Nelson Rivera (ALN).- El informe ‘Suficiencia, equidad y efectividad de la infraestructura escolar en América Latina según el TERCE’ permite establecer una relación entre infraestructura y rendimiento escolar. De los 15 países evaluados (la ausencia de Cuba y Venezuela resulta llamativa), Chile es el que presenta mejores resultados. De los resultados que arroja Suficiencia, equidad y efectividad de la infraestructura escolar en América Latina según el TERCE (Unesco y BID, Santiago de Chile, 2017), elaborado por Jesús Duarte, Florencia Jaureguiberry y Mariana Racimo, de la División de Educación del BID, es posible establecer una relación entre infraestructura y rendimiento escolar. La calidad del ambiente en que ocurre el aprendizaje es relevante. Mejor que hablar de infraestructura es hacer uso de expresiones como ‘ambientes de aprendizaje’ o ‘espacios físicos de aprendizaje’.
El TERCE es un estudio de los logros obtenidos del aprendizaje, que se aplica a estudiantes de tercer y sexto grado de educación primaria, en 15 países de América Latina y el Caribe. En ambos grados se evalúan los resultados obtenidos en Matemáticas y Lengua. En sexto grado, se incorporan los resultados de la asignatura Ciencias. En el marco de esta investigación se realizan preguntas a los estudiantes y a las familias relativas a la condición socio-económica, y a los directores sobre las condiciones de los planteles. Más de 135.000 estudiantes presentaron las pruebas.
Los peores resultados están en los países de Centroamérica, con la excepción de Costa Rica
A los directores de las escuelas, más de 6.300, se les consultó sobre variables como servicios disponibles (energía eléctrica, agua, desagües, teléfonos, acceso a internet, etcétera); equipamiento de las aulas (pizarrón, mesas, sillas, tizas); y sobre espacios específicos (oficina para el director, sala de profesores, canchas deportivas, auditorio, sala de computación, laboratorio, biblioteca, enfermería y otros).
Ni suficiente, ni equitativa
Se trata de un estudio comparado, que pone foco en las candentes cuestiones de suficiencia y equidad. En la categoría de tercer grado, 41% asiste a escuelas que no tienen resueltas las necesidades básicas de agua y saneamiento. Un tercio de los estudiantes van a centros que no tienen teléfono, ni acceso a internet, ni algún espacio de los llamados de ‘usos múltiples’. El informe señala que, al respecto, la situación de los estudiantes de sexto grado es porcentualmente similar.
Más de 135.000 estudiantes presentaron las pruebas para elaborar el informe / BID
La evaluación de la infraestructura está organizada en seis categorías (Equipamiento de aulas, Espacios de uso múltiple, Áreas de oficina, Espacios pedagógicos, Conexión a servicios y Agua y saneamiento). De los 15 países evaluados (la ausencia de Cuba y Venezuela resulta llamativa), Chile es el que presenta mejores resultados: 73% de los alumnos asisten a escuelas que tienen cubiertas las seis categorías. Otro 18% que tienen cinco. En total, 91% estudian en escuelas con cinco o seis categorías cubiertas. Cuatro países, Brasil (63%), Costa Rica (60%), Colombia (58%) y Uruguay (57%) presentan cifras más positivas que negativas.
Por el contrario, los peores resultados están en los países de Centroamérica, con la excepción de Costa Rica. “En Honduras, casi la mitad de los alumnos estudia en escuelas con una o ninguna categoría de suficiencia en términos de infraestructura, en Guatemala la proporción es de 36% y en Panamá, República Dominicana y Paraguay ronda entre 21 y 24%”.
Como el lector seguramente imagina, las tendencias del factor equidad son previsibles: los niños que provienen de familias mejor situadas en la escala socio-económica, tienden a estudiar en escuelas con mejor dotación. También hay diferencias de carácter geográfico: las escuelas rurales están, la mayoría de las veces, infradotadas con respecto a las escuelas ubicadas en las ciudades.
A quién le importa la educación
Lo que resulta más sorpresivo del estudio es constatar que países que tienen ingresos per cápita semejantes, por ejemplo, Panamá y Uruguay, “presentan grandes diferencias en el grado de suficiencia alcanzado en los índices de agua y saneamiento (44% vs. 66%), conexión a servicios (64% vs. 98%) y espacios académicos (37% vs. 73%)”. Si se compara a estos dos países con Chile, que tiene un PIB un poco superior, pero logros en infraestructura realmente notables, queda claro que, además de las capacidades económicas, la calidad de la gestión y la valoración real que se le otorga al sistema educativo son factores decisivos.
Los niños de familias mejor situadas socio-económicamente tienden a estudiar en escuelas con mejor dotación
“Estudiar en una escuela con suficientes espacios físicos de aprendizaje, es decir, una escuela con agua potable, baños, electricidad, teléfono, biblioteca, algún espacio para el deporte o reuniones colectivas de los alumnos y con aulas dotadas de los materiales básicos está generalmente asociado con mejores aprendizajes escolares. Esto que parece una afirmación de sentido común, sorprendentemente, no se ha traducido a la realidad en un buen número de sistemas educativos de la región, donde una parte de los estudiantes, especialmente de aquellos pertenecientes a familias pobres o de las zonas rurales, no tiene asegurado el acceso a las escuelas con dichas características básicas”.