(EFE).- Venezuela produjo una media de 960.000 barriles por día (bpd) de crudo en noviembre, una disminución del 2,9 % respecto a octubre, cuando el bombeo promedió en 989.000 bpd, según cifras oficiales recogidas en un informe publicado este miércoles por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Así, la producción del país con las mayores reservas probadas de crudo se redujo 29.000 bpd el pasado mes, cuando se cumplieron dos años de la reanudación de operaciones de la estadounidense Chevron en la nación caribeña tras una licencia otorgada por el Gobierno de Joe Biden, que ha flexibilizado el férreo esquema de sanciones legado por Donald Trump, de vuelta a la Casa Blanca en enero.
En el último año, Venezuela amplió su cooperación internacional en el ámbito energético, con la firma de acuerdos con empresas como la española Repsol y la francesa Maurel & Prom.
Este martes, la vicepresidenta ejecutiva y ministra de Petróleo venezolana, Delcy Rodríguez, aseguró que su país ha «sumado esfuerzos para la estabilidad y defensa del mercado energético global» y, en ese sentido, confía en que los países miembros de la OPEP seguirán «respondiendo con eficiencia» a los futuros desafíos.
El pasado 20 de noviembre, la funcionaria invitó a empresas petroleras a crear mesas técnicas en las áreas de exploración, producción y refinación con el objetivo de elaborar un plan de acción orientado en el desarrollo y fortalecimiento de este sector.
Entretanto, expertos independientes están a la expectativa del cambio de Gobierno en EE.UU. y las decisiones que vaya a tomar Trump -artífice de las sanciones petroleras contra Venezuela-, entre ellas, si dar continuidad, o no, al rechazo de la Administración Biden al proclamado triunfo de Maduro en las elecciones de julio, señalado como fraudulento por el antichavismo mayoritario.
El economista Luis Oliveros dijo este miércoles, en X, que una eventual eliminación de las licencias petroleras a las empresas extranjeras que operan en Venezuela «pudiera generar una caída del 50 % en los ingresos en divisas del país», con efectos «muy negativos» en la estabilidad cambiaria y de precios.