Daniel Gómez (ALN).- La eurodiputada Beatriz Becerra piensa que “con un usurpador, un criminal, no se puede negociar”. Por eso no comparte iniciativas como el Grupo de Contacto de la UE, o las últimas actuaciones de Federica Mogherini, o las negociaciones que los representantes de Juan Guaidó y Nicolás Maduro mantuvieron en Oslo. Entonces: ¿Es la intervención militar la solución en Venezuela? Becerra responde en entrevista con ALnavío.
Quizá cueste explicar cómo Beatriz Becerra, madrileña, sin ningún lazo familiar con Venezuela, está tan comprometida con la causa venezolana. Sus cuatro años en Estrasburgo como eurodiputada, como vicepresidenta de la Subcomisión de Derechos Humanos, le han hecho sumergirse en la realidad de un país que, dice en entrevista con el diario ALnavío, “es la encarnación de todas las batallas justas”.
Debutó en política en 2008, cuando se unió al proyecto de UPyD. Ahí comenzaron sus primeros contactos con la comunidad venezolana en España, todavía pequeña en comparación con la de ahora, que supera los 400.000.
Becerra había trabajado por 20 años en empresas privadas, siendo directiva en grandes multinacionales del mundo audiovisual como CBS, Paramount–Universal, Disney y Sony, así como en Acción contra el Hambre, además de ser consultora independiente para Discovery Networks y The History Channel.
Sin embargo, no fue sino hasta 2014, año en el que fue electa eurodiputada, cuando Becerra conecta de lleno con el problema venezolano. Hasta el punto de ser uno de los rostros más visibles de la lucha en Europa por la libertad de Venezuela.
De hecho, su opinión es considerada por muchos de los líderes del éxodo en el exilio, y la prueba es que Leopoldo López Gil, padre de Leopoldo López, le pidió asesoramiento en su andadura como eurodiputado. El primero de la historia de España y Europa. Y es que en el nuevo periodo que comienza en la Eurocámara no estará Becerra.
– ¿Lamenta abandonar el Parlamento Europeo?
– Me da cierta nostalgia.
– ¿La veremos trabajando al lado de Leopoldo López padre?
– Estaré de por vida al pie del cañón en hacer todo lo que esté en mi mano para que la democracia regrese a Venezuela. Tanto por lo que conozco, como por mis contactos. Leopoldo López tiene una oportunidad extraordinaria. Me he ofrecido a él al igual que a otros líderes para ayudar en lo que pueda. Veremos en qué se concreta. Tengo muchas encomiendas en áreas diferentes. Los venezolanos pueden contar conmigo para lo que haga falta.
– ¿De dónde viene su vocación por Venezuela?
– Venezuela es la encarnación de todas las batallas justas que hay en el mundo. Empecé a trabajar con la comunidad venezolana cuando estaba en UPyD. Luego, cuando inicié legislatura del Parlamento Europeo, entendí que en Venezuela se veían amenazados los principios democráticos que yo defiendo.
– ¿El Parlamento Europeo pudo hacer más por la causa venezolana?
– El trabajo siempre es insuficiente. Siempre se puede hacer más y se puede hacer mejor. Creo que lo hecho en estos cinco años ha sido imprescindible para seguir, vigilar y denunciar lo que está ocurriendo en Venezuela y que la comunidad internacional lo pusiera en el centro de la agenda. En estos cinco años conseguimos 10 resoluciones e informes dedicados a Venezuela. Hemos conseguido enviar una misión a la frontera en Colombia. Hemos conseguido que los medios de comunicación tuvieran informaciones precisas. Hemos conseguido el Premio Sájarov a la oposición democrática. Reconocimos a Juan Guaidó como presidente encargado antes que nadie. Los eurodiputados hemos sido portavoces de la democracia en Venezuela, que es lo que defendemos los europeos. Al final, somos el reflejo de lo que 500 millones de europeos han querido hacer.
– Últimamente ha sido muy crítica con la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Federica Mogherini, en sus actuaciones con Venezuela.
– El papel de la señora Mogherini ha evolucionado mucho en este tiempo. Su papel es muy difícil. En la UE las posiciones sobre política exterior se tienen que tomar con el acuerdo de los gobiernos comunitarios, y ella es la coordinadora de esos acuerdos. Moguerini desempeñó un papel fundamental para que se adoptaran sanciones contra el régimen. Pero ha habido una última fase en la que la posición de Mogherini se ha ido desvirtuando por la presión de algunos países. El principal ha sido España y me duele decirlo. España pasó de liderar la posición europea adoptando sanciones, a ir contra las sanciones, y lanzó el Grupo de Contacto, que ha ido evolucionando a un Grupo Internacional de Contacto con la participación de otros países que no son europeos. Creo que se ha puesto de perfil y en estos últimos meses hemos visto que la señora Mogherini se ha escudado dentro de un Grupo de Contacto que no sirve para nada. Reconozco la valentía y responsabilidad con las que ha actuado en otros momentos, pero estoy decepcionado con su posición.
– ¿Y qué piensa de la negociación en Oslo entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro?
– La ruta de la transición democrática en Venezuela era impecable. En ese camino hay un punto cero que es desalojar del poder a quien lo está usurpando. Ahí tengo una visión clara de lo que hay que hacer. Con un usurpador, un criminal, no se puede negociar. Lo único que se puede negociar es su salida. En un camino democrático un tirano no puede tener un papel. Noruega está muy bien para entregar el Premio Nobel, pero no para introducir un elemento verdaderamente efectivo en un proceso que pasa por evacuar del poder a quien lo está usurpando.
– ¿Un elemento efectivo es la intervención militar que muchos solicitan?
– El problema no es que se pida una intervención. El problema es que Venezuela ya está intervenida por Cuba y por Rusia. Esa intervención de facto es la que hay que solucionar para conseguir desatascar este camino. Lo que tenemos en común los países de Naciones Unidas es la responsabilidad de proteger. Desde el punto de vista de la UE, siempre nos hemos posicionado con no utilizar la violencia ni el poder militar, porque pueden agravar la situación provocando daño a la población civil. Pero lo que no es una contraposición es plantear el para qué de lo que se hace. Y el para qué en Venezuela es liberar a la población de una opresión sistemática y de un arma de guerra efectiva utilizada durante años que es el hambre y la necesidad. Por otro lado, el para qué es proteger a aquellos que encarnan las fuerzas democráticas: diputados y Asamblea Nacional. En este sentido tenemos que ser coherentes. Y habrá que hacer lo que haya que hacer dentro de nuestro ordenamiento jurídico, dentro de las convenciones internacionales, y dentro del derecho internacional, para que todo lo que no se haga no se convierta en una dejación de funciones y en complicidad con quien está utilizando perversamente los recursos.