Daniel Gómez (ALN).- Dice a ALnavío el experto en comunicación política Eduardo González Vega que la crispación en la política tiene solución, y es que aparezcan “verdaderos liderazgos”. Hasta que esto ocurra, en España la democracia y la opinión pública tendrán que resistir a una campaña que parece una guerra. Y es que hay más ataques que propuestas.
Una España en guerra. Que huele a cloacas. A miedo. Por los zombis de ETA, el Estado Islámico y la ultraderecha. Por el fascismo. Por el independentismo…
Este es el país del que hablan los políticos en campaña. Campaña que hoy cumple seis días plagados de frases y acciones estridentes. También de ataques directos contra los partidos e intentos de boicot. Como el que sufrió Ciudadanos en el País Vasco, el Partido Popular en Cataluña, y el Partido Socialista enfrente de su sede en Madrid.
González Vega: “Es cierto que se debe criticar las propuestas del contrario si no se está de acuerdo, pero el debate político, hoy en día, podría mantenerse también en torno a las ideas y las propuestas, más que en los ataques y estrategias de comunicación”
Todo lo anterior se resume en crispación. La cual contamina a los partidos, la opinión pública y la democracia. Lo explica a ALnavío Eduardo González Vega, profesor de la Universidad Camilo José Cela y consultor del Centro Internacional de Gobierno y Marketing Político.
“Existe cierta desafección política, agravada por la crisis, que no se traducirá en una recuperación de la confianza sólo con ataques entre partidos. Es cierto que se debe criticar las propuestas del contrario si no se está de acuerdo, pero el debate político, hoy en día, podría mantenerse también en torno a las ideas y las propuestas, más que en los ataques y estrategias de comunicación”, declara.
En este sentido también se expresó El Periódico en el editorial del domingo, criticando a quienes boicotean actos e incendian a las masas con discursos. “Ante este clima de intolerancia, es necesaria una llamada a la calma para que todas las ideas puedan expresarse pacíficamente y en libertad. También las de rechazo, sin las cuales posturas políticas que suponen una amenaza para la convivencia correrían aún más peligro de ser normalizadas”.
¿Este panorama tiene solución? “Se solucionará cuando aparezcan verdaderos liderazgos, que eleven el nivel político para volver a conectar con la ciudadanía”, comenta González Vega.
El PP recurre a ETA
España echa en falta un líder que sume mayorías. De momento esa persona no ha llegado. El último gobierno, el del socialista Pedro Sánchez, se sostuvo con el apoyo de Podemos y de los partidos nacionalistas. El anterior, el de Mariano Rajoy, si bien tuvo capacidad de maniobra gracias a Ciudadanos, se desmoronó por la corrupción.
Por eso el PP ahora tiene nuevo líder, Pablo Casado. Enérgico -desde que es presidente de los populares se ha recorrido el país tres veces- y buen comunicador -son famosos sus discursos e intervenciones, siempre sin papeles-. Cualidades que más que beneficiarle le han perjudicado.
Hoy las encuestas le amenazan con conseguir el peor resultado de la historia del PP. Y como su discurso económico no llena titulares, el de convertir a España en la California de Europa, apuesta por el descrédito.
Lo último fue la resurrección de la banda terrorista ETA. Disuelta en 2011. Desmantelada en 2018. Pero muy presente en los discursos de Casado. Hasta el punto de que el domingo en Galicia pidió a sus simpatizantes que se imaginasen como víctimas de ETA.
“Aquí hay más de 1.000 personas. Pues la banda terrorista ha matado a 800. ¿Os imagináis ver estas dos carpas… os imagináis que prácticamente todos los que estáis aquí sentados sois tantas personas como las víctimas de los criminales de ETA?”.
Esto preguntó Casado. Y esto respondió: “Esos etarras, esos herederos de Batasuna, son los que ahora dicen que ha merecido la pena; que nunca habían mandado tanto en España, que Sánchez tiene que llamarles por teléfono para rogarles que aprueben sus reales decretos”.
