Reinaldo Iturbe (ALN).- Más allá de la abstención y de la Consulta Popular, las fuerzas democráticas se ahogan entre los conflictos internos y la ausencia de un plan eficaz para enfrentar al régimen de Nicolás Maduro.
La oposición se queda sin plan B para enfrentar al chavismo a partir de enero de 2021. Consumada una altísima abstención de 69% en las “elecciones” del pasado domingo y en pleno proceso de adhesiones a la Consulta Popular, varios legisladores de la coalición discuten a puerta cerrada sobre la eficacia del método para salir del chavismo, cuyo jefe, Nicolás Maduro, ya promete su candidatura para un tercer mandato en 2024 y a quien como ya es habitual, no le ha importado la cifra de abstención ofrecida por su propio Consejo Nacional Electoral. El chavismo también se alista para apoderarse de todas las gobernaciones y alcaldías en 2021 sin aparentes obstáculos en la vía.
La oposición se aferra al resultado de la Consulta Popular creando directa e indirectamente expectativas sobre el método, un frecuente error harto discutido por analistas y por dirigentes de Primero Justicia como Henrique Capriles, que aunque desistieron de participar en las elecciones legislativas, mantienen una postura crítica (y pública) sobre la estrategia de la oposición y la gestión de Juan Guaidó, que ya empieza a hablar de “reingeniería” en su administración y de análisis de los errores.
El problema de fondo es que no hay estrategia, pues el desafío inmediato para Guaidó es no diluir su liderazgo y procurar capitalizar los 69 puntos de abstención más allá de una votación masiva en la Consulta Popular, que aunque no es impertinente, tiene la desventaja de haber sido vendida como un fin en lugar de un medio. Un medio que desde el punto de vista práctico no es vinculante, pues el poder de facto lo ejerce Nicolás Maduro a través del control de la Fuerza Armada.
“Hemos retrocedido en valores socialistas”, dijo Maduro en un encuentro con la prensa internacional el martes, en clara referencia al proceso de dolarización informal que atraviesa Venezuela.
Y aunque el régimen “retrocede en valores socialistas” (un retroceso acomodaticio que viene acelerándose desde 2019), Maduro se estabiliza y avanza en el control del poder.
De allí que un buen grupo de diputados opositores discuta el futuro inmediato de la oposición, que atraviesa un contexto de partidos secuestrados y recursos de protesta agotados tras los fracasos del 23 de febrero y el 30 de abril. Una crisis de liderazgo se avecina.