Antonio José Chinchetru (ALN).- Cristina Vesteiro, Daniel Portero y Ana Velasco son tres de los más de 1.600 españoles cuyos padres fueron asesinados por ETA. ALnavío ha conversado con ellos después de que el grupo terrorista anunció una disolución que algunos ponen en duda. Los tres reclaman que se haga justicia, que no se dejen sin resolver todos los crímenes cometidos por la banda terrorista. Además, les resulta indiferente si ETA pide perdón o no por los crímenes que ha cometido.
Los 853 asesinatos cometidos por ETA dejaron un total de 1.635 huérfanos, según las cifras difundidas por las asociaciones de víctimas. Cristina Vesteiro, Daniel Portero y Ana Velasco son tres de esos españoles que perdieron a sus padres a manos de la banda. ALnavío ha conversado con ellos sobre el anuncio de disolución que la organización criminal hizo la semana pasada. Todos reclaman justicia. Rechazan que el Gobierno otorgue ningún beneficio a los etarras encarcelados. Además, a los tres les resulta indiferente si el grupo terrorista pide perdón o no.
El 17 de junio de 1986, dos terroristas de ETA ametrallaron un coche en las cercanías del Estadio Vicente Calderón de Madrid, disparando medio centenar de balas. Asesinaron a tres personas: el teniente coronel Carlos Vesteiro, el comandante Ricardo Sáenz de Ynestrillas y el soldado conductor Francisco Casillas. Cristina Vesteiro, entonces una adolescente que acababa de comenzar el bachillerato, es la segunda de los cuatro hijos de Carlos Vesteiro. No es una víctima del terrorismo que suela hablar ante los medios, pero en esta ocasión accede a hacerlo. Considera que el anuncio de disolución “es uno de tantos”.
“Me es absolutamente indiferente, y no me creo nada”, dice. Cree que “es una mentira más. Como víctima no me aporta absolutamente nada”. De carácter firme al tiempo que de trato cercano, no tiene empacho en expresar en público lo que siente y lo que opina sobre la banda terrorista que asesinó a su padre. Así lo ha hecho durante 32 largos años, y de forma habitual, con sus amigas más cercanas. Algunas, que comparte con su hermana mayor, la acompañaron en aquellos momentos. Mantienen una relación que se forjó en la infancia y la primera adolescencia en las calles de la zona de viviendas militares donde se criaron, yendo al mismo colegio y el mismo instituto.
Casada y con dos hijos de nueve y 10 años, Cristina Vesteiro es inspectora jefe del Cuerpo Nacional de Policía y está destinada en Madrid. El asesinato de su padre no influyó en la decisión de formar parte de este cuerpo de seguridad, comenta. “Claro que te marca la vida”, dice al hablar de aquel fatídico día de 1986. “Pierdes a tu padre con 15 años, deja de estar ahí y no puedes hablar con él para tomar decisiones importantes”, reflexiona. “Sin embargo, y con esa ausencia, la vida sigue”. Eso sí, “todo te hace recordar, cada atentado, cada terrorista que queda en libertad, cada noticia”.
Está segura de que ahora el objetivo de ETA es que los terroristas presos sean trasladados al País Vasco desde otras cárceles del resto de España. Considera que el Gobierno “no tiene que hacer nada con respecto a este comunicado. Si dan algún tipo de concesión, lo estarán haciendo absolutamente mal”, afirma antes de añadir: “Para mí es un chantaje. No es otra cosa que para beneficiarles a ellos”.
Tiene clara cuál ha de ser la respuesta de las autoridades españolas: “Lo que hay que hacer es aplicar la ley, la justicia. A los que tienen que escuchar es a las víctimas, no a esta gentuza”, afirma contundente.
El papel del Partido Nacionalista Vasco
Luis Portero era el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. El 9 de octubre de 2000, tres terroristas le dispararon en la cabeza. Cometieron el atentado en el portal de la casa de la víctima. Como Carlos Vesteiro, tenía cuatro hijos. Uno de ellos es Daniel Portero, presidente de la Asociación Dignidad y Justicia. Conversa con este diario como víctima a título personal, no en nombre de la organización. Es una persona acostumbrada a hablar ante los medios, a tratar con periodistas.
Lo primero que dice, nada más arrancar la conversación, es: “En mi familia ha habido algunos a los que les ha afectado mucho, porque ven que es como si se cerrara esto y quedara todo con muchos cabos sueltos. Les ha afectado negativamente”.
La suya es una familia marcada por el asesinato del padre, pero que ha decidido que la memoria juegue a favor de la vida. En 2003 crearon la Fundación Luis Portero García, con sede en la ciudad andaluza de Málaga. Residente en Madrid, Daniel Portero forma parte del patronato. La institución ha organizado a lo largo de los años seminarios de derechos humanos, pero su actividad principal es otra. Se dedica fundamentalmente al desarrollo de programas de investigación y divulgación de los campos de la medicina referidos a la donación, extracción y trasplante de órganos y tejidos, así como de los cuidados paliativos de pacientes con enfermedades crónicas o terminales.
