Antonio José Chinchetru (ALN).- En nombre de la “soberanía petrolera”, el régimen chavista prácticamente destruyó el motor del crecimiento económico venezolano. Si PDVSA fue siempre el impulsor de los aumentos del PIB, ahora es una de las principales causas de la gravísima crisis que vive el país. La responsabilidad no es exclusiva del gobierno de Nicolás Maduro, los males que arrastra Petróleos de Venezuela fueron sembrados por Hugo Chávez. Los economistas Ramón Key y Claudina Villarroel creen que la recuperación del sector petrolero es fundamental para que Venezuela salga de la crisis, pero no suficiente. Presentan propuestas concretas, entre ellas están la eliminación total de los subsidios a la gasolina y la apertura a la iniciativa privada.
El régimen chavista ha dañado en grado extremo a Petróleos de Venezuela (PDVSA), lo que a su vez ha tenido consecuencias nefastas para la economía venezolana. Sin embargo, una hipotética y muy compleja recuperación de la petrolera estatal no sería suficiente para que el país supere la grave crisis que atraviesa. Esa es la conclusión a la que llegan el coordinador del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA, Ramón Key, y Claudina Villarroel, profesora de Economía en la Universidad Central de Venezuela.
En un artículo publicado en Debates IESA titulado “El petróleo será insuficiente: el colapso de la industria petrolera y la crisis venezolana”, Key y Villarroel sostienen que “la recuperación de la actividad económica en Venezuela depende del rescate de su industria petrolera”. Los autores aclaran, sin embargo, que “la recuperación del sector petrolero, por sí sola, no será suficiente para resolver el grave deterioro de la calidad de vida de la población”.
Para que la recuperación del sector petrolero venezolano sea posible, los autores del artículo consideran que el Gobierno debe tomar al menos dos medidas concretas. La primera es crear “las condiciones favorables para la participación de la inversión privada”. La segunda consiste en la “remoción de los subsidios implícitos en el mercado interno”. Los dos expertos reconocen que existe una fuerte “resistencia en la sociedad venezolana” a acabar con las subvenciones a la gasolina, por ello creen que la medida “requerirá contar con un programa de ayuda internacional”.
La aparición del artículo coincide con las medidas tomadas recientemente por el régimen de Nicolás Maduro. Una de ellas es, precisamente, la eliminación de ese subsidio para los conductores venezolanos en general. Sin embargo, se ha matizado con el mantenimiento de precios subsidiados a aquellos ciudadanos que posean el llamado carnet de la patria.
Según Key y Villarroel, la industria petrolera debe maximizar la extracción y exportación de crudo para hacer frente a los compromisos adquiridos por PDVSA. Señalan que la petrolera estatal tiene una deuda financiera de 40.000 millones de dólares, una deuda con proveedores que supera los 30.000 millones de dólares, unos pasivos contingentes de más de 25.000 millones y compromisos con el Fondo Chino por otros 20.000 millones.
Key y Villarroel: “La participación del sector privado es clave en la recuperación”
Son en total unos 115.000 millones de dólares que “pudieran representar una necesidad de financiamiento de 15.000 millones de dólares por año a mediano plazo”. Los autores calculan además necesidades de inversión entre 15.000 y 20.000 millones de dólares anuales. Este monto varía según se asuma o no una producción entre 1,5 y tres millones de barriles diarios para los próximos cinco años.
Key y Villarroel creen que “la participación del sector privado es clave en la actual recuperación”. Añaden que “a corto plazo, las empresas mixtas son el vehículo para lograr la eficiencia y la productividad que caracterizaron a la industria petrolera venezolana”. Matizan que para que eso sea posible, las empresas privadas van a requerir “condiciones mínimas de estabilidad política, así como un entorno regulatorio y fiscal coherente con una estrategia de apertura”.
La producción petrolera de Venezuela era de 3,13 millones de barriles diarios en 1996. El artículo destaca que es probable que la media de 2018 sea de 1,4 millones de barriles al día, o 1,1 millones si se calcula sólo diciembre. Esto supone “una pérdida de dos tercios de la base económica del país”, según los autores.
Etapas de la política petrolera venezolana
Los autores diferencian periodos de la política petrolera venezolana. El primero es el de la “apertura petrolera” (1989 – 1998). Le siguen los llamados de “soberanía petrolera I” (1999 – 2008) y “soberanía petrolera II” (desde 2009). Estas tres fases suman un total de tres décadas.
La primera de estas etapas se caracterizó por la participación del sector privado junto con PDVSA en la Franja del Orinoco. El objetivo era aumentar la capacidad y la producción de crudos. Se hizo esto tras el fracaso de la OPEP en su estrategia destinada a mantener los altos precios del petróleo que se alcanzaron a finales de la década de los 70 y principios de los 80.
En el periodo de apertura el Producto Interior Bruto de Venezuela creció una media de 1,5% anual. Según los autores, 73% de ese incremento es atribuible al sector petrolero. En la siguiente etapa se produjo un alza de los precios del crudo debida, sobre todo, al aumento de la demanda de China y la India. La economía venezolana creció un promedio de 3,4% al año. 62% de ese incremento del PIB es atribuible al petróleo.
