David Placer (ALN).- El exministro chavista para la transformación de Caracas, Farruco Sesto, expuso en Madrid los detalles de la “Gran Misión Vivienda”, el plan estrella que intenta vender el chavismo al mundo para transmitir una imagen de “gobierno social”. Pero su propia exposición descubre el verdadero rostro del plan.
Farruco Sesto llegó a Madrid la semana pasada con un encargo del embajador de Maduro en España, Mario Isea: promocionar la “Gran Misión Vivienda Venezuela” para lavar su imagen de gobierno dictatorial.
El exministro de Hugo Chávez, y máximo jefe del plan, fue designado por la embajada como ponente principal de la jornada “Vivienda en Lucha” en la que el régimen madurista habló de “las dos Venezuelas”. “Una, la de los medios de comunicación, la de una dictadura horrible, un pueblo sometido y otra, la Venezuela real, la que tiene un proyecto de país pero que no nos dejan hacerlo”, explicó Sesto.
Los organizadores, que se presentaron como “la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Madrid y Leganés”, expusieron un panorama nefasto de la vivienda en España: denunciaron que “los magistrados, el poder político y los bancos actúan en connivencia” para arrebatar las casas a las familias trabajadoras. Dijeron que unas 100.000 familias están a punto de ser desahuciadas y que el drama apenas comienza.
Luis Chamarro, organizador del acto y que se presentó como representante de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Madrid (algo que posteriormente fue desmentido por la plataforma “oficial”), explicó que el problema de la vivienda en España “surge con el capitalismo”. “Antes las familias construían sus propias viviendas y no había problemas. Ahora tienen que trabajar los abuelos, los padres y los nietos para pagar una hipoteca”, explicó el organizador de la jornada.
El desastre europeo y el “milagro” venezolano
Los activistas españoles mostraron a los asistentes la peor de las realidades en los videos en los que la policía desaloja de sus casas a las familias sin recursos. El material audiovisual contaba con música conmovedora de fondo. Las madres lloraban mientras los violines conmovían a la audiencia. Las familias expulsadas con sus hijos, eran mostradas con redoble de tambores. El drama había sido preparado para presentar a la audiencia española un plan alternativo, una verdadera vía humanista: “lo que está haciendo Venezuela para solucionar el problema”.
Entonces, llegó el turno de Farruco Sesto, arquitecto y gran responsable de uno de los planes de gobierno con los mayores recursos conocidos en los últimos años: el Plan Misión Vivienda. Vestido de franela negra, el exministro chavista aseguró que había tenido la enorme suerte de ser el ejecutor de esa gran idea de Hugo Chávez: dar vivienda a los pobres de Venezuela.
Contó que el chavismo había heredado de la Cuarta República una realidad urbanística siniestra: viviendas precarias en las montañas que rodean Caracas con una situación insostenible. Hasta entonces, la charla discurrió sin novedades. Pero el máximo jefe de la Misión Vivienda hasta 2013 comenzó a buscar más culpables de la realidad social venezolana desde un singular punto de vista urbanístico. El régimen siempre necesita encontrar culpables fuera. “Pero no crean que Caracas está llena de barrios. Hay urbanizaciones de lujo, donde vive la oligarquía, como el Country Club. Allí, por cierto, también vive el embajador de España”, explicó Farruco.
El portavoz del régimen en España, nacido y con residencia en Galicia, explicó que precisamente esa “clase oligarca” era la responsable de todos los problemas de vivienda del país. “A diferencia de la oligarquía de Colombia o de Brasil, la oligarquía en Venezuela es extractiva. No invierte, no produce. Sólo saca sus recursos fuera del país”, aseguró Sesto.
El expositor no se refería a los altos jerarcas del régimen, ni a la clase poderosa chavista que tiene el monopolio del poder, del dinero y los negocios desde hace 20 años. Habló de una supuesta oligarquía opositora, saboteadora, contraria a los intereses del país. Una masa inerte, amorfa, que no identificó, ni siquiera con pistas vagas, pero que, a fin de cuentas, señaló como la máxima responsable de los problemas de vivienda en Venezuela.
