Elizabeth Fuentes (ALN).- Desiertos, astronomía, santuarios naturales y oportunidades de negocios conforman buena parte de la oferta de Chile para el turista o el empresario. Pero la palabra gastronomía no aparecía como un atractivo para el visitante. Ahora algunos buenos cocineros chilenos buscan rescatarla. Boragó, por ejemplo, fue seleccionado este año como el segundo mejor restaurante de Latinoamérica.
Primero fue la invasión mexicana a Estados Unidos con sus tacos y sus tortillas, seguida de la arremetida peruana casi a escala planetaria con sus causas limeñas y sus ceviches, lo que ha convertido a Perú en un destino gastronómico fundamental. Los venezolanos han intentado replicar la experiencia montando areperas en Nueva York, Canadá y Madrid. Sin mucho aspaviento, el asado argentino también ha conseguido su espacio en algunas capitales importantes. Pero de la cocina de Chile poco se sabe y ni siquiera el portal Marca Chile, destinado a vender las bondades de su país, contiene información suficiente sobre qué se come y dónde se come bien en Chile, una asignatura pendiente que algunos buenos cocineros intentan aprobar con la mejor nota.
Uno de ellos es el chef chileno Rodolfo Guzmán y su restaurante Boragó, seleccionado este año como el segundo mejor restaurante de Latinoamérica, de acuerdo al prestigioso The World’s 50 Best Restaurants. Pero Guzmán confiesa que aún falta mucho por recorrer. “Chile está viviendo una revolución gastronómica”, dijo luego de ganar su premio. “La cocina chilena no existe todavía, está por hacer”.
El premio Cooking nace para promover la cocina local
Formado en los fogones del restaurante Mugaritz, uno de los mejores del mundo, situado en San Sebastián (España), iba a tirar la toalla cuando su restaurante chileno estuvo casi vacío durante los primeros 10 años. Pero sus ganas y su estilo -cuenta con una red de 200 proveedores por todo el país, encargados de recolectar lo que produce la tierra y el mar en cada estación- finalmente lo llevaron adonde está hoy.
Guzmán elabora platos a partir de 750 tipos de algas que se consiguen en la costa del país. Los socios del restaurante tienen tierras donde cultivan sus propios vegetales y poseen vacas para producir la leche que necesitan en determinados platos. “Platos sencillos en apariencia pero producto de años de experimentos en el laboratorio del segundo piso de su restaurante, situado en una de las zonas más exclusivas de Santiago de Chile”, como escribió el maestro español Diego Coquillat a propósito del despertar de la cocina chilena.
Nombres para recordar
“Varios estudios de percepción realizados en Imagen de Chile dan cuenta de que la buena gastronomía está siendo parte de las asociaciones espontáneas al país que hacen habitantes de otras naciones, especialmente de América Latina”, dijo a la AFP la directora de esa institución, Myriam Gómez.
Y en ese sentido han comenzado a surgir iniciativas como los premios Cooking, que se otorgan anualmente desde el año pasado e incluyen 26 áreas que van desde el mejor chef, pastelero y restaurante hasta la mejor picada, mejor libro de cocina y show de televisión, estos últimos otorgados mediante el voto popular.
Algas, mariscos y maíz componen parte de la oferta chilena
Los restaurantes premiados este año, todos ubicados en Santiago, fueron: Boragó, 99 Restaurantes, 040, Rubaiyat, Naoki, Ambrosia, Osaka, Baco, La Mar, Salvador Cocina y Café. El cocinero español Sergio Barroso recibió el Cuchillo de Oro como el Mejor Chef y el voto popular se decidió por el Kiosco Roca como el mejor sitio para “picar” en Chile.
Con estos datos en la agenda y algunos platos insignia que vayan más allá de las populares empanadas, Chile ya parece listo para lanzarse en las aguas profundas del turismo gastronómico, un riesgo que podría traerle grandes beneficios.