llegó al poder en 2013 y a quien reemplazó de su cargo a las pocas horas de la fuga de López.
Reverol ya había sido titular del Ministerio del Interior entre 2012 y 2013, y luego comandante general de la Guardia Nacional (GNB) entre 2014 y 2016. Dos momentos clave en la consolidación de Maduro en el poder.
En este último cargo se destacó por ser el más radical de los miembros del Alto Mando militar en el enfrentamiento contra la Asamblea Nacional (AN) electa en diciembre de 2015. Esa actitud lo llevó a chocar con su superior jerárquico inmediato, el ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López.
Fuentes militares divulgaron por aquellos días la determinación de Maduro de reemplazar a Padrino López por él. Nunca antes un general de la GNB había ocupado ese puesto y se rumoró la resistencia de los militares a esa designación.
Como parte de los misterios del alto poder madurista eso no ocurrió y Reverol quedó fuera del comando de la GNB en julio de 2016. Pero un mes después Maduro lo hizo entrar a su gabinete como ministro de Interior. Desde allí fue uno de los operadores en la represión contra las protestas de 2017. En enero del año siguiente la Unión Europea aprobó una sanción personal en su contra por violaciones a los derechos humanos.
Al parecer Maduro no había desechado la idea de colocarlo al frente del Ministerio de la Defensa, puesto que hace apenas dos meses lo ascendió a general en jefe de la GNB. El primero en la historia de ese componente.
Néstor Reverol, degradado
Sin embargo, en una nueva demostración de cómo maneja las cosas, Maduro no ha tenido inconveniente en designar intempestivamente a Reverol como ministro para la Energía Eléctrica.
Una evidente degradación al mejor estilo soviético. Cuando un alto funcionario caía en desgracia en la Unión Soviética ante el poder supremo, lo mandaban a un cargo de rango inferior para el cual no estaba calificado.
El general Reverol evidentemente carece de preparación alguna para enfrentar el caos del servicio eléctrico en Venezuela. Pero eso a Maduro es lo que menos le interesa. Que regiones enteras del país se queden sin electricidad por horas le tiene sin cuidado. Lo suyo es (y ha sido) el manejo de las piezas del poder.
El mensaje es muy claro. Maduro responsabiliza a Reverol por la fuga de López. ¿El motivo de fondo? ¿Un acto de intemperancia de quien se ha acostumbrado al poder absoluto? ¿Un intrigante se cruzó entre los dos? ¿O hay algo más? El tiempo lo dirá.
Por ahora se cumple una constante que caracteriza al régimen chavista con sus jefes militares: No confiar en ninguno nunca.
El temor y la vigilancia son mayores dentro de las filas del régimen que hacia la propia oposición. A esta no se le teme. Se la culpabiliza. Se la ataca. Y a final de cuentas se la usa dentro de la lógica de la guerra permanente y el enemigo útil.
Con la hiperinflación y la imparable devaluación del bolívar tomando impulso nuevamente, Maduro parece atado a su estilo de reprimir e inventar conspiraciones. O temerlas. Todo lo contrario a su promesa nunca honrada de normalizar a Venezuela.