Daniel Gómez (ALN).- El último informe de las Naciones Unidas sobre la industria de la moda trae datos impactantes. Como que producir un pantalón vaquero demanda 7.500 litros de agua. O que el sector del vestido arroja al mar medio millón de toneladas de microfibra al año, lo que equivale tres millones de barriles de petróleo.
“El costo de estar siempre a la moda es mucho más caro que el precio monetario que pagamos por ello”, advierten las Naciones Unidas.
El último informe de la ONU trae datos desalentadores. Como que cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura. Como que la industria de la moda emite más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales. Como que la producción de ropa y calzado es responsable de 8% de los gases de efecto invernadero a consecuencia de las manufacturas -la mayoría concentradas en Asia, donde la energía que usan proviene del carbón, que es el recurso más contaminante-.
Es impactante también la cantidad de agua que desperdicia la industria. Sobre todo, teniendo en cuenta que escasea para 40% de la población mundial. Por ejemplo, producir un solo pantalón vaquero demanda 7.500 litros de agua, la cantidad vital que una persona consume en siete años.
Otro ejemplo: el sector del vestido usa al año 93.000 millones de metros cúbicos de agua, volumen suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas. Por si fuera poco, este mismo sector tira al mar medio millón de toneladas de microfibra al año, lo que equivale a tres millones de barriles de petróleo.
Auge de la moda rápida y soluciones
La ONU está preocupada. En especial le inquieta el auge de la moda rápida. “El modelo dominante en el sector, que ofrece a los consumidores cambios constantes de colecciones a bajos precios y alienta a comprar y desechar ropa frecuentemente”.
A consecuencia de lo anterior, la producción de prendas de vestir se duplicó entre 2000 y 2014. “Muchos expertos, incluidos los especialistas de la ONU, consideran que esta tendencia es responsable de una amplia gama de efectos negativos en el ámbito social, económico y ambiental, y subrayan la importancia de garantizar que la ropa se fabrique de la manera más sostenible y ética posible”.
Elisa Tonda, jefa de la Unidad de Consumo y Producción del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, pide un cambio de modelo. “Si continuamos trabajando con el enfoque de negocios actual, las emisiones de gases contaminantes de esta industria aumentarán casi 50% para 2030”.
Por eso celebra iniciativas como las de H&M, Guess y Patagonia. La primera ha adoptado un esquema de recolección de ropa. La segunda, famosa por sus pantalones vaqueros, forma parte de un programa de reciclaje de guardarropas. Mientras que la tercera produce sus abrigos con botellas recicladas.
Otras iniciativas interesantes vienen de compañías más pequeñas. Como Freitag, que utiliza lonas y cinturones de seguridad de camiones para hacer bolsas y mochilas. Indosole, que fabrica zapatos con llantas viejas. Y Novel Supply, la cual cuenta con un esquema de devolución en el que los clientes regresan las prendas que ya no usan para que sean recicladas.