Pedro Benítez (ALN).- El gobierno de Nicolás Maduro, sus altos funcionarios, así como voceros del partido oficialista (PSUV) y aliados, pretenden darle un giro a la postrada economía venezolana, pero no saben cómo. Quieren ir a alguna forma de capitalismo sin admitir que van a alguna forma de capitalismo.
Tampoco confesar que luego de 22 años siguen en busca de un modelo económico. Están entusiasmados con el ejemplo de las Zonas Económicas Especiales (ZEE) que se empezaron a aplicar en China hace casi treinta años. Pero, al parecer, o no entienden lo que implican o si lo entienden no lo quieren decir. Capitalismo salvaje por contrabando.
La ley Antibloqueo y el proyecto de ley de las Zonas Económicas Especiales (ZEE) son las nuevas esperanzas del otrora llamado socialismo del siglo XXI. El nuevo mantra del chavismo gobernante y oficial. La consiga es atraer jugosas inversiones extranjeras a Venezuela copiando, o inspirándose, en el modelo económico con el cual dos regímenes comunistas sobrevivieron al desplome del campo socialista hace ya tres décadas. China y Vietnam.
Usar el capitalismo para salvar al socialismo. O mejor dicho, para seguir en el poder. Esa es la cuestión.
¿DISCUSIÓN O PROMOCIÓN?
Actualmente se tramita en la Asamblea Nacional (AN) electa en diciembre pasado un proyecto de ley sobre Zonas Económicas Especiales (ZEE). El mismo ha despertado vivo entusiasmo en el gobierno de Nicolás Maduro que, personalmente, le ha dado su respaldo. Se supone que se discute, pero en realidad se promociona y/o se intenta explicar.
Y he aquí donde se enredan las cosas. En la explicación. Porque hasta ahora ninguno vocero ha expresado con claridad en qué consiste la propuesta, y el texto del proyecto de ley que se conoce es una sucesión de contradicciones. Si es que, como dicen sus promotores, el modelo a seguir es el aplicado dentro de los límites territoriales de la República Popular China.
Un ejemplo de esta dificultad pedagógica la podemos apreciar en el principal portavoz del proyecto en la AN, el diputado y ex gobernador por el PSUV en el fronterizo estado Táchira, José Gregorio Vielma Mora. En un reciente programa emitido en la televisión venezolana expuso como los objetivos de finales de las ZEE, la justicia y el progreso que cualquier gobierno razonable del mundo, de cualquier ideología defendería. Es decir, el conocido catálogo de buenas intenciones.
Pero, obviamente, eso no es la explicación de en qué consistirán las ZEE. Cómo serían viables en un país con los serios problemas de infraestructura (agua potable, gas doméstico, suministro eléctrico, vialidad), seguridad personal y jurídica que tiene Venezuela. Eso por mencionar las dificultades adicionales en su relación con el resto del mundo (el conjunto de sanciones personales, financieras y comerciales, más el aislamiento internacional). Nada de eso se ha explicado y el texto de una ley no cambia la realidad. Es algo que ya se debería saber. Después de todo, cambiar la Constitución de 1961 por la de 1999 no cambió nada en Venezuela. En realidad cambió algunas cosas, pero esa es otra historia.
En resumidas cuentas, Venezuela no es atractiva para atraer inversiones importantes a unas hipotéticas ZEE. Si es que esa es la intención.
LA DEFENSA DE VIELMA MORA
Para corroborar este punto basta con leer un texto de opinión que el propio diputado Vielma Mora ha tenido a bien publicar en las páginas del diario caraqueño Últimas Noticias, titulado Ocho críticas, ocho respuestas sobre la Ley Orgánica de Zonas Económicas Especiales, en la que pretende responder a los muchos “mitos” que se han formulado en torno a la propuesta.
Sin embargo, es tal la capa de argumentos pseudo ideológicos y contradicciones evidentes contenidos en su trabajo que, acompañadas de las nunca infaltables denuncias contra “las medidas coercitivas unilaterales por parte del imperialismo”, hace difícil saber qué propone en concreto.
Vielma afirma que las ZEE no afectarán ninguna legislación vigente, ni en materia laboral, ni medioambiental, ni en la capacidad rectora del Estado. Eso es cierto, no afectarían la legislación en el resto del país excepto donde se apliquen. Precisamente por eso se denominan Zonas Económicas Especiales (ZEE). Islas de libertad total para los inversionistas privados en un mar de socialismo. O más bien, un oasis en medio del desierto. Ese es el gancho de ellas.