Para erradicarla y contrarrestar sus efectos nocivos, Sesto explicó a la audiencia que Hugo Chávez ideó la Gran Misión Vivienda. Comenzó con un ambicioso plan para dotar de techo a millones de familias sin recursos. Pero la forma de actuar del expresidente fallecido y sus herederos políticos muestra otra cara menos amable del proyecto.
“Ése es un boceto dibujado por Chávez de cómo quería que fuesen los edificios”, explicaba el exministro al mostrar un dibujo hecho por el exmandatario, con árboles y avenidas incluidas. “A Chávez se le ocurrió hacer una urbanización al lado de la autopista al aeropuerto”, añadió.
Chávez decidía dónde se construía, diseñaba edificios y elegía las empresas favorecidas por los contratos millonarios, todas extranjeras: españolas, portuguesas, rusas, bielorrusas, chinas, turcas e iraníes. Había prisa por construir y también por mostrar la publicidad de las viviendas elaboradas, una tarea designada a los ejércitos de periodistas y fotógrafos del Estado.
“No hacíamos estudios de suelo. Teníamos mucha urgencia por entregar las viviendas”, explicó el exministro. Las prisas dieron resultado y el régimen entregaba viviendas con rapidez, pero las consecuencias llegarían muy pronto.
Las viviendas mal construidas
La organización sin ánimo de lucro Transparencia Venezuela denunció la construcción de viviendas sobre fallas geológicas y zonas de riesgo como en colinas. Cerca del río Albarregas, en Brisas del Alba (Mérida), fueron construidas viviendas en una zona de riesgo según un decreto presidencial de 1979. En Ciudad Tavacare (Barinas) tampoco se hicieron los trabajos de pilotaje exigidos por el tipo de construcción, según ha denunciado la ONG. En los edificios Estrellas Revolucionarias (La Rinconada, Caracas), las pantallas atirantadas no fueron completadas, por lo que los inmuebles carecen de apoyo estable, según los técnicos.
Los beneficiados por las viviendas han denunciado la presencia generalizada de filtraciones y de suministro eléctrico. “No son viviendas de lujo, pero son mucho mejores que las que tenían”, explicó Sesto en las conferencias en Madrid, en las que tampoco informó que las viviendas no son entregadas en propiedad, sino con un permiso de uso.
“Las cifras desmienten los logros de la Gran Misión Vivienda Venezuela: cada apartamento costó el doble que en cualquier país latinoamericano”
La sombra de la corrupción generalizada, tanto en la firma de contratos como en la asignación de viviendas, ha sido una constante en todos los desarrollos habitacionales. Las cifras tampoco cuadran. En mayo de 2016, Manuel Quevedo, actual presidente de PDVSA, aseguró que el gobierno había construido más de un millón de viviendas con un coste de 73.000 millones de dólares. Cinco meses después, Nicolás Maduro elevaba la cifra hasta los 95.000 millones.
Con las cifras ofrecidas por Maduro, la Cámara Venezolana de la Construcción hizo una división simple: cada vivienda de la Misión Venezuela ha costado unos 82.000 dólares, una cifra que dobla la media de América Latina para este tipo de construcciones.
Las viviendas sociales del chavismo, realizadas con materiales económicos y deficiencias generalizadas, han costado más que los apartamentos de las zonas de la “oligarquía” que siempre ha denunciado el chavismo.
Ahora el chavismo reconoce que toda aquella etapa quedó en el pasado. Ahora ya no hay contratos millonarios para sus socios extranjeros ni “millones de viviendas para los pobres”. Ahora no sobra el dinero, porque dicen sufrir una guerra económica. El régimen también se siente a la intemperie, damnificado o con grietas o goteras en su casa. Como cualquier “beneficiado" por la Misión Vivienda.