Rogelio Núñez (ALN).- Las medidas del gobierno de Jair Bolsonaro parece que empiezan a mostrar resultados y, desde agosto, el panorama ha empezado a despejarse por más que quede mucho camino por delante. La economía de Brasil creció, según el instituto oficial de estadísticas, IBGE, 0,4% en el segundo trimestre de 2019 respecto al primero, evitando caer en recesión después de haberse contraído 0,1% en enero-marzo. En comparación con el segundo trimestre de 2018, el crecimiento fue de 1%. En el primer semestre de 2019, el PIB brasileño tuvo un crecimiento interanual del 0,7%. Y en el acumulado de 12 meses, el incremento fue de 1% comparado con los 12 meses anteriores.
El Brasil de Jair Bolsonaro ocupa habitualmente las páginas de la prensa mundial por las declaraciones políticamente incorrectas del presidente o los choques diplomáticos que ha mantenido con Francia o con el favorito para ganar las elecciones presidenciales en Argentina, el peronista Alberto Fernández. A ello hay que añadir una creciente incertidumbre política que nace de las malas relaciones que mantiene Bolsonaro con el partido que le sirvió de plataforma para alcanzar el poder (el Partido Social Liberal), lo que crea un amplio abanico de posibilidades e incógnitas con respeto a las elecciones de 2023.
Sin embargo, aparte de las palabras más o menos afortunadas del primer mandatario, lo cierto es que Brasil está regresando a la órbita de los mercados internacionales como un lugar confiable y con buenas perspectivas para la inversión.
Ello se debe más a la labor desplegada por el ministro de Economía (Paulo Guedes) que a la forma de gobernar del presidente (errática y llena de vericuetos y vaivenes). Aunque cabe apuntar en el haber del mandatario que, consciente de que su área de conocimiento no es la economía, como él mismo ha reconocido (“Yo ya dije que no entendía de economía, quien entendía hundió a Brasil”), ha decidido respaldar plenamente a Guedes y apoyarle de lleno (“Yo confío 100% en la economía de Paulo Guedes… es más que un ministro de Economía, ha acumulado cuatro ministerios. La economía está 100% con Guedes y no tiene Plan B”).
La herencia recibida
El arranque del gobierno de Bolsonaro, el pasado 1º de enero, fue complejo. Primero por la herencia recibida: tras haber caído siete puntos porcentuales entre 2015 y 2016, el PIB brasileño crece desde entonces a un muy bajo y claramente insuficiente ritmo de 1% anual en 2017 y 2018.
Y las proyecciones más optimistas para este 2019 apuntan a una tímida expansión en torno a 0,8%.
En segundo lugar, el gobierno no ha logrado enderezar el rumbo de forma rápida. En agosto el Índice de Actividad Económica del Banco Central volvió a disparar las alarmas ya que la actividad económica retrocedió 0,13% en el segundo trimestre de este año frente a los tres primeros meses de 2019, acumulando ya dos períodos en negativo y colocando al país en “recesión técnica”. De hecho, el PIB entre enero y marzo había experimentado una caída de 0,2%.
La respuesta del gobierno ha sido triple:
a-. Nada más arrancar su gestión, puso en marcha las primeras reformas estructurales (la reforma de las pensiones).
b-. Ha impulsado medidas de estímulo.
El Ejecutivo brasileño flexibilizó las reglas para la retirada de los fondos de reserva de los trabajadores, lo que liberó en torno a 42.000 millones de reales (unos 10.000 millones de euros) para estimular la actividad económica con vistas a lo que queda de año y hasta 2020.
c-. Y ha pedido tiempo.
El ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, solicitó al país que tenga “más paciencia” y que otorguen “un año o dos, den una oportunidad a un gobierno que durará cuatro años y es liberal-democrático. No trabajen contra Brasil y tengan un poco más de paciencia”.
¿Hacia el inicio del despegue?
Esa ofensiva parece que ha dado sus primeros frutos y, desde agosto, el panorama ha empezado a despejarse por más que quede mucho camino por delante.
La economía de Brasil creció, según el instituto oficial de estadísticas, IBGE, 0,4% en el segundo trimestre respecto al primero, evitando caer en recesión después de haberse contraído 0,1% en enero-marzo. En comparación con el segundo trimestre de 2018, el crecimiento fue de 1%. En el primer semestre de 2019, el PIB brasileño tuvo un crecimiento interanual de 0,7%. Y en el acumulado de 12 meses, el incremento fue de 1% comparado con los 12 meses anteriores.