La cuestión es que las ZEE no tienen nada que ver con el tan cacareado socialismo. Si las que se proyectan aplicar en Venezuela están inspiradas en las experiencias de los regímenes comunistas de China y Vietnam (es lo único claro en el artículo de Vielma Mora), en ellas no habrá espacios para aplicar la ley de precios justos, ni la ley de trabajo, aún vigentes en el país, aunque, dado el proceso hiperinflacionario, esas leyes no signifiquen nada hoy para el trabajador venezolano.
MÉTODOS CAPITALISTAS EN SOCIALISMO
Al parecer parte (solo una parte) del problema del diputado Vielma Mora y compañía es el mismo que tuvieron los camarada chinos en su día. ¿Cómo unos comunistas herederos de la gloria revolucionaria de Mao Zedong justificarían el uso de métodos capitalistas en un régimen que se decía (y aún hoy se dice) socialista?
Para ello los teóricos del Partido Comunista chino (PCCh) se inventaron el concepto de “socialismo con características chinas”. O, también, “economía socialista de mercado”. Da lo mismo y todo el que este mediamente informado sabe de lo que se está hablando. Capitalismo. Sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción y en la libertad de mercado. “Hacerse rico es glorioso” sentenció el camarada Deng Xiaoping, padre del modelo.
Eso sí, sin la democracia ni las libertades políticas que caracterizan a los tan detestados países capitalistas más desarrollados. Sin los controles ni la crítica de la opinión pública. Sin Estado de derecho. Sin elecciones libres, ni partidos opositores. De allí salió un auténtico ornitorrinco socioeconómico que todavía la literatura respectiva no logra ponerse de acuerdo en cómo definir, pero que lógicamente fascinan a ciertos gobernantes, como es el caso Maduro.
En Venezuela algunos sectores de la izquierda más dogmática cercana al chavismo ven este giro con abominación. Expresan sus rotundas críticas por las redes sociales y artículos de opinión colgados en páginas web como Aporrea (por varios años perseguida). Gente que en el pasado más o menos reciente no criticó las reiteradas violaciones a los Derechos Humanos, ni las claras transgresiones a la Constitución vigente, ni el desconocimiento a la voluntad de los electores cuando ganaban candidatos y partidos distintos al oficial, pero que ahora pegan el grito en el cielo cuando oyen hablar de cosas que suenan a privatizaciones, apertura económica, sector privado, inversiones extranjeras y empresarios. Eso que califican de “neoliberalismo”.
Una censura curiosa, puesto que esto último se está intentando hacer, según el relato gubernamental, por la misma razón por la cual se hizo lo anterior y que esos mismos críticos justificaron. Preservar a la “revolución” en el poder. Misterios de la psicología humana.
FUERA DE LA POBREZA
Lo cierto del caso es que el modelo económico chino es el que más gente ha sacado de la pobreza en menos tiempo en toda la historia. 700 millones de seres humanos entre el inicio de la apertura económica en 1978 y la crisis de 2008 (este dato lo recuerda el diputado Vielma en su texto). En ese corto periodo de tiempo millones y millones de chinos pasaron de vivir siempre al borde del hambre en los campos de arroz, a incorporarse a la vida moderna de las nuevas gigantescas urbes con crecientes niveles de consumo material. Y, como es de conocimiento general, China se transformó en la segunda potencia económica del planeta pisándole los talones a Estados Unidos.
El detalle es que las ZEE fueron solo un elemento más del increíble cambio que dio China. Cambio que pasó por mejorar sus relaciones con Estados Unidos, Japón y Europa, en busca de sus inversiones y mercados. Y también por incorporarse a instituciones como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entre otras. Es decir, a las instituciones del tan cuestionado capitalismo neoliberal.
Cambio que también incluyó masivas inversiones en la infraestructura de ese gigantesco país y en la educación de su población a todos niveles, acompañadas por políticas macroeconómicas prudentes que combatieron la inflación. China copió lo que vio hacer a sus vecinos más exitosos.
Nada de esto se ve en el pretendido giro económico madurista. Ni se le ve ni se le espera. Con unos salarios pulverizados por la hiperinflación y una productividad destruida, Venezuela requiere de un programa serio de reforma económica. Algo similar a lo que han llevado a cabo “países de éxito”, según informó el diputado Vielma en su citada intervención televisa, el equipo económico del presidente Maduro tiene dos meses estudiando. Por supuesto, habría que saber qué entienden ellos por países de éxito.
Sin nada de eso, las ZEE lucen como espejismos en medio del desierto.