Daniel Gómez (ALN).- Alessandro Bazzoni es propietario del Ristorante Pizzeria Dolcegusto. Pero el pasado enero, la administración de Donald Trump lo confundió con un traficante de petróleo que colaboraba con el gobierno de Nicolás Maduro para esquivar las sanciones impuestas por Estados Unidos. Sus cuentas quedaron bloqueadas. Bazzoni reconoce haber vivido una pesadilla. “Me quedé sin un céntimo”.
El 18 de enero de 2020, el italiano Alessandro Bazzoni fue designado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos como responsable de evadir las sanciones contra el sector petrolero venezolano. El gobierno de Donald Trump afirmaba que era socio de una de las empresas de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Que había armado una red paralela de comercialización de petróleo. Que esquivaba las sanciones con triangulaciones en Singapur y Emiratos Árabes. Y que había amasado hasta 32 millones de dólares con estos negocios.
Bazzoni incluso fue amenazado por uno de los altos funcionarios de Trump.
“Aquellos que facilitan los intentos del régimen ilegítimo de Maduro de eludir las sanciones de Estados Unidos contribuyen a la corrupción que consume a Venezuela. Estados Unidos sigue comprometido a atacar a aquellos que permiten el abuso de los recursos naturales de Venezuela por parte del régimen de Maduro”, dijo aquel 18 de enero el secretario del Tesoro, Steven T. Mnuchin, en su último día en el cargo.
Entonces llegó el 1 de febrero. Mientras Alessandro Bazzoni cocinaba un risotto al tastasal, recibe una llamada del banco. Todas sus cuentas están bloqueadas, le dicen. Bazzoni sale corriendo al banco para ver qué pasa. Allí le explicaron que la medida fue tomada por orden del gobierno de Estados Unidos. Bazzoni pensaba que era una broma, pero en el banco nadie reía. Realmente habían bloqueado sus cuentas. Todas sus transferencias. Sus tarjetas de prepago. Hasta para ingresar dinero tenía problemas.
Alessandro Bazzoni seguía ignorando el porqué de esas medidas. No entendía nada. Qué le había hecho él, un simple diseñador gráfico y propietario del Ristorante Pizzeria Dolcegusto en Verona, a Washington. En el banco no sabían nada. Luego acudió a la policía, y tampoco. Nada.
Entonces decidió investigar por internet y comprobó, incrédulo, que el gobierno de Estados Unidos le había confundido con otro italiano con su mismo nombre y que efectivamente sí hacía negocios con Nicolás Maduro.
La pesadilla de Alessandro Bazzoni
A partir de entonces, comenzó “una pesadilla” para Bazzoni que terminó el pasado 1 de abril, cuando el gobierno de Joe Biden borró el nombre de su empresa, AMG SAS Di Alessandro Bazzoni & C, de la lista de sanciones.
El calvario se lo relata Bazzoni a los diarios italianos La Repubblica y Corriere de la Sera. Allí recuerda cómo resolvió el caso prácticamente solo.
Primero pidió ayuda a un bufete de abogados que le exigía el módico precio de 20.000 euros. Lo rechazó. Entonces se puso en contacto con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Le envió todos sus documentos: cédula de identidad, pasaporte, número de IVA y cédula de constitución de la empresa…
“Traté de demostrar que no tenía nada que ver”, explicó.
“Estos ya son tiempos difíciles para los dueños de restaurantes, lo último que necesitaba era que me bloquearan las cuentas”, apuntó.
El gobierno italiano también colaboró. Cuando Washington notificó las sanciones, la embajada de Italia en Washington se puso a investigar a Bazzoni y constató que había otra persona que se llamaba igual que él, confirman fuentes diplomáticas a La Reppublica. Finalmente, el 2 de marzo la Cancillería de Italia se pone en contacto formalmente con el Departamento del Tesoro y el Departamento de Estado de Estados Unidos para que eliminaran a Bazzoni de la lista. Cosa que felizmente ocurrió la semana pasada.
Mientras estuvo sancionado, Bazzoni reconoce haberlo pasado mal. “Me quedé sin un céntimo”, dijo, al tiempo que se veía obligado a aclararle a su hijo que no era millonario. “Mi hijo de 12 años vio mi nombre asociado con 32 millones de dólares y dijo: ‘¿Realmente tenemos todo ese dinero? Entonces, ¿por qué siempre dices que no cuando te pido que me compres algo en estos dos meses?’”.
No es la primera vez que EEUU se equivoca
En ocasión de lo ocurrido con Bazzoni, la cadena BBC de Londres le preguntó al abogado Nicholas Turner, del bufete Steptoe & Johnson de Hong Kong, por qué ocurren estas equivocaciones en el gobierno de Estados Unidos.
Dijo que, en ocasiones, Washington analiza “información que cualquiera puede encontrar en línea” y “si esa información no ha sido verificada adecuadamente, es fácil que ocurran errores”. Errores con un alto costo para una persona normal y corriente.
“Aunque los objetivos son completamente inocentes, el impacto de un error así en un negocio puede ser devastador. Puede llevar meses resolverlo a un alto costo”, apuntó.
El abogado recordó un caso similar cuando el gobierno de Donald Trump sancionó a la tecnológica china Xiaomi. Dijo que esta empresa estaba vinculada con el gobierno de Xi Jinping y con la Fuerza Armada y compartía los datos que recopilaba de sus usuarios estadounidenses. Xiaomi, que fue sancionada por ello, acudió a la justicia de Estados Unidos, la cual determinó que “no había pruebas suficientes para respaldar las afirmaciones” del gobierno de Trump.
“Si estos errores pueden ocurrir con una empresa tan grande como Xiaomi, no es de extrañar que los jugadores más pequeños se encuentren en esta situación. Desafortunadamente, es posible que no tengan los recursos de Xiaomi para combatirlos”, comentó Turner.
Por suerte, Alessandro Bazzoni pudo resolver el caso por sí mismo y en un tiempo relativamente corto.