Leticia Núñez (ALN).- La lucha contra la corrupción será el gran tema a debatir en la Cumbre de las Américas que se celebrará el próximo abril en Perú. Manuel Villoria, catedrático de Derecho Público y de la Administración en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, sostiene que en la actualidad no hay más corrupción que antes. La diferencia es que ahora las nuevas tecnologías permiten descubrir escándalos más fácilmente. “La ciudadanía está más sensibilizada y esto lleva a que por primera vez haya movimientos anticorrupción serios en toda América Latina”, dice al diario ALnavío.
Dice Manuel Villoria, catedrático de Derecho Público y de la Administración en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que en América Latina hay países en “una situación verdaderamente trágica” en cuanto a corrupción. Se refiere a Venezuela. También a Haití. Otros avanzan. Es el caso de Colombia y República Dominicana. Y los hay que han enfrentado este problema “de forma seria y rigurosa” como Chile y Uruguay. De la situación en la que está cada nación y de las medidas para combatir la corrupción hablarán todos los países americanos en la Cumbre de las Américas los próximos 13 y 14 de abril en Lima (Perú).
Como aspecto positivo, Villoria, quien forma parte del consejo de dirección de Transparencia Internacional, destaca que ahora no hay más corrupción que antes, pero sí es más visible. En el despertar de los ciudadanos, las redes sociales están jugando un papel fundamental. Por ello, en una entrevista con ALnavío, subraya: “Por primera vez empieza a haber movimientos anticorrupción serios en toda América Latina”.
– El tema central de la Cumbre de las Américas son los efectos de la corrupción en la institucionalidad democrática y la gobernabilidad. ¿Hasta qué punto la corrupción lastra el desarrollo democrático de un país?
– La corrupción lastra el desarrollo económico, eso está muy claro, hay estudios muy sólidos sobre esta materia. Reduce las inversiones externas e internas, incrementa el gasto superfluo, reduce los ingresos públicos… También afecta el desarrollo democrático. Una democracia donde hay corrupción implica menos rendición de cuentas, suele haber elecciones más fraudulentas porque es habitual que haya compra de votos, clientelismo y menos transparencia. En suma, afecta la calidad del Estado de derecho, la soberanía popular y la igualdad política porque se toman en consideración los intereses de sólo una parte de los ciudadanos.
– ¿Cree que la corrupción está carcomiendo América Latina?
– En América Latina hay bastantes diferencias entre países. Hay algunos que han hecho frente a la corrupción de forma seria y rigurosa, y son precisamente los países que mejor funcionan en términos de estabilidad y bienestar. Tanto Uruguay como Chile, como hasta cierto punto Costa Rica, son países que tienen mayor bienestar, mayor desarrollo económico y funcionan mejor. Y luego está el resto y ahí hay también diferencias. En algunos la corrupción es absolutamente sistémica y esto está paralizando terriblemente al país, impidiéndole avanzar económicamente, destruyendo la meritocracia y generando una situación de subdesarrollo moral terrible. Y después hay otros que intentan avanzar, pero que tienen rémoras muy importantes por culpa de sus partidos políticos, que no están a la altura de lo que la sociedad demanda.
“Es evidente que ahora no hay más corrupción que antes”, dice Villoria
– ¿De qué casos habla?
– El país que está en una situación verdaderamente trágica en materia de corrupción es Venezuela. También Haití. Son muy diferentes, pero en los dos la corrupción es sistémica, brutal y constante. No hay prácticamente control alguno. Y luego hay países que intentan avanzar como Colombia, que ha tomado iniciativas relevantes aun cuando hay muchas dificultades. Ecuador está tomando medidas. Espero que República Dominicana también siga por ese camino.
– Y luego está Perú, el anfitrión de la Cumbre de las Américas, al que Odebrecht ha sacudido con fuerza. Todos los expresidentes están siendo investigados, incluso Pedro Pablo Kuczysnki estuvo a punto de ser destituido por presuntos vínculos con la constructora española. ¿Qué debería hacer Perú para combatir este problema?
– Perú tiene problemas importantes de corrupción, pero aun así el país ha conseguido crecimientos económicos importantes a nivel de PIB. No obstante, la corrupción ha impedido una distribución equitativa para que la brecha de desigualdad se reduzca. Perú debería esencialmente consolidar un programa de una vez por todas, conseguir que se apliquen las normas de elección meritocrática. Tiene que hacer frente a la corrupción judicial que es mucho más importante, conseguir más independencia. Estas son dos ideas fundamentales. Ha generado muchos órganos de lucha contra la corrupción, pero no consigue que se coordinen y funcionen eficazmente.
– ¿Hay más corrupción en la actualidad o es más visible?
– Es evidente que ahora no hay más corrupción que antes. Hay o bien la misma o menos, pero lo que es cierto es que la posibilidad de controlar la corrupción a través de las nuevas tecnologías se ha disparado y ahora es más fácil descubrir casos de corrupción. La ciudadanía también está más sensibilizada y esto lleva a que por primera vez empiece a haber movimientos anticorrupción serios en toda América Latina.
– ¿Considera que en este despertar de la ciudadanía ayudan los medios de comunicación y las redes sociales?