Por esta frase el PP tuvo que aclarar que sólo era “un símil”. No se le exigió una rectificación. No ocurrió lo mismo con la falsa agencia de viajes –Falcón Viajes, en referencia al avión Falcon con el que Sánchez se movía por España- que montaron el viernes los jóvenes del PP en la calle Ferraz, frente a la sede del PSOE. Esta la tuvieron que cerrar ante las amenazas de los socialistas.
El PSOE pierde la moderación cuando habla de la derecha
Socialistas que tampoco se libran de las malas formas. Los estrategas de Sánchez y medios afines dibujan la figura de un candidato moderado. Que rehúye el insulto. Que busca el centro. La coherencia. El talante. “Un proyecto cabal y moderado”. Lo que pasa es que a veces recurre a la sobreactuación.
Este fin de semana, Sánchez estuvo en Tenerife. Allí acusó a Casado de “abrazar sin rubor los argumentos de la ultraderecha” y lo nombró, a este, y a los líderes de Ciudadanos, Albert Rivera, y Vox, Santiago Abascal, como “los tres temores”.
“A los tres temores, con m de miedo, les gusta ir juntos a todas partes. Van juntos de pancarta a la plaza de Colón, van juntos a tomar unos vinos y juntos van a ir a la oposición el 28 de abril con el voto de los españoles. La pregunta es: ¿queremos futuro o queremos pasado, avanzar o retroceder?”, dijo.
La derecha rompe la moderación de Sánchez. Hasta el punto de convertir a los ultras, minoría en España, en tema de debate. “Si Blas Piñar estaba al principio de la democracia, si existía Fuerza Nueva… La ultraderecha siempre ha existido en nuestro país, fuera o dentro del PP”, afirmó Sánchez en clara alusión a Vox.
A Sánchez en Tenerife le acompañó el candidato socialista a la Presidencia del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres. Este sí que dejó la imagen de moderación y criticó duramente a su rival en las islas, Coalición Canaria.
“Nosotros, cuando gobernamos, queremos que los recursos lleguen a las personas, a sus maltrechos bolsillos, a diferencia de lo que pasa con Coalición Canaria que quiere los fondos para ellos, para no gastárselos”, acusó Torres.
A Ciudadanos le obsesiona Sánchez
Tras el pacto en Andalucía con PP y Vox, Ciudadanos ha perdido aquello que le hizo fuerte: el centro. Y en esta campaña cada vez queda más clara su predilección por la derecha. De hecho, son Sánchez y los socios del último gobierno (Podemos y los nacionalistas) quienes focalizan sus ataques.
En este sentido, lo último fue un gran cartel desplegado este lunes en el centro de Madrid en el que se simulaba un chat compuesto por un ficticio consejo de ministros. Liderado por Sánchez, y acompañado por los nacionalistas Carles Puigdemont, Quim Torra, Arnaldo Otegi y Gabriel Rufián, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias.
Su consigna es “vamos a cerrar este grupo”. Un grupo que nunca existió y que es improbable que exista. Además, cabe recordar que esta idea la desarrolló Casado. Desde hace ya semanas. El líder del PP fue incluso más preciso en este ejercicio de imaginación al situar a Puigdemont como canciller de Sánchez y a Iglesias como vicepresidente. ¿Es que Ciudadanos se copió del PP?
Sea lo que fuere, Albert Rivera tiene claro que su enemigo es Sánchez, y el ejemplo a seguir es Andalucía. “En este momento lo importante es sumar, tener fuerza para echar a Sánchez y tener un gobierno constitucionalista. Llevo 15 días tendiendo la mano a Casado, se lo he dicho cada día”, dijo el viernes.
Al líder del PP le tiende la mano, pero al mismo tiempo le ataca. Ahora lo llama “Cansado” tras el vídeo que publicó el equipo de Ciudadanos al inicio de la campaña, en el que, además, se enaltecía la lucha de Rivera en Cataluña.
“Mira en Cataluña, ¿se arrugó [Rivera]? No, se los comió con patatas, se los merendó. ¿Y Casado, dónde estaba? ¿Aquí, escondidito en el vestuario? Ahora tira la toalla, si está cansado, arrastrando los pies, parece Pablo Cansado”.
