Nelson Rivera (ALN).- ¿Qué es la ‘internet de las cosas’? En la medida en que se produzca la proliferación de sensores, y que esos sensores, conectados a internet, se transformen en una red que produce información instantánea, la mente humana incrementará sus capacidades para procesar datos, hacer seguimiento simultáneo a varias realidades, y tomar decisiones sobre datos y no sobre presunciones.
Detengámonos un momento en la cosecha del siglo XVII: Miguel de Cervantes escribió el Quijote. Michel de Montaigne sus ensayos, que constituyeron la creación de un género cuyo auge, ahora mismo, luce ilimitado. William Shakespeare produjo su enorme obra poética y dramatúrgica, que cambió para siempre el destino de la lengua inglesa. Blaise Pascal dio forma a sus pensamientos. Francis Bacon creó el empirismo científico. Galileo Galilei estableció las bases de la astronomía y la física tal como las conocemos hoy. Isaac Newton describió las leyes de gravedad y los principios de la mecánica. Esta lista podría contener varios centenares de hombres y logros más, en todas las esferas del conocimiento y la experiencia humana.
¿Cómo fue posible esa expansión de la mente? ¿Acaso hay alguna explicación que pueda abarcar la aparición, en un determinado lapso, de tantos hombres excepcionales? Anthony Clifford Grayling, en su formidable La era del ingenio, sustenta esta tesis: las turbulencias del XVII, marcado por guerras feroces, luchas religiosas y revueltas campesinas, determinaron la baja de las certidumbres, las fronteras y la legitimidad de los poderes. En ese marco de cosas, los más brillantes se hicieron preguntas y las contestaron con sus obras. Aquellos tiempos de tumulto y caos, habrían sido el motor apenas visible de los cambios -en las ideas, en la ciencia, en la producción- que configuraron las bases de nuestra era moderna.
La conjunción de la internet de las cosas, la robótica y la inteligencia artificial creará facilidades para el ser humano, pero también nuevos desafíos
Eminentes futurólogos coinciden en el anuncio: nos aproximamos a un nuevo big bang de la mente. A un salto cualitativo en las capacidades de nuestros cerebros. Pero a diferencia de lo ocurrido en el siglo XVII, el motor esencial del fenómeno no es tanto la combinación de caos e incertidumbre -principios de nuestra era- como el resultado del crecimiento exponencial de la tecnología y de la inteligencia artificial.
Fenómeno masivo
La primera diferencia que conviene señalar entre aquel boom y el próximo: el que viene no se limitará a unos pocos excepcionales. Lo previsto es que, en dos o tres generaciones, alcance a la mayoría de la humanidad. Joseph Paradiso, del Media Lab del Massachusetts Institute of Technology, habla del “cerebro sensorial aumentado”, en un iluminador artículo publicado en El próximo paso. La vida exponencial (BBVA, España, 2016). Ray Kurzweil habla de la “mente aumentada” en Cómo crear una mente (Lola Books, Alemania, 2013).
El “cerebro sensorial aumentado” o la “mente aumentada” son fórmulas que describen la expansión que experimentarán nuestras mentes. Por ‘expansión’ debemos entender la potenciación de las capacidades perceptivas y cognitivas, así como también la multiplicación de los ámbitos que podrán estar bajo nuestra observación y control: los indicadores de nuestro cuerpo, el funcionamiento de nuestro hogar, las actividades de nuestros hijos mientras están en la escuela o la secuencia de las operaciones en nuestra oficina.
La mente aumentada significa un cambio en la lógica de nuestras vidas. En la medida en que se produzca la proliferación de los sensores -sensores que miden la cantidad de azúcar en la sangre, que nos advierten del incremento en el consumo de agua o que nos dicen cuántos compañeros de nuestra oficina se han levantado a una misma hora para salir a tomar café-, y que esos sensores, conectados a internet, se transformen en una red que produce información instantánea, en esa medida nuestras mentes incrementarán sus capacidades para procesar datos, hacer seguimiento simultáneo a varias realidades, y tomar decisiones sobre datos y no sobre presunciones.
Nuevos desafíos
La conjunción de la internet de las cosas, la robótica y la inteligencia artificial creará facilidades para el ser humano, pero también nuevos desafíos. El primero de ellos, relativo a los riesgos que para la privacidad supondrá la existencia de sensores en cada rincón del mundo. A lo anterior se agrega la cuestión, cada vez más preocupante, de que la industria del hackeo se apropie de nuestros datos y los use con fines delictivos.
Pero hay una cuestión de fondo, que apenas enunciaré aquí: puesto que la proliferación de datos será el más visible carácter de lo real, nuestras mentes estarán obligadas a potenciar su capacidad de procesamiento: más velocidad, simultaneidad, nuevas formas de representación, apariciones que nos obligarán a modificar nuestras preceptivas entre lo que es posible y lo que no. Hasta la interacción con los robots nos obligará a un esfuerzo de clarificación de nuestros deseos y de las palabras con que los formulamos. Lo que para muchos parece una amenaza, a otros resulta estimulante y hasta excitante: vamos hacia un mundo donde hay muchas cosas que tendremos que aprender de nuevo.