Además, ha habido otros éxitos que fortalecen la apuesta del gobierno de Bolsonaro: Brasil acumuló en el primer semestre de 2019 un déficit nominal en las cuentas públicas de 186.400 millones de reales (unos 49.562,9 millones de dólares), lo cual supone un 14,05% menos que el saldo negativo del mismo período de 2018. La fuerte caída del déficit fiscal refleja el éxito de las medidas adoptadas por el equipo de Guedes para sanear las cuentas públicas, uno de sus principales objetivos.
Asimismo, Brasil registró en septiembre deflación, con una caída de precios de 0,04%, la menor tasa para este mes desde 1998. Esta evolución de los precios puede facilitar que el Banco Central de Brasil acometa nuevos cortes en la tasa de interés, que ya se encuentran en el mínimo histórico, y que pueden propiciar una mayor expansión y dinamización de la economía.
Esa recuperación se va a percibir más el año que viene que este. Los analistas del mercado financiero estiman un crecimiento del producto interno bruto de 0,87% para 2019 y de 2% en 2020. Una recuperación que va a ir acompañada de nuevas reformas como herramientas para captar inversiones que impulsen el crecimiento. El gobierno pretende implementar una ambiciosa agenda de reformas: a la previsional le seguiría la tributaria, con el objetivo de mejorar la salud de las finanzas públicas y el entorno empresarial. El plan también incluye esfuerzos para atraer más inversión del sector privado a proyectos de infraestructura a través de concesiones y asociaciones público-privadas.
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El zar de la economía, el secreto del éxito de Bolsonaro
La actual coyuntura, por lo tanto, no hace sino ratificar que el pilar fundamental en el que se apoya el proyecto de Bolsonaro tiene nombre propio: Paulo Guedes. Consciente de sus propios límites y de que, tímidamente, empieza a levantar cabeza la economía brasileña, Jair Bolsonaro se ha comprometido con la actual estrategia de su ministro con declaraciones como que “no hay Plan B” a la actual estrategia, lo que reafirma su confianza en el zar de la economía nacional. El presidente admitió que en el pasado mantuvo posiciones estatizantes, pero que los argumentos de Guedes lo convencieron para decantarse por una política económica de máxima liberalización.
Guedes se ha convertido en el ancla del gobierno de Bolsonaro, quien transmite seguridad a los mercados internacionales. Certezas a corto plazo (dada la mejora de la situación económica) y, sobre todo, a largo plazo porque el ministro es la principal garantía de que continuarán las reformas estructurales. De hecho, las certezas que genera Guedes se han convertido en el perfecto contrapeso a las incertidumbres que transmite Bolsonaro.
Y ya existen resultados concretos de este fenómeno. Brasil acaba de recaudar 8.915,9 millones de reales (unos 2.228,9 millones de dólares) en una subasta en que le adjudicó 12 de 36 concesiones ofrecidas para explotar petróleo y gas natural en aguas profundas del océano Atlántico a 10 multinacionales. Es una cifra récord ya que el gobierno había calculado una recaudación de 2.300 millones de reales. “El resultado superó todas las expectativas”, confesó el ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque.
Además, se ha conocido que Iberdrola invertirá 30.000 millones de reales, unos 6.600 millones de euros en Brasil hasta 2023, en proyectos de generación, transmisión y distribución de energía.
Las empresas no son las únicas que arropan el proyecto liderado por Guedes. Las instituciones internacionales también lo hacen consiguiendo un doble objetivo: fortalecer la posición del ministro y evitar que Bolsonaro caiga en cualquier tipo de tentaciones o dudas que provoquen una marcha atrás.
En ese sentido, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, felicitó al presidente brasileño, Jair Bolsonaro, por su apuesta por la apertura económica, que ya “aumentó la confianza” internacional, además de generar “frutos inmediatos” y “beneficiar a futuras generaciones”.
Y la representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Brasil, la portuguesa Joana Pereira, se ha mostrado esperanzada “en el medio plazo” con respecto al despegue de la economía brasileña, cuya recuperación está siendo, en su opinión, “más lenta” de lo previsto: “Somos optimistas en el medio plazo, a pesar de los enormes riesgos, como las tensiones comerciales o la volatilidad de los precios de las materias primas”.