Daniel Gómez (ALN).- El gobierno interino de Jeanine Áñez no supo armar una transición en Bolivia. No tenía proyecto, ni partido, pero sí casos de corrupción, polémicas y peleas de todo tipo, dicen al diario ALnavío los expertos Hugo Carvajal y Anna Ayuso. Pero agregan que no es el único responsable de la vuelta del MAS al poder. La falta de una alternativa y el papel de moderado que jugó Luis Arce también fueron claves.
Luis Arce, candidato del Movimiento Al Socialismo (MAS), arrasó en las elecciones en Bolivia. Y esto fue toda una sorpresa para los analistas. Se daba por hecha su victoria, pero no que se impusiera en la primera vuelta, y mucho menos que sacara más de 20 puntos a su principal rival, Carlos Mesa. No hay que olvidar que el MAS perdió el poder tras la dimisión del expresidente Evo Morales, señalado de haberse robado las elecciones de octubre de 2019. Un Morales que tuvo a su lado por más de 11 años al ya presidente electo de Bolivia, Luis Arce.
Para explicar este resultado el diario ALnavío consultó al exministro de Educación de Bolivia exiliado en España, Hugo Carvajal, y a la investigadora principal para América Latina del Centro de Relaciones Internacionales de Barcelona (Cidob), Anna Ayuso. De sus análisis se extraen tres conclusiones:
El “pésimo” gobierno de Áñez
Tanto Carvajal como Ayuso coinciden en que la gestión del gobierno interino fue clave para la vuelta al poder del MAS.
Tras la dimisión de Morales en noviembre de 2019, Jeanine Áñez se hizo con las riendas del país. Aunque la ley la habilitaba como presidenta, era una figura prácticamente desconocida en Bolivia.
Áñez formaba parte del Movimiento Demócrata Social, un partido de corte conservador que apenas obtuvo 4% del voto en los comicios del 2019. Lejos de compensar esta debilidad recopilando apoyos de otras formaciones políticas, Áñez emprendió una ruta casi en solitario.
“En vez de ordenar el país, aprovechó la circunstancia para rehacer su partido. Y este uso partidista del gobierno es todo un error político que se suma a la corrupción y falta de transparencia en muchos manejos económicos. El ciudadano se alejó del MAS, pero se dio cuenta de que los nuevos eran iguales a los del gobierno anterior”, dijo Hugo Carvajal.
“El gobierno interino fue desastroso. Pésimo”, agregó.
Con este mismo adjetivo también definió Ana Ayuso al gobierno interino. “Su gestión fue pésima. Áñez no tenía plan. No tenía proyecto. No tenía partido. Y no supo generar un gobierno de unidad. Se alió con los sectores más radicales en lugar de buscar un común denominador, por lo que en su proyecto primó la desunión y el ánimo revanchista”.
Sin alternativa
El gobierno interino no fue el único incapaz de generar una alternativa al MAS. Y en este punto los opositores Carlos Mesa y Fernando Camacho también tienen parte de la responsabilidad.
En cierto modo Carlos Mesa, presidente de Bolivia entre 2003 y 2005, era el rival natural del MAS. Las encuestas lo colocaban en segunda posición, y en las elecciones de octubre de 2019, también apareció como el segundo más votado. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que Mesa por sí solo no puede.
“Mesa tiene el lastre de que fue un presidente débil. De hecho, tuvo que abandonar presionado por el MAS y Evo Morales. Desde entonces ha tenido un discurso defensivo que hace que no sea creíble. A pesar de ser una persona respetada, no tiene la capacidad de ilusionar, sino que se le ve más bien débil”, dijo Ayuso.
Para el exministro Carvajal, Mesa cometió el error de adueñarse de las protestas que derrocaron a Evo Morales y de erigirse como el hombre de la unidad.
“Mesa se creía dueño de la gesta de 2019 cuando en realidad no lo es. De bruces se ha chocado con eso. También se rodeó de un núcleo de analistas políticos y sociales que no tenían experiencia política. En su momento fue el depositario del voto útil, y entonces se creyó un estadista, pero no deja de ser una persona que aglomera bien las palabras y punto”, afirmó Carvajal.
Mesa no era la alternativa. Y tampoco Fernando Camacho, quien acudió a las elecciones pensando más en su proyecto personal -el de posicionar a Santa Cruz como el motor político y económico de Bolivia- que en gobernar a todo el país. Al menos así lo piensa el exministro.
“Fernando Camacho apostó más a un posicionamiento político de Santa Cruz en el escenario nacional. Pensó que este posicionamiento político le dejaba llegar al 20%, e incluso ser segundo en las elecciones. También pensó que las caravanas ganan elecciones. Aunque sus convocatorias fueron multitudinarias, no son suficientes por sí solas. Creo que Camacho fue víctima de su propio éxito. De su éxito cívico”, agregó Hugo Carvajal.
Luis Arce, el moderado
Apuntó Anna Ayuso que la oposición al MAS en su conjunto ha sido incapaz “de crear un lenguaje de alternativas, articulando más bien un lenguaje de confrontación”. Esto generó miedo. Miedo, sobre todo, en los indecisos que, según las encuestas, rondaban el 10% y que por lo visto en las urnas terminaron inclinándose a favor de Arce.
“El discurso moderado lo ha dado Luis Arce. En su proyecto político ya contaba con el apoyo de los sectores sociales e indígenas, más agitadores. Pero hay que recordar que Evo Morales tenía una lucha de poder en el partido, que Arce ha conseguido acallar con su postura y llamamientos a la unidad”, dijo la investigadora del Cidob.
Carvajal, no obstante, piensa que Luis Arce es una marioneta de Evo Morales.“El demagogo y el títere será preso del titiritero y su demagogia. Arce no es el ganador. El ganador es el desacierto de la oposición”, advirtió el exministro añadiendo que la candidatura de Arce también se vio favorecida por el poder del MAS en las insitituciones del país.
“Bolivia es un estado armado y planificado por el tirano. No se ha desmontado ese estado. Con medios de comunicación controlados. Con la justicia controlada. Con la administración pública controlada”, agregó.
Otro punto importante es que la dimisión de Evo Morales no significó la muerte del partido. Las elecciones de noviembre las ganó el MAS. El supuesto fraude reside en que el gobierno modificó el conteo para que Morales obtuviera los 10 puntos de distancia necesarios para ahorrarse la segunda vuelta.
En un principio el partido se vio debilitado por las acusaciones de la Organización de Estados Americanos (OEA), que advirtió de un claro fraude en las elecciones. Pero investigaciones posteriores de organismos independientes demostraron que el fraude no fue tan claro.
“Realmente se podía dar por hecho que Evo Morales cometió fraude al 100%. Y en parte los ataques de la OEA han generado un sentimiento de reagrupación en el MAS al tomar fuerza la idea del ataque y de la injerencia de Washington. Esto también influyó en los sectores más moderados”, explicó Ayuso.
El demagogo y el títere será preso del titiritero y su demagogia. Él no es el ganador. El ganador es el desacierto de la oposición. Ya veremos en adelante.