Redacción (ALN).- Que Brasil atraviesa el peor momento futbolístico de su historia no es secreto para nadie. La «Canarinha» como se conoce a la selección amazónica, parece haber perdido el «jogo bonito», ese por el que se le conoció en el mundo y que tuvo exponentes tan avanzados como Ronaldinho o Zico, solo por nombrar algunos.
Pero ahora el Palmeiras, uno de los clubes más importantes de Brasil, quiere recuperar el «jogo bonito» con una impensada estrategia: el equipo preparó canchas especiales de tierra para que sus juveniles y futbolistas del primer equipo entrenen como lo hacen en las favelas y vuelvan a sus raíces.
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En estos campos se prohíben indicaciones tácticas y las correcciones por parte de los entrenadores. Son espacios de «libertad, improvisación y autonomía», en los que solo tiene cabida «formadores» de futbolistas.
Es, sencillamente, maravilloso.