Pedro Benítez (ALN).- Para Nicolás Maduro la amenaza mayor a su permanencia en el poder no proviene de la oposición coaligada en la Mesa de la Unidad Democrática, sino del propio chavismo. La convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente ha ahondado las disidencias de ese sector contra Maduro y hacia allá apunta ahora la represión.
Conocida es la frase atribuida a Maximilien Robespierre cuando iba camino a la guillotina para ser decapitado en 1794: “La Revolución es como Saturno, devora a sus propios hijos”. La noche del pasado miércoles 12 de julio, en Venezuela, en la población de La Grita, en el estado Táchira, fronterizo con Colombia, en presencia de su esposa y su hija fue detenido por el Sebin (la policía política venezolana) José Gregorio Zambrano, militar en situación de retiro, quien acompañó a Hugo Chávez en su intento de golpe de Estado el 4 de febrero de 1992.
Zambrano fue una persona cercana al expresidente venezolano y durante su mandato ocupó altos cargos en medios de comunicación controlados o afines a su gobierno. Se le considera parte del denominado “chavismo originario”, grupo de oficiales del Ejército venezolano que estuvieron en la conspiración y posterior levantamiento militar que encabezó Chávez. Una especie de logia de los fundadores del movimiento chavista, la mayoría de ellos hoy retirados de la carrera de las armas y alejados, incluso, de la administración de Nicolás Maduro.
Hay dirigentes del oficialismo que tienen las mismas críticas, las mismas reservas de la Fiscal, pero que no se manifiestan públicamente
Zambrano además fue candidato a la alcaldía de la ciudad de San Cristóbal (capital del estado Táchira) por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), pero recientemente se había sumado a un movimiento disidente a la línea oficial dentro de las filas chavistas, muy crítico de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente, cuya figura más destacada es otro militar retirado, también integrante del chavismo originario, el exministro de Interior de Nicolás Maduro, Miguel Rodríguez Torres.
Disidencias del chavismo originario
No es la primera vez que algún integrante de la logia militar que acompañó a Chávez desde sus días de conspirador rompe con su movimiento; la lista de excamaradas de armas que se decepcionaron con el ambiente de corrupción que rodeaba su gobierno o críticos de las inclinaciones procastristas del caudillo del socialismo del siglo XXI es más larga. Entre los más destacados se cuenta el teniente coronel Jesús Urdaneta Hernández, uno de los cuatro comandantes del fallido intento de golpe de Estado de febrero de 1992. Y el más conocido de todos, pero no por haber participado en el levantamiento militar de 1992, sino por haber rescatado y restituido en el poder a Chávez en abril de 2002, el exministro de la Defensa, general (r) Raúl Isaías Baduel, quien está privado de libertad desde abril de 2009.
La propuesta constituyente de Maduro divide y enfrenta al chavismo
La diferencia es que mientras aquellas rupturas casi personales ocurrieron en la época de mayor popularidad y poder de Chávez, las actuales disidencias acontecen cuando el sucesor es repudiado por la inmensa mayoría de los venezolanos y por lo tanto requiere de la mayor unidad posible de las fuerzas del chavismo. Pero resulta que, entre otros problemas, la propuesta constituyente de Maduro ha fracturado la ya precaria unidad de ese sector.
El enfrentamiento con la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, es parte de ese proceso. Una de las cosas que más inquietan al Alto Gobierno es la disidencia silenciosa de todos aquellos dirigentes del oficialismo que tienen las mismas críticas, las mismas reservas de la Fiscal, pero que no se manifiestan públicamente. Son estos los que pueden jugar “hacia atrás” a la hora de contribuir a la movilización electoral, como la prevista para el 30 de julio, o retirar definitivamente su apoyo a Maduro en un momento crítico.
El descontento en los cuarteles está tan extendido como en el resto de la sociedad venezolana pues los mandos militares bajos y medios no se pueden aislar de la crisis
Pero hay algo más. El chavismo originario se caracteriza por sus reales o supuestas conexiones con el mundo militar, hoy la única fuerza real que sostiene a Nicolás Maduro; sin los petrodólares del pasado, sin apoyo popular ni respaldo internacional, a Maduro solo le queda el respaldo de los hombres de armas. Ellos son sus verdaderos electores.
De modo que, lógicamente, cualquier movimiento en ese sector enciende las alarmas, como ocurre actualmente. Los analistas venezolanos coinciden en una cosa: el descontento en los cuarteles está tan extendido como en el resto de la sociedad venezolana pues los mandos militares bajos y medios no se pueden aislar de la crisis. Viven en el mismo país.
Por todo lo anterior es que el hostigamiento y la represión más dura por parte de los organismos policiales y del aparato de seguridad de Estado venezolano se van a dirigir en las próximas semanas hacia el chavismo originario o disidente. La serpiente tarde o temprano se muerde la cola. La detención de José Gregorio Zambrano es una señal de lo viene, la guerra a muerte dentro del chavismo.