En el discurso de Rivera la lucha contra el nacionalismo ocupa un lugar predilecto. En Cataluña promete reactivar el artículo 155 para que Madrid intervenga la comunidad y en el País Vasco pone el foco en el nacionalismo. “Celebramos que ETA haya sido derrotada, pero ahora tenemos otro problema: el nacionalismo, el cáncer de Europa y España”.
Podemos y el olor a cloacas
Esto lo dijo Rivera el domingo. En un acto en la ciudad de Rentería que trató de ser boicoteado por los radicales vascos. Un gesto de intolerancia por parte de estos últimos, pero que fue justificado por Pablo Echenique, jefe de campaña de Unidas Podemos.
“Ciudadanos es un partido marginal en Euskadi y Rivera lo sabe. No se va a Errenteria [también conocido como Rentería] a conseguir los votos de los vascos y las vascas. Va a incendiar la convivencia entre los diferentes pueblos de España a ver si así rebaña votos de odio en otros territorios. Duro, pero cierto”, tuiteó Echenique.
Tan duro fue el comentario que las redes se indignaron pues en cierto modo, achacó la protesta de los ultras a una ‘provocación’ de Ciudadanos. Un comentario que llevó a Podemos a aclarar que desde su partido repudiaban ese tipo de boicots.
Mientas la formación de Iglesias recula por este ataque, insiste en una de sus líneas argumentales para el 28 de abril: “Las cloacas o un mecanismo para mentir, para convencer a la gente de mentiras, para que no se hable de lo que realmente importa y subvertir la democracia”.
Iglesias insiste en las cloacas porque hace dos semanas se supo que fue víctima de ellas. Lo fue en tiempos de Rajoy. Cabe recordar que en España se emplea el término cloacas para referirse a los bajos fondos del Estado. A la policía política que trabaja al margen de la ley. Una policía que, según el gobierno de Sánchez, ya no existe. No lo piensa así Iglesias. Dice que todavía está viva. Como el fascismo. De este se acordó su partido en campaña aludiendo a un tema olvidado como el del Valle de los Caídos, donde descansa el cadáver del dictador Francisco Franco.
“Sólo Unidas Podemos está dispuesta a acabar con el indignante parque temático del fascismo que tenemos en la sierra de Madrid”, dijo este sábado el número tres de Unidas Podemos en Madrid, Enrique Santiago. “Una anomalía histórica que no existe en ninguno de los demás países asolados por el fascismo”.
Vox crea debates: desde las armas hasta el Estado Islámico
En contraste con Podemos está Vox. Por ideología y por el momento que está atravesando. Conseguirán representación en el Congreso por primera vez en su historia, y está por ver si lo hacen como quinta, cuarta, o como tercera fuerza política, por delante de Podemos y Ciudadanos.
En la campaña de la crispación, juegan con ventaja. Son de la escuela de Steve Bannon, responsable del éxito de Donald Trump en Estados Unidos, y se nota. Véase en el tema de los debates inexistentes.
En España, el cuarto país más seguro del mundo, las armas nunca fueron tema de debate. No hasta que Santiago Abascal lo puso sobre la mesa sugiriendo que los españoles deben “evolucionar el derecho a la legítima defensa” pudiendo tener un arma en casa con la que defenderse en caso de robo.
La propuesta, malinterpretada por muchos, generó noticias falsas. Las fake news por las que clamó Trump para desprestigiar a la prensa. Las que ahora también usa Vox para condenar a una prensa que no le quita la etiqueta de ultraderechista.
Quizá en este sentido venga su última condena. En Twitter, Abascal compartía una noticia de El Mundo en la que se explica cómo “un canal propagandístico afín al debilitado Estado Islámico llamó a lanzar ataques contra las festividades de Semana Santa en España”.
A la noticia añadió el siguiente comentario: “Confiemos en nuestra Policía y en nuestra Guardia Civil… pero también tomemos nota: hay que extirpar de España (y de Europa) a los que amenazan permanentemente nuestra vida, nuestras costumbres, nuestra civilización”.
Por si con esto no fuera suficiente, este lunes volvió a despertar la figura del Estado Islámico al criticar a un reducido número de seguidores que celebraba el incendio de la Catedral de Notre Dame en París. “Los islamistas que quieren destruir Europa y la civilización occidental celebrando el incendio de Notre Dame. Tomemos nota antes de que sea tarde”.