Daniel Portero: “Estoy en contra de ese acercamiento mientras no se esclarezcan los casi 400 asesinatos sin resolver”
También él cree que el objetivo del comunicado es que el Gobierno español acepte trasladar a los presos de ETA a las cárceles del País Vasco. “Estoy en contra de ese acercamiento mientras no se esclarezcan los casi 400 asesinatos sin resolver. Lo que me preocupa no es el comunicado, sino el trasfondo del comunicado”, afirma.
Añade: “ETA lleva disuelta desde hace tiempo. La vanguardia de la izquierda abertzale (independentista vasca) antes era ETA, ahora lo es la parte política, los ex de Batasuna (brazo político de ETA), Sortu. Antes mandaba dictatorialmente ETA y ahora no tiene ninguna fuerza ni capacidad. Todo el que ha podido ha salido corriendo y los que mandan son los otros”.
Padre de tres hijos menores de edad, recuerda a la perfección cómo supo que habían asesinado a su padre: “Vino mi tío Paco a darnos la mala noticia al Club Mediterráneo de Málaga. Mi hermano y yo solíamos nadar mucho ahí. Fue un mazazo, nunca había sentido una sensación así. Impotencia, pura y dura. Me desplomé. Fue una caída libre, quedé de rodillas. Me hice muchísimo daño. Es algo que nunca olvidaré”.
Ingeniero de caminos, canales y puertos, Portero traslada el razonamiento profundamente analítico propio de su profesión a un asunto que le toca de forma tan personal como el terrorismo. No lo hace, eso sí, con modales fríos. Su manera de conversar es cercana, y en determinados momentos denota emoción.
Apunta a otros culpables: “El Partido Nacionalista Vasco (PNV) tiene mucha culpa de lo que ha pasado. ETA era una escisión de las juventudes del PNV, y el PNV siempre ha tenido mucha vinculación con el terrorismo de ETA, por mirar a otro lado o por otras razones. Su posición nunca ha sido ni tan siquiera equidistante, han sido más cercanos a los terroristas que a las víctimas”.
Asimismo, Portero señala: “El Gobierno y las fuerzas de la oposición tienen que decir ‘no’. Y, de momento, el único que ha dicho ‘no’, no al acercamiento mientras no se esclarezcan los casos, ha sido Ciudadanos. Por el momento, no le he oído esa frase de forma explícita al Partido Popular. Me gustaría escucharla, y si tengo la oportunidad lo voy a pedir. Se habla claro o no se habla claro. A mí que no me tomen el pelo”, añade.
Riesgo de legitimación como agente político y social
El comandante Jesús Velasco es otro de los muchos militares asesinados por ETA. El 10 de enero de 1980, cuando ocupaba el cargo de jefe del Cuerpo de Miñones de Álava (una policía foral de antigua tradición), llevaba a dos de sus cuatro hijas (de 12 y 16 años de edad), además de otras dos niñas amigas de ellas, al colegio. Las menores se acababan de bajar del coche del uniformado cuando un individuo disparó varias ráfagas contra el vehículo causando la muerte inmediata del comandante.
Ana Velasco no es una de las dos hermanas que presenciaron el asesinato de su padre. 38 años después le preocupa mucho “el eco que tiene” el comunicado de disolución de ETA. Le alarma “que tenga tantísima capacidad para influir y que se les haga tanto caso”. En su opinión, “hay que hacer lo contrario, no darles protagonismo, ignorarles y despreciarles. Darles cancha es darles espacio en la vida pública, y eso es absolutamente negativo. Lo que se está haciendo es darles la capacidad de que sean un agente social y político legítimo, y eso me parece gravísimo”.
Periodista de formación, la vida de Ana Velasco está muy vinculada a la causa de los derechos de las víctimas de ETA y otras organizaciones terroristas. Su madre Ana María Vidal-Abarca fue una de las fundadoras de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y ella forma parte del Colectivo de Víctimas del Terrorismo en el País Vasco (Covite). Tras haber trabajado en revistas digitales y en comunicación empresarial, en la actualidad forma parte del patronato y es la directora de comunicación de la Fundación Villacisneros.
Esta entidad privada promueve los principios “de la cultura europea y el humanismo cristiano, origen de las sociedades occidentales y base sobre la que se asientan los sistemas democráticos y el Estado de derecho actuales”, según la propia organización.
La lucha contra el terrorismo y el apoyo a las víctimas centra gran parte de los esfuerzos de la entidad. Promueven actividades de divulgación y dan apoyo jurídico para que se investiguen todos los asesinatos sin resolver.
