Daniel Gómez (ALN).- Casi 100% de los panameños tiene acceso al agua potable. Un dato del que no puede presumir casi ningún país de Latinoamérica. El éxito de Panamá no es otro que el consenso y una visión de largo plazo. Justo lo que la ha llevado a ser la economía más pujante de la región, con tasas de crecimiento continuas por encima de 6%.
Latinoamérica tiene una batalla contra el tiempo. Le urge hacer en décadas lo que no ha logrado en siglos. Esto pasa con el desarrollo de las instituciones y, de manera más concreta, pasa con el agua. En el continente más biodiverso del planeta, hay problemas de acceso, consumo y saneamiento. Y lo que urge es garantizar la seguridad hídrica para que no siga lastrando el desarrollo económico de la región.
Los problemas los detecta el Banco Mundial a través de la directora para la práctica global de agua para América Latina y el Caribe, Rita Cestti, en el tercer foro Diálogos del Agua celebrado este lunes en la Casa de América de Madrid: “El agua es un recurso contaminado por fuentes mineras e industriales. Hay bajos niveles de tratamiento, algo tan importante para el desarrollo socioeconómico de las poblaciones. A pesar de los esfuerzos no se ha ido más allá del discurso, y lo que queremos para nuestros países es garantizar la seguridad hídrica”.
En esta línea, Cestti añade que: “El agua atraviesa muchos sectores, es algo que tiene impacto en la energía, en la agricultura, en la creación de empleo, y hay mucho por hacer. Tenemos que promover una gestión integrada”. En definitiva, la implantación de una hoja de ruta. Hoja de ruta que sí tiene Panamá, uno de los países de América Latina más avanzados en cuanto a gestión de agua.
En Panamá, el acceso al agua y el saneamiento está garantizado por encima de 90%. Lo ha conseguido involucrando a todos los sectores, públicos y privados. “Tenemos un Consejo Nacional del Agua (Conagua) que integró todas las instituciones relacionadas con los recursos hídricos. Esa es la manera de que el Gobierno garantice el acceso al agua de forma segura a todos los ciudadanos”, precisa Gladys Villarreal, directora de Cuencas Hidrográficas de Panamá.
En Conagua participan los ministerios de Economía y Finanzas, Salud, y Agricultura. También la Autoridad del Canal de Panamá, la Autoridad Nacional de Servicios Públicos y el Instituto de Acueductos y Alcantarillado. El consejo recibió el aval de las Naciones Unidas y es el órgano que asesora al Estado para cumplir el Plan Nacional de Seguridad Hídrica 2015-50.
Con una visión compartida y de largo plazo, Panamá salva la brecha con el resto de los países desarrollados y se prepara de forma eficiente para el siglo XXI. Y al igual que ocurre con el agua, sucede con el resto de los sectores de su economía. El país tiene muy claro su destino: ser el hub logístico de América Latina, y a ello van destinadas todas sus políticas. Fue justo esta claridad de ideas la que llevó a Luis Carranza, presidente de la Corporación Andina de Fomento (CAF-Banco de Desarrollo de América Latina), a ponerla de ejemplo de lo que necesita Latinoamérica ante la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) el pasado jueves.
La escasez de agua tiene relación con la pobreza
Como evidencia el Banco Mundial, en línea con otros organismos internacionales, América Latina tiene que apostar fuerte por el desarrollo de las instituciones, en este caso los recursos hídricos, porque muchas de ellas sufren un rezago notable. Esto, como advierte Carlos Mario Gómez, profesor de economía de la Universidad de Alcalá, está íntimamente relacionado con la pobreza. Si bien Latinoamérica no es la región más pobre del planeta, sí es la más desigual, donde la brecha entre ricos y pobres es más pronunciada.
“Cuando un país no puede ofrecer el acceso a servicios mínimos de agua está condenado a ser pobre. No obstante, conseguir ese acceso es sólo una condición para romper la trampa de la pobreza”, dice el académico.
Con el acceso hídrico como base para erradicar la pobreza, América Latina debe conseguir “una transición económica con el agua”, así como “garantizar el uso de este recurso a largo plazo”. Operaciones que en regiones como Europa han llevado siglos, pero que América Latina debe emprender con urgencia si no quiere seguir arrastrando el rezago.
Panamá lo ha conseguido con algo tan básico como el consenso. Y aunque todavía haya problemas -advierte Gladys Villarreal que algunas cuencas están contaminadas por la mala gestión de los residuos por parte de la industria- se está trabajando para que el agua, bien básico y esencial para la vida de las personas, nunca sea un problema. Tal como pasa en los países desarrollados, que es lo que aspira a ser Panamá si continúa creciendo por encima de 6%.