– Sí, sí. Las redes sociales están siendo un factor importante y muy interesante, que marca un antes y un después. Obviamente también tienen sus peligros e irresponsabilidades, pero en esta materia están demostrando un poder de convocatoria y de transmisión de información extraordinario. Ayudan en la lucha contra la corrupción sin lugar a dudas. Luego los medios tradicionales, depende. Hay países donde hay medios potentes con cierta independencia y hay otros donde la prensa está absolutamente controlada.
– Y en España, ¿han despertado los ciudadanos con tantos escándalos?
– España, igualmente, ha tenido sus momentos. El 15M fue un despertar. Como consecuencia hubo cambios políticos importantes. También hubo un castigo importantísimo al partido del Gobierno en las elecciones regionales y locales y hubo un momento en el cual la ciudadanía despertó. También hoy se ve un mayor rechazo a la corrupción en toda España y una mayor conciencia del problema. No se ha incrementado la corrupción y desde luego los funcionarios y los ciudadanos no pagan ahora más sobornos que antes. Ni cobran ni pagan. España tiene una corrupción administrativa muy baja y eso es muy importante. Lo que hay es una corrupción política que está saliendo constantemente y que viene de épocas anteriores a las actuales.
– Entonces, ¿estamos mejor o peor que América Latina en cuanto a corrupción?
– En España se está bastante mejor que en la mayoría de los países de América Latina, con la excepción de Uruguay y Chile, que en los índices internacionales están por encima de España. En todo caso, creo que la situación de España mejorará, pero necesitaremos que el Partido Popular deje el Gobierno.
“Habría que ver cuántas multinacionales no han usado vías corruptas en América Latina, desde las españolas a las estadounidenses”
– ¿Qué tareas tiene pendientes América Latina? ¿Es optimista con que las pueda lograr?
– Soy optimista con respecto a algún país y muy pesimista con respecto a otros. Creo que hay avances en Colombia y República Dominicana, pero en otros la situación política, económica y social lo dificulta enormemente. Vamos a ver. También es cierto que en todo el proceso hay situaciones políticas dudosas como la brasileña. A veces hay un debate mucho más político que real sobre la corrupción.
– Escándalos como Odebrecht y los Papeles de Panamá demuestran que la corrupción traspasa fronteras. ¿Está América Latina ante una nueva amenaza transnacional?
– Por desgracia, América Latina ha tenido este tipo de circunstancias desde hace mucho. Lo que pasa es que por primera vez se sabe. Pero la capacidad de multinacionales y de grandes corporaciones de capturar políticas y decisiones ha sido constante. Ahora aparece Odebrecht con pagos muy claros, pero habría que ver cuántas multinacionales no han usado vías corruptas en América Latina, desde las españolas a las estadounidenses. Es algo que ha sido generalizado y ahora quizás hay una mayor conciencia e indignación. Vamos a ver si seguimos por ese camino. El problema es que el castigo a los corruptos no puede dar como resultado que vuelvan los más corruptos. Algo que podría ocurrir en Perú.
– ¿Hay falta de relevo?
– Claro, claro. Hay países en los que eso puede funcionar bien, hay relevo. Y otros donde no se ve muy claro. Si el relevo en Perú es Fujimori, imagínate…
– A ello se suma esa obsesión por la reelección.
– Sí, son debates fruto del clientelismo. Los presidentes llegan con estructuras clientelares tan potentes que luego es muy difícil que se deshagan de ellas.
“Perú tiene problemas de corrupción, pero aun así ha conseguido crecimientos económicos importantes”
– ¿Considera que la lucha contra la corrupción es una batalla a largo plazo?
– Ahora mismo en todo el mundo es una batalla. En algunos países es una batalla que puede ganarse con medidas a corto plazo; en otros, sin embargo, necesitará medidas a medio plazo y en otros esperemos que a largo plazo pase algo. Esperemos que a largo plazo no sea la eternidad. Sería muy deprimente.
– En uno de sus análisis dijo que la calidad democrática empieza a tener efectos a partir de 50 años. ¿Lo mantiene?
– La democracia no es, en principio, un impedimento para la corrupción. Sí es cierto que cuando una democracia se consolida, a partir de 50 años empieza a generar instituciones que hacen más difícil la corrupción. Lo que pasa es que la corrupción ha demostrado ser muy resiliente a la democracia. Hay países altamente corruptos con democracias que llevan muchos años, por ejemplo Italia. Lo que también es cierto es que la desigualdad es el otro factor clave. Cuando hay alta desigualdad, la democracia es un factor que incluso potencia la corrupción, porque permite más la captura y el clientelismo. Consecuencia: hay que fijarse no sólo en la democracia sino mucho también en la desigualdad y en América Latina la desigualdad es uno de los fundamentos de la corrupción.
– En cualquier caso, la región tiene mucho trabajo por delante.
– Sí, tiene mucho trabajo por delante en la construcción de calidad institucional, sin lugar a dudas. Sin voluntad política será imposible. Si desde arriba no se tira, los ciudadanos por sí mismos es casi imposible que puedan actuar. Pueden cambiar un gobernante, pero si el siguiente que viene es igual o peor, no pasa nada. Eso genera una apatía política, un cansancio que lleva al cinismo y la sensación de desprotección.