Ana Velasco: “Todo lo que han hecho ahí queda, y va a quedar para siempre. No se puede borrar lo que han hecho”
“Me da igual si ETA se disuelve de verdad o no”, dice Ana Velasco a ALnavío. “Todo lo que han hecho ahí queda, y va a quedar para siempre. No se puede borrar lo que han hecho”, sostiene. Considera que “es una mutación de cara al futuro, pero ellos son lo que son, no se arrepienten, consideran que hasta ahora ha sido útil lo que han hecho y creen que ahora para conseguir sus fines lo tienen que hacer de otra manera. Lo que tenemos que hacer nosotros es impedir que puedan seguir haciendo lo que quieren, teniendo su estrategia y marcando los ritmos y las pautas”.
Ana Velasco es madre de tres hijos ya adultos. La menor tiene 23 años, seis más que ella cuando su padre fue asesinado. Cuando se le pregunta “¿qué edad tenías?” no necesita que se especifique sobre qué hecho concreto se está hablando. Responde enseguida que 17 años. Aquel crimen la ha marcado absolutamente. “Me ha marcado absolutamente toda mi vida. Seguirá siendo un trauma para mí toda la vida”, se sincera.
“Es algo brutal, porque no te enfrentas a una muerte natural. Te enfrentas a la maldad, a que otra persona le arrebate la vida a la persona clave, a un padre. Enfrentarte con la maldad en estado puro nunca se termina de asimilar”, dice emocionada. De forma espontánea, continúa con una reflexión en voz alta: “Creo que la gente que intenta justificar el terrorismo es porque no tiene empatía, y porque no es capaz de comprender el dolor que se puede sentir ante semejante barbaridad”.
Reclama a las autoridades lo mismo que Cristina Vesteiro y Daniel Portero: “Que garanticen el derecho a la justicia de las víctimas”. Por ello, afirma: “No sé hasta qué punto van a dar lo que piden los terroristas, pero ya les han dado mucho. No me inspira ninguna tranquilidad ni ninguna confianza lo que vaya a hacer el Gobierno”.
Ana Velasco cree que “el Gobierno tiene que ser inflexible en lo que se refiere a la justicia, a la investigación de los crímenes sin resolver y a que se cumpla la ley. Que demuestren que van cumplir la ley, porque cuando se hacen homenajes a los terroristas que salen de la cárcel no se está cumpliendo la ley, la ley dice que no se tolerará la humillación de las víctimas. Y, sin embargo, eso ocurre constantemente”.
En este sentido, agrega: “El Gobierno hace ya mucho tiempo que ha dado contrapartidas. Es seguir en la misma línea, porque la derogación de la Doctrina Parot y la salida de la cárcel de 80 etarras fue contrapartida por la negociación. Y la vía Nanclares ha sido contrapartida. Y los 300 etarras que han salido de la cárcel en los últimos cuatro años son contrapartida. Entonces, van a seguir en la misma línea”.
Ni perdón ni olvido
El debate sobre si ETA debe pedir perdón por sus crímenes está abierto en España desde hace mucho tiempo. A las tres víctimas con las que ha hablado este diario la polémica les resulta indiferente. No ven diferencia entre que lo hagan o no.
Cristina Vesteiro: “Me es indiferente que pidan perdón. Ni perdono ni olvido”
Cristina Vesteiro responde con contundencia cuando se le pregunta por ello: “A mí nadie me ha pedido perdón, desde luego. Tampoco me hace falta que me lo pidan, ni lo quiero. Me es indiferente que pidan perdón. Ni perdono ni olvido”.
“Me trae sin cuidado si piden perdón o no”, son las palabras de Daniel Portero. El presidente de Dignidad y Justicia tiene claro que “el objetivo fundamental de esto es que les han vendido el humo de que les van a acercar al País Vasco. Para mí lo importante ahora no es ETA o Batasuna. Son los movimientos del PNV con el Gobierno para facilitar ese acercamiento de presos al País Vasco”.
Así, continúa: “Cuando se hablaba de ese perdón selectivo que pidieron ya me confirmaron lo que son. A lo largo de su historia han seleccionado objetivos para asesinarlos, para destruir esos colectivos sociales de fuerza dentro de las instituciones públicas: militares, guardias civiles, policías, jueces, políticos. Me demostraban que han sido una organización asesina selectiva y, sobre todo lo peor, han cometido crímenes contra la humanidad, que son sus crímenes selectivos”.
Finalmente, Ana Velasco se expresa en términos similares: “Sinceramente, no tengo el más mínimo interés en que pidan perdón”. Para ella el perdón es algo privado y que se puede manipular. De ahí su reflexión: “Me da igual, no considero que el que ellos pidan perdón sirva para nada. Y encima es una petición de perdón hipócrita, falsa y mentirosa”.