Patricia J. Garcinuño (ALN).- Cinépolis es la más grande compañía de exhibición cinematográfica de América Latina y la cuarta a nivel mundial. Este mes ha adquirido la segunda mayor sala de cines de Madrid, una operación que supone un paso más hacia su expansión por el continente europeo. El 2 de febrero, el Madrid más cinéfilo se quedaba consternado. “Palafox cierra sus puertas a finales de mes”, anunció Juan Ramón Gómez Fabra, propietario de la segunda mayor sala de la capital española, inaugurada en 1962, y presidente de la Federación de Cines de España. La noticia corrió de boca en boca. Los amantes del séptimo arte lo aceptaban resignados. En cierto modo, es la constatación de que este modelo independiente de gestión está en las últimas. Pero, ¿a qué se dedicará este espacio? De momento, solo se sabe que ha sido comprado por Yelmo Cines, perteneciente al grupo mexicano Cinépolis. Sus responsables no han dado detalles sobre sus planes.
Este imperio, dirigido actualmente por Alejandro Ramírez, es la mayor empresa de exhibición cinematográfica de América Latina, la cuarta a nivel mundial y la primera en ocupación de salas. Con la compra de los cines Palafox quiere continuar con su expansión en Europa, que comenzó desembarcando en España en julio de 2015, cuando adquirió la cadena española de Yelmo. En este país ya está presente en 17 ciudades y compite con la líder local, Cinesa.
Más allá de las cifras que rodean a este gigante de la industria audiovisual, se encuentra la historia de un abogado, Enrique Ramírez Miguel, que se acercó de forma inesperada al mundo del cine junto a su hijo y un nieto. Este último dejó su carrera como economista internacional para hacerse cargo de la empresa familiar.
El abogado que se enamoró de un proyector
Entre los clientes de Ramírez estaba Guillermo Jenkins, un importante exhibidor cinematográfico de México. Al ver oportunidad de negocio, adquirió el cine Morelos “sin que conociera mucho el sector”, tal como afirmó su propio nieto a la revista Comercio Exterior.
Cinépolis es la mayor empresa de exhibición cinematográfica de América Latina y la cuarta a nivel mundial
Poco a poco se fue interesando por el mundo del cine. En 1947 decidió abandonar su carrera de jurista para construir el cine Morelia. Tras una primera experiencia llamada Cadena de Oro, en la que Ramírez y su hijo se asociaron con don Gabriel Alarcón, los Ramírez vendieron su parte y comenzaron a construir salas por su cuenta, haciéndose llamar Organización Ramírez. En 1971 inauguraron el cine La Raza en Ciudad de México para, un año después, ponerse al frente también de Cinemas Gemelos. Al siguiente, abrió sus puertas el primer multicine. Con cuatro salas, el concepto creció de manera acelerada durante los siguientes 15 años. En 1994 nació Cinépolis.
“Alex, te necesitamos”
Dos años más tarde, se reclamó a la tercera generación que diera un paso al frente. Su nieto, Alejandro Ramírez Magaña, se formó como economista internacional. Tras pasar por Harvard y Oxford, estaba a punto de firmar un contrato con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano en Nueva York, cuando Enrique Ramírez le comunicó que tenía otros planes para él.
“Recibí un sobre de mi abuelito con muchos recortes de revistas, miles de estados financieros que hablaban de que la compañía familiar, Cinépolis, pasaba por una crisis debido a la competencia que había”. Esta nota terminaba con una emotiva despedida: “Alex, te necesitamos. Un abrazo. Tu abuelito”. “Obviamente no lo dudé y volví”, confesó a la revista Quién.
Ese mismo año comenzó como director de operaciones para, en 2004, pasar a ser director general de la compañía mientras su padre ocupaba el puesto de presidente.
La expansión internacional
La firma comenzó a expandirse internacionalmente en 1999 en Centroamérica –Guatemala, Costa Rica y Panamá-. En Ecuador, sin embargo, tuvo una experiencia fallida. A la vuelta de Alejandro Ramírez se lanzaron a conquistar Honduras, El Salvador, Colombia, Brasil, Perú, Chile, Estados Unidos, India y España.
El paso de Alejandro Ramírez por Harvard y Oxford fue crucial para afrontar el reto de la internacionalización: “Hay que adaptar el modelo de negocio a la realidad de cada país. Me refiero a la dinámica competitiva, la regulación vigente, la carga fiscal y el entorno comercial. Hay que tomar en cuenta los distintos aranceles que regulan la importación de proyectores, las pantallas o los equipos en general. Es muy importante también adaptar tu concepto en la parte del menú de alimentos y bebidas donde existen diferencias regionales”, dijo Ramírez a la revista Comercio Exterior.
Enrique Ramírez defendió el polémico documental Presunto culpable / EFE: Sáshenka Gutiérrez
Esta tarea se vuelve especialmente ardua cuanto más lejano sea el lugar y la cultura donde se intenta introducir el producto: “Ocuparse de estos aspectos ayuda a posicionar una empresa mexicana como la nuestra, incluso en países como la India en los que, por ubicarse en una región tan alejada, sonaría exótico intentarlo. Aunque seamos una empresa de salas de cine mucho más grande que las que existen en ese país, no éramos conocidos. Es un reto darte a conocer y establecer relaciones empresariales para posicionar a la empresa y hacer notar lo que aportas de innovador”.
Los retos tecnológicos
La compañía lanzó en 2014 un servicio de películas por internet llamado Klic, con un amplio repertorio, actualmente con un precio de 25 a 50 dólares (aproximadamente de 23 a 47 euros). En México tiene duros competidores como Netflix. “El cine vive quizá la mayor transformación tecnológica en décadas”, comentaba Alejandro Ramírez a Forbes el año del lanzamiento.
También en esta publicación, el director de la compañía contó cómo se encargó de llevar a México la proyección 4DX, una tecnología que permite, especialmente en películas de acción, que los asientos se muevan de forma sincronizada con lo que ocurre en la pantalla mientras se recrea niebla, lluvia, viento y olores. Ramírez conoció este formato en un viaje a Corea. Fue en 2012, cuando acudió a ese país para participar en el conocido foro de discusión económica mundial del G20. Allí conoció la empresa CGV, la mayor cadena de exhibición coreana, con la que llegó a un acuerdo para invertir en 36 salas con esa tecnología en un plazo de tres años.