Juan Carlos Zapata (ALN).- La medida a favor de Leopoldo López ha traído consecuencias. Destaquemos ésta, clave. Que la palabra maldita ya está en boca de la dirigencia opositora, de la dirigencia del Gobierno, de los analistas y hasta de la gente de a pie. El radicalismo, la polarización, la confrontación, el riesgo de guerra civil, no van a desaparecer en los días inmediatos. Sin embargo, ya es un avance que la palabra maldita se pronuncie y se escriba, y en círculos privados se llegue a más: se debata. El puente para negociar es Zapatero.
La palabra maldita ya no es tan maldita. La palabra comienza a ser escrita y pronunciada. Tampoco el mediador es el sujeto a quien se descarta de entrada. La palabra maldita es negociación y el mediador es José Luis Rodríguez Zapatero. El beneficio de casa por cárcel para el preso político más famoso del mundo, Leopoldo López, ha obrado el cambio de percepción. También la realidad. Una realidad violenta, trágica. La realidad de una Venezuela que se descose y, peor, puede que las llamas de una guerra civil la abrasen. Y no en el largo plazo, pues no hay largo plazo en Venezuela. Los plazos en este país se miden por horas, días, acaso semanas. Por ejemplo, este julio es crucial. Hay quienes lo observan definitivo. Y de julio ya han transcurrido 11 días. En este mes debe producirse, el 30, la elección de la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro, a quien los opositores llaman dictador, asesino. Este mismo mes, el 16, debe también producirse una especie de plebiscito convocado por la oposición, MUD, para que los venezolanos digan si rechazan o no la propuesta de Maduro. Ambos eventos se ofrecen como cierre de un proceso. Sin embargo, en este julio, el pasado 5, ocurrió el ataque de grupos violentos afectos al Gobierno contra la Asamblea Nacional. Y este fin de semana, de julio también, el beneficio a favor de Leopoldo López. O sea, Venezuela está al borde, y de pronto, lo inesperado. Y con la sorpresa, el reconocimiento -en efecto, parcial aún- al expresidente del gobierno de España por las gestiones de mediación. Gestiones que no han cesado desde diciembre de 2015 con motivo de la invitación que recibiera para observar las elecciones parlamentarias que ganó la oposición. Atacado por los opositores, defendido por el Gobierno, apoyado por el Vaticano, la Unasur, el Parlamento Europeo y los Estados Unidos, Zapatero no ha dejado de insistir en el diálogo y la negociación. Ya se le veía casi solo, por el disminuido rol de los otros dos expresidentes involucrados en la mediación, y aun así, ocurre el hecho. “La concesión del arresto domiciliario al líder opositor venezolano Leopoldo López se produce después de una larga mediación liderada por el expresidente del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y los exmandatarios Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín Torrijos (Panamá). Ese trabajo, que comenzó en mayo del año pasado y que fue objeto de críticas por la ausencia de resultados inmediatos, continuó de forma discreta después del fracaso de las conversaciones entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana a finales de 2016”. La cita pertenece a Francesco Manetto, en nota publicada en El País este domingo 9 de julio. “La concesión”, ha traído consecuencias. Destaquemos ésta, clave. Que la palabra maldita ya está en boca de la dirigencia opositora, de la dirigencia del Gobierno, de los analistas y hasta de la gente de a pie. El radicalismo, la polarización, la confrontación, el riesgo de guerra civil, no van a desaparecer en los días inmediatos. Sin embargo, ya es un avance que la palabra maldita se pronuncie y se escriba, y en círculos privados se llegue a más: se debata, y se coloquen sobre la mesa opciones, y se formulen preguntas de lo que quiere el Gobierno, de lo que le convendría a la MUD, y de los errores que no hay que repetir para que la negociación funcione y se allane el camino de solución de la crisis. Por supuesto, aparece en la discusión el asunto Zapatero. He dicho que el reconocimiento a su gestión ha sido parcial. Se entiende: el discurso anterior en contra había sido repetido demasiadas veces como para cambiarlo de un plumazo. Sería como escupirse a sí mismo. Sin embargo, el caso Leopoldo López ha puesto a dudar a muchos, inclusive, a algunos de quienes en las redes sociales eran implacables con el mediador. El asunto Zapatero es que si Gobierno y oposición coinciden en que julio es definitivo y rotundo, en consecuencia ya no hay tiempo ni tampoco conviene cambiar a quien por empeño, fe y resultados ha terminado convenciendo a incrédulos. ¿Dónde está esa otra figura? ¿Dónde conseguirla? La ventaja de Zapatero -y es lo que le da fuerza al mediador en toda negociación- es que se trata del único líder de talla internacional -que no sea Raúl Castro– a quien factores del poder madurista están dispuestos a escuchar. En la oposición ya había factores que también lo escuchaban. Con el caso López ha vencido o está venciendo los recelos, las voces que lo acusaban de encarnar el fracaso y de estar trabajando para Maduro. Aun en el caso de que la medida a favor de López haya sido un coletazo por la operación terrorista contra el Parlamento en Caracas, también es cierto que alguien debía estar en la sede de Gobierno, en el Palacio de Miraflores, haciéndole ver a Maduro y al entorno el daño sufrido en la comunidad internacional, la cual ya estaba en contra del mandatario, y que era la oportunidad, entonces, de enviar una señal, un gesto, hacia la comunidad internacional y al mismo tiempo al país, a la oposición. Dicho y hecho. El caso López no ha sido un gesto cualquiera. Es el gesto. En consecuencia, solo quien venía trabajando el tema podía lograrlo. Y como ese trabajo se llama mediación, y como la mediación incluye la negociación, y como lo alcanzado, la medida a favor de López, es de alto impacto, negociación deja de ser una palabra maldita. Ojalá y sea cuestión de horas, tal vez días, en este julio de riesgo, para que las partes acuerden continuar con el equipo de mediadores más el Vaticano y transiten el proceso de negociación. Ya se habla de que en esta ocasión deben involucrarse los más altos dirigentes de ambas partes, por ejemplo, el presidente Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges. Y se habla de involucrar a un grupo de países amigos o de apoyo que sea garante de los acuerdos. En medio de este escenario incierto, hay un hecho concreto que aborda la nota de El País: “Los contactos entre las partes han pasado por momentos muy delicados, aunque la mediación nunca se interrumpió. La pregunta crucial tiene que ver ahora con el futuro de esas conversaciones. ¿Es posible avanzar?”. El analista se formula la pregunta el domingo, cuando Venezuela aún no había terminado de asimilar el impacto del caso López. Este lunes, la palabra maldita ya andaba de boca en boca. De modo que sí. Es posible avanzar. El puente se llama Zapatero.