Pedro Benítez (ALN).- Es el mismo país. Por un lado ingresa ayuda humanitaria a Venezuela para evitar que una parte de la población se muera, por otro salen toneladas de oro y cargamentos de petróleo. Eso en resumidas cuentas es el chavismo ejerciendo el poder. Una medida de su fracaso.
El mismo día que arribaba a Venezuela el primer lote de ayuda humanitaria al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, la agencia de noticias Bloomberg reportaba la exportación de 400 millones de dólares en oro, presumiblemente de las reservas internacionales.
Con ese monto el Estado venezolano podría perfectamente pagar varias veces toda la ayuda humanitaria que está ingresando al país. Pero así opera el régimen de Nicolás Maduro. Como las satrapías africanas del siglo XX que por un lado saqueaban sin misericordia a sus naciones y por el otro recibían ayuda económica.
El mismo día que arribaba a Venezuela el primer lote de ayuda humanitaria al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, la agencia de noticias Bloomberg reportaba la exportación de 400 millones de dólares en oro, presumiblemente de las reservas internacionales
Las ganancias obtenidas por la venta de esas toneladas de oro no están ingresando a las cuentas públicas nacionales sometidas a escrutinio y control parlamentario, sino a otras manejadas de manera opaca y personalmente por funcionarios de la estricta confianza de Maduro. E indican, por otra parte, que el flujo de ingresos en divisas duras a cambio de los recursos del país sigue fluyendo. Probablemente no como lo ha hecho en las últimas dos décadas (no hay que olvidar que Venezuela viene del boom petrolero más prolongado de su historia), pero es muy revelador que el oro venezolano y la ayuda humanitaria cruzan sus caminos en direcciones distintas casi en el mismo momento.
La nota agrega que ese oro se está vendiendo a firmas en los Emiratos Árabes Unidos y Turquía. Este último ahora aliado, junto con Rusia, de Maduro.
Por lo tanto, allí tenemos otro indicio (tal y como lo indican otras fuentes) de las rutas que siguen hacia el exterior el oro y otros minerales venezolanos que están siendo explotados en estos momentos al sur del río Orinoco.
Esos 111.800 kilómetros cuadrados, 12% del territorio venezolano, correspondientes en buena parte a los estados Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro, que según las estimaciones oficiales cuentan con enormes de reservas de oro, cobre, diamante, coltán, hierro y bauxita. En febrero de 2016 Maduro bautizó esa extensa región como el Arco Minero del Orinoco para abrirla a la explotación de empresas transnacionales mediante una ley que nunca fue sancionada por la Asamblea Nacional.
Los críticos no sólo han denunciado su ilegalidad, sino también la destrucción ambiental que el proyecto acarrea y uno ellos, el exmiembro de la Constituyente de 1999, Alexander Luzardo, no deja de observar que muy probablemente Venezuela podría obtener mayores beneficios económicos con el desarrollo del turismo sustentable de esa región que con la explotación minera.
Pero ni lo uno ni lo otro. Nada de ese enorme potencial, al que se suman las gigantescas reservas de petróleo y gas, ha impedido que millones de venezolanos dependan de suministros distribuidos por la Cruz Roja.
Esta es la medida del fracaso del chavismo
Tal como los dictadores Castro han hecho por décadas, Maduro alega hoy que es un bloqueo el que le impide utilizar esos recursos para adquirir alimentos y medicinas. Pero pasa por alto (por supuesto) el despilfarro y saqueo de su régimen. Hasta hace días negaba la necesidad de ayuda humanitaria. Ahora la admite.
Para Juan Guaidó y la Asamblea Nacional tiene un sabor agridulce. Por un lado, consiguen una de sus metas, una demanda que las fuerzas democráticas en Venezuela llevan dos años realizando. Pero por otro, Maduro sigue ocupando la oficina presidencial, y por lo tanto el origen del problema persiste
Pero cuando Estados Unidos todavía no aplicaba restricciones a las exportaciones petroleras venezolanas un trabajo periodístico de octubre de 2018 del portal Armando.info denunciaba el fallecimiento de 3.000 dializados por falta del tratamiento adecuado.
Un solo ejemplo de la misma Venezuela de un potencial económico colosal sumida en la miseria. Es moralmente desagradable pero es inevitable considerar el impacto político de la ayuda humanitaria en Venezuela. Pero como vemos lo tiene.
Para Juan Guaidó y la Asamblea Nacional tiene un sabor agridulce. Por un lado, consiguen una de sus metas, una demanda que las fuerzas democráticas en Venezuela llevan dos años realizando. Pero por otro, Maduro sigue ocupando la oficina presidencial, y por lo tanto el origen del problema persiste.