En el primer periodo de “soberanía petrolera” se instaura un modelo “vulnerable a la caída de precio”, según Key y Villarroel
Este primer periodo de “soberanía petrolera” es cuando se instaura un modelo “vulnerable a la caída de precio”, según los autores. Es cuando se crean “mecanismos parafiscales” como las misiones y los programas sociales que son sufragados por PDVSA. Entre 1990 y 1998 las obligaciones equivalieron a 84,9% del excedente operativo de la industria petrolera. De 1999 a 2008 ya suponían, junto con las aportaciones parafiscales antes no existentes, 90,1%. Fueron años, además, en los que no hubo inversiones en el propio sector destinadas a mantener o incrementar la producción. Se vivía de las que se realizaron en la etapa de apertura.
Desde 2009 la situación se torna todavía peor para Petróleos de Venezuela. Coincidiendo con una caída de los precios, el Gobierno aumenta en buena medida la presión fiscal y parafiscal sobre la empresa. Pero ese no es el principal mal que sufre PDVSA en la etapa conocida como de “soberanía petrolera II”.
Para Key y Villaroel, el “aspecto fundamental” del periodo es el colapso de la producción petrolera en Venezuela. Lo atribuyen, entre otros factores, al retraso de las inversiones que debían haberse realizado entre 1999 y 2008 y a una caída todavía mayor de la inversión después de ese último año. Además, también fueron fundamentales la acumulación de impagos a proveedores y la merma de productividad, según los autores.
Uno de los problemas que enfrenta PDVSA y que, según Key y Villaroel, debe ser eliminado, es la obligación de hacer frente a los denominados mecanismos parafiscales. Se trata de las misiones y los programas sociales pagados por la petrolera. Estos se pusieron en marcha entre 1999 y 2008, y aumentaron en gran medida el coste que suponen para Petróleos de Venezuela desde 2009, según los autores.
Desde 2009 el tamaño de la economía venezolana ha disminuido una media de 5,2% anual. Los autores del artículo atribuyen 79% del colapso al sector petrolero. Sostienen que las variables rentísticas (fiscales y parafiscales) suponen 62% de la caída del PIB y las productivas otro 17%.
Socialismo del siglo XXI construido sobre el petróleo
El artículo considera que “no es casual” el colapso del sector petrolero y las tres vías por las que impulsaba el crecimiento de Venezuela: exportaciones, inversiones y aporte fiscal. Se debe, según el texto, a que “desempeña un papel protagónico en el llamado ‘socialismo del siglo XXI’; principalmente como financiador, en una fase inicial, de un modelo estatista de la producción de bienes privados y centralista en la provisión de bienes y servicios públicos.
Los expertos sostienen que el modelo generó una paradoja que “lo hace inviable”. Aumenta la dependencia de los ingresos petroleros al tiempo que debilita la industria petrolera en aspectos fundamentales, como la productividad y la inversión. Esto termina traduciéndose en un menor ingreso con el que atender las necesidades de la sociedad y de la propia industria.
“Parte del drama venezolano es que el modelo centralista y estatista impide el surgimiento de nuevos sectores económicos que complementen la actividad petrolera”
“Parte del drama venezolano es que el modelo centralista y estatista impide el surgimiento de nuevos sectores económicos que complementen la actividad petrolera, lo cual hace que las condiciones de vida de la población sean cada vez más precarias”, sostienen los autores.
El texto enumera las decisiones que fue tomando el régimen chavista y que llevaron a la empresa a la situación actual: aumento, desde 1999, de la carga fiscal de PDVSA, reforzada desde 2001 con contribuciones parafiscales para financiar las ‘misiones sociales’; la congelación del precio del combustible vendido en el mercado nacional, por debajo de los costes de producción y de oportunidad, la firma de acuerdos energéticos con países del Caribe a partir de 2000 que han mermado el flujo de caja de PDVSA; la migración, a partir de 2006, de los convenios operativos y las asociaciones estratégicas de la Franja del Orinoco hacia la figura de empresas mixtas, en las que PDVSA debe aportar más del 60% del financiamiento de nuevos proyectos de inversión, y la exigencia de convertir a PDVSA en una corporación de desarrollo mediante diversas iniciativas, como la creación de distritos sociales en 2006, que han implicado nuevas y diversas responsabilidades para los gerentes de operaciones, entre otros.
También cita la creación de empresas de producción social (a partir de 2006) con fines alejados de los conceptos de sostenibilidad, que implican tiempo y esfuerzo dedicados a actividades no medulares de PDVSA; la adquisición y la expropiación, a partir de 2008, de empresas proveedoras de bienes y servicios petroleros, que aumentaron las exigencias de inversión de PDVSA en actividades no medulares; la venta de petróleo a futuro en virtud del Fondo Chino desde 2011, para financiar en más de 60% los proyectos no petroleros del Estado y la atención por parte de PDVSA de la emergencia eléctrica a partir de 2009.
Los autores recuerdan, además, el despido de 23.000 trabajadores para dejar la empresa en manos de personas alineadas con el Gobierno.