(EFE).- Israel se llenó ayer de mensajes triunfales tras la muerte en combate en Gaza de su «hombre más buscado», el líder de Hamás, Yahya Sinwar, arquitecto de la matanza del 7 de octubre. Pero su eliminación ¿allana el camino a un alto el fuego, enquista la guerra en la Franja o agrava la escalda regional?
«Aunque no es el fin de la guerra en Gaza sí es el principio del final», afirmó el primer ministro, Benjamín Netanyahu, aunque admitió «importantes desafíos» como el retorno de los 97 secuestrados aún cautivos.
Netanyahu, que en sus alocuciones ayer en hebreo e inglés, no se refirió en ningún momento a la posibilidad de una tregua, ha convocado la tarde del viernes al gabinete de seguridad para abordar el rumbo de la guerra porst-Sinwar y la posibilidad de retomar negociaciones, que llevan meses atascadas, según medios israelíes.
La noticia de la muerte del implacable líder islamista avivó las demandas, dentro y fuera de Israel, para reanudar las conversaciones para una tregua y la liberación de los rehenes, especialmente de sus familias. El presidente israelí, Isaac Herzog, varios ministros, políticos de la oposición, y líderes internacionales se expresaron en la misma línea.
«La guerra va a continuar. La baja de Sinwar no implica que Hamás vaya a derrumbarse», aseveró a EFE Guy Aviad, exmilitar israelí experto en Hamás.
El grupo islamista indicó hoy en un comunicado que la muerte de sus líderes «no significa ni el fin del movimiento, ni de la lucha palestina», una confirmación implícita del fin de Sinwar.
La radicalización de Hamás
Aviad apunta a que el aparato de Hamás en el exterior, asentado en Doha y Estambul, y su departamento financiero, que mantiene el flujo de dinero a la rama militar, siguen a pleno rendimiento; incluso después del asesinato en Teherán el pasado 31 de julio del líder del buró político, Ismail Haniyeh, a cargo desde 2017 de la diplomacia del grupo desde su exilio en Qatar.
Sinwar, férreo jefe de Hamás dentro de la Franja -aunando la vertiente política y militar- y cerebro del 7 de octubre, fue elegido entonces como máximo líder del movimiento, dentro y fuera de Gaza, en sustitución de Haniyeh, una medida que confirmó la radicalización del grupo.
Israel también mató a mediados de julio a Mohamed Deif, histórico jefe militar de las Brigadas al Qasam, brazo armado del grupo, y coautor intelectual de los ataques en Israel; así como a su ‘número dos’ del ala militar, Marwan Issa, el pasado marzo en el centro de la Franja. Junto con Deif, en un bombardeo en Mawasi el 13 de julio, también murió Rafa Salameh, comandante de poderosa Brigada de Jan Yunis.
Relevo en Hamás
Pese a estas bajas, la cúpula militar de las Brigadas al Qasam no está descabezada, con dos figuras emergentes que podrían ocupar el vacío de Sinwar y Deif. El mejor posicionado es precisamente su hermano, Mohamed Sinwar, que ante la muerte de varios comandantes, asumió hace meses el mando militar de toda la mitad sur de la Franja, desde Nuseirat hasta Rafah.
«Ha crecido en las filas del brazo armado de Hamás desde los 90, cuando era adolescente, a la sombra de Yahya Sinwar. Es tan radical, cruel y extremista como su hermano», asegura Aviad, quien teme por el destino de los rehenes que quedan vivos, ya que la mayoría están bajo su mando y los puede usar como venganza por la muerte de su hermano mayor.
El otro hombre fuerte que queda en la Franja es Izz ad Din al Haddad, comandante de la brigada de ciudad de Gaza cuando empezó la guerra, pero que ahora tiene el mando militar de toda la parte norte del enclave, y quien junto con el pequeño de los Sinwar puede continuar esta «guerra de desgaste» contra Israel.
La muerte de Sinwar podría agravar la escalada regional
En la escena exterior, el miembro del buró político Jaled Meshal, quien ya encabezó el grupo entre 1995 y 2017, podría retomar el máximo puesto del organigrama y liderar las negociaciones y elevar el perfil diplomático del grupo, con un talante más moderado y dialogante.
Otro escenario posible es que la muerte de Sinwar agrave la escalada regional, con otra guerra abierta ya en Líbano contra Hizbulá; mientras se espera una represalia de Israel en Irán, que el pasado 1 de octubre atacó con unos 200 misiles al país hebreo en respuesta al asesinato cuatro días antes en Beirut de Hasán Nasrallah, líder del grupo chií libanés, satélite del régimen de los ayatolás.
«Irán no va a tomar represalias por la muerte de Sinwar como sí hizo por Nasrallah. El régimen sigue molesto porque el plan del 7 de octubre se llevó a cabo son contar con sus aliados regionales. Sí alzó la voz por Haniyeh porque su asesinato fue en Teherán», explica Aviad.
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