Nelson Rivera (ALN).- ‘Fumando en La Habana’ narra la historia de los Upmann, una familia que en 1844 fundó una fábrica de habanos y creció a tal punto que se hizo cargo de los semilleros, siembras, cosechas, manufacturas, empaques y transporte de sus productos a otros mercados. Hasta que la I Guerra Mundial tocó a sus puertas. Hermann Dietrich Upmann se llamaba el joven nacido en 1816 en Bremen, Alemania, que en 1839 se embarcó rumbo al Nuevo Mundo, en busca de mejor fortuna. Tenía 23 años. Durante el viaje, un británico le habría persuadido de quedarse en La Habana, puerto de escala: allí prosperaba el negocio de los tabacos. Upmann aceptó la sugerencia. Aprendió los procesos y secretos de la fabricación de puros. En 1844 funda su fábrica de habanos y crea la marca H. Upmann.
La marca prospera en el mercado internacional. En 1855 recibe el primero de los muchos premios que obtendría a lo largo de los años siguientes. Crea una innovadora estructura de producción para su tiempo. Logra la calificación de “Proveedor de Su Majestad Don Alfonso XII, Rey de España”. Es una de las cinco fábricas de tabaco más grandes de Cuba. Hermann Upmann se convierte en directivo de Havana Cigar Brand Association, entidad que trabaja para enfrentar la producción y venta de habanos falsificados.
Fue una de las cinco fábricas de tabaco más grandes de Cuba
En 1864, llega a Cuba su sobrino, Heinrich Upmann. Con capital aportado mayoritariamente por el tío, fundan una organización dedicada a las operaciones bancarias: Sociedad H. Upmann y Compañía, cuyas operaciones se extienden por las Antillas. La empresa ha crecido a tal punto, que se transforma en una operación vertical: se hacen cargo de los semilleros, siembran, cosechan, manufacturan, empacan y, con una naviera propia, transportan sus productos a otros mercados.
Las siguientes generaciones
En 1887 Heinrich Upmann formaliza su testamento. Cuando muere en 1894, sus empresas son distribuidas entre sus sobrinos. Las cifras indican que en los años posteriores a su fallecimiento, las ventas crecían. En 1907 exportaron desde Cuba, 25 millones de tabacos de distintos formatos. Hacia finales de la primera década del siglo XX, la tercera generación de los Upmann toma las riendas de la empresa. Hasta que la Primera Guerra Mundial tocó a las puertas de los Upmann.
La I Guerra Mundial tocó a la puerta de los Upmann / Wikipedia
Cuba se alía con Estados Unidos. En 1917, se ordena listar a los alemanes que viven en Cuba, que pudiesen actuar como espías para Alemania. En octubre de 1918 los Upmann son detenidos y recluidos en sus propias casas, bajo fuerte vigilancia policial. La crisis financiera alcanza a Cuba y el banco Upmann quiebra en 1922. La empresa tabacalera debe ser entregada como parte del pago de las deudas causadas: la tabacalera pasa a ser propiedad de una empresa inglesa.
A partir de este punto del relato, Fumando en La Habana. Los Upmann, una familia alemano-cubana, de Raúl Martell Álvarez (Editorial Planeta, España, 2017), sigue la pista a las siguientes generaciones de los Upmann, multiplicados, dispersos e insertados en la sociedad cubana. El libro da cuenta, de forma somera, de las vidas, entre otras, de una mujer emprendedora, de un deportista, de un “guerrillero internacionalista” que fue viceministro de Industria del Che Guevara, de un percusionista…
Historiografía comunista
La historia de los Upmann se malogra por el derrumbe de la empresa como secuela de la Gran Guerra. Pero también se malogra la confección misma del libro, no más que un tenue barniz de lo que ha debido -podido- ser un estudio más profundo de las biografías de los primeros Upmann, de la operación tabacalera, de los productos que elaboraban, de las otras fábricas de habanos con las que competían, de la presencia en pleno siglo XIX de tabacos “piratas” que se ofrecían al mercado como originales de Cuba.
En 1907 exportaron desde Cuba 25 millones de tabacos de distintos formatos
El libro abre con un prólogo de una funcionaria del régimen: Zoe Nocedo Primo, directora del Museo del Tabaco. La prosa hormigón, el propagandismo acartonado, la falta de gracia: todo esto sugiere lo que vendrá en las páginas siguientes: un libro que, al tener como centro una historia empresarial, camina por una ruta de silencios y evasiones.
Cuesta entender por qué Editorial Planeta publica un libro tan desaprovechado y mediocre (en 2016, fue publicado por Artex, Ediciones Cubanas). La precariedad de su contenido debe ser el resultado de la censura, la autocensura o de una combinación de ambas. En la vistosa contraportada se habla de monografía. Creo que es mucho decir: no es más que un superficial trabajo de nivel escolar. El título del libro, a fin de cuentas, resulta engañoso: la parte ‘tabacalera’ del libro es menor, si se la compara con el relato de las vidas de los Upmann después de 1922.