Antonio José Chinchetru (ALN).- Con el relevo al frente del PP, se ha completado la mayor renovación generacional vivida en las grandes formaciones políticas españolas. El Partido Popular y el PSOE tienen al frente a líderes, Pablo Casado y Pedro Sánchez, que no ocuparon cargo alguno en gobiernos anteriores y que no proceden de las viejas guardias. Eso no ocurre en Ciudadanos y Podemos, pero por el simple hecho de que se trata de dos partidos de muy reciente creación, lo que ya representa un cambio por sí mismo.
La llegada de Pablo Casado a la presidencia del PP ha completado el relevo generacional de los grandes partidos políticos españoles. Por primera vez, las principales fuerzas políticas están lideradas por personas que o no habían nacido cuando se aprobó la actual Constitución o, si lo habían hecho, eran niños. El mayor, Pedro Sánchez, tenía ocho años y el segundo, Pablo Iglesias, no había cumplido los dos meses. La generación que vivió la Transición ha cedido definitivamente el relevo a quienes ya crecieron en democracia.
Que un hombre relativamente joven alcance el liderazgo político en España no es un fenómeno nuevo. Adolfo Suárez fue presidente del Gobierno con 44 años. Felipe González alcanzó la secretaría general del PSOE (en la clandestinidad, todavía en el franquismo) con 32 años, y llegó a la jefatura del Ejecutivo con 40. José María Aznar fue nombrado presidente del Partido Popular con 37 años y entró en La Moncloa con 43. José Luis Rodríguez Zapatero comenzó a liderar a los socialistas con 39 años y alcanzó el poder con 43.
En estos momentos hay dos líderes que todavía podrían aspirar a convertirse en el jefe de Gobierno más joven de la democracia española
Lo que sí es una novedad es que esa juventud sea la tónica general en el conjunto de los grandes partidos. De hecho, en estos momentos hay dos líderes que todavía podrían aspirar a convertirse en el jefe de Gobierno más joven de la democracia española. Se trata de los presidentes del PP, Pablo Casado (37 años), y de Ciudadanos, Albert Rivera (38). El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, está a punto de cumplir 40 años. Aunque se convocaran elecciones ya, y tuviera alguna opción de ganarlas, no batiría el record cuando llegara el momento de entrar en La Moncloa.
La renovación general que ha supuesto Pablo Casado en el PP, tras la renuncia de Mariano Rajoy, que llegó a la presidencia del partido con 49 años y estuvo en el puesto hasta después de haber cumplido 66, ocurre tras otro proceso de renovación en el PSOE.
Pedro Sánchez llegó por primera vez a la secretaría general de la formación con 42 años. Lo hizo sustituyendo a un representante de la ‘vieja guardia’ de la época de Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba. Tras haber sido desplazado en una guerra interna socialista, Sánchez recuperó el liderazgo del partido el año pasado, con 45 años de edad, y aterrizó el pasado junio en La Moncloa con 46.
Sánchez es, por tanto, el mayor de los cuatro grandes líderes políticos españoles. Nunca antes las principales formaciones españolas habían estado dirigidas en su totalidad por menores de 50 años.
En el PSOE y en el PP lo que se ha vivido es un relevo generacional. Resulta especialmente evidente por el hecho de que ni Sánchez ni Casado han ocupado puestos en los gobiernos anteriores cuando estos han estado en manos de sus respectivos partidos. Los que quedan de las ‘viejas guardias’ de los aparatos tienen que plegarse a la dirección de personas más jóvenes. Esto supone que gran parte de la cultura política de la Transición y los primeros años de democracia, con sus luces y sombras, comienza a ser superada. Corren nuevos tiempos que requieren de adaptación por los sectores más veteranos de los aparatos socialista y popular.
En el caso de los otros dos partidos es diferente. No se ha dado en ellos renovación generacional por el simple hecho de que todavía no ha dado tiempo. Son formaciones relativamente nuevas y lideradas desde un primer momento por hombres jóvenes.
Ciudadanos, con Albert Rivera al frente, nació en 2006 en Cataluña y no se planteó en serio dar el salto al conjunto de España hasta los comicios de finales de 2015. Entonces no sólo logró sustituir a Unión Progreso y Democracia (UPyD) como fuerza alternativa al PP y el PSOE. Consiguió un éxito electoral que UPyD jamás logró.
Podemos también representó un cambio radical. A los pocos meses de nacer se convirtió en la tercera mayor fuerza parlamentaria de España. Su irrupción supuso el final de Izquierda Unida (IU, coalición liderada por el Partido Comunista de España) como fuerza política autónoma. De hecho, logró unos resultados en todas las elecciones que se han celebrado desde 2014 inimaginables para una IU que estaba condenada a ser un grupo menor.