Daniel Gómez (ALN).- Al PSOE de Pedro Sánchez se le acusa de purgar a los afines a Susana Díaz en las listas para las elecciones generales del 28 de abril. En el PP de Pablo Casado no queda ni rastro de Mariano Rajoy. Con Ciudadanos se habla de fraude a la hora de elegir candidatos. ¿Y Unidas Podemos? La formación está más fracturada que nunca. De los problemas en Madrid ahora pasaron a los de Cataluña.
¿Conocen a Susana Díaz? Es la jefa del Partido Socialista (PSOE) en Andalucía. Gobernó por seis años la comunidad hasta que en enero de 2018 una coalición entre el Partido Popular (PP), Ciudadanos y Vox la sacó de la presidencia. Hace dos años también se lanzó por la Secretaría General y el resultado fue el mismo: perdió. Esta vez contra todo pronóstico.
Para aquellos comicios contaba con el apoyo de los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, y con el de otros barones del partido, como Alfredo Pérez Rubalcaba, José Bono y Alfonso Guerra.
Díaz compitió contra el veterano Patxi López, que carecía de apoyos, y contra un Pedro Sánchez que un año atrás había dimitido como secretario general, en cierto modo, forzado por la presión de Díaz y los barones que la apoyaron.
Díaz era la favorita de las élites, pero no de las bases. Y por eso perdió. Con 50% del apoyo Sánchez recuperó la Secretaría General del PSOE ganando a su rival en todas las comunidades salvo en Andalucía.
Andalucía, por tanto, se convirtió en el feudo de Díaz. En el único territorio que le permitía seguir teniendo cierta influencia dentro del PSOE. El problema es que mientras Sánchez se hacía más poderoso, alcanzando incluso la Presidencia del Gobierno, ella empequeñecía, perdiendo contra la derecha las elecciones andaluzas.
Díaz acaba de sufrir una nueva derrota. Los políticos más afines a ella no encabezarán las listas para las elecciones generales del 28 de abril. Así lo consideró la directiva del PSOE, un movimiento que muchos analistas políticos entienden como un golpe definitivo del presidente Sánchez a una compañera que más bien fue una rival.
“La dirección federal debía tener su equipo en el grupo parlamentario, esto lo hemos respetado también a nivel autonómico. Lo que a los demás hemos respetado hemos pedido que se respete a nivel federal. Eso no significa un ajuste de cuentas”, dijo este lunes el secretario de organización del PSOE y ministro de Fomento, José Luis Ábalos.
Más allá de reyertas internas, lo que se muestra entre los socialistas es una renovación total en el partido. La confección de las listas para el Congreso se modifica 80% y para el Senado 86%, según los datos divulgados por el partido.
Ni rastro de Rajoy en el PP
Quizá por el morbo de la pugna Díaz-Sánchez, porque todavía muchos barones apoyan a la andaluza, y porque el PSOE sea el partido favorito para ganar las elecciones, los medios le han dedicado más atención al problema de las listas de Sánchez que a las del resto de los partidos.
Pero la renovación del PP es igual de abrupta que la del PSOE. El presidente del partido, Pablo Casado, es más afín a la línea liberal del expresidente José María Aznar que al corte centrista que imperó con Mariano Rajoy en La Moncloa.
Cuando Rajoy abandonó la Presidencia prometió dar un paso a un lado. Cumplió. Ahora ejerce de registrador de la propiedad en Madrid, que era su trabajo antes de entrar en política.
Rajoy se desentendió de la política, pero qué pasa con sus ministros. ¿Qué pasa con Cristóbal Montoro, Fátima Báñez, José Luis Ayllón, Álvaro y Alberto Nadal, José Manuel García Margallo, Jorge Fernández, Juan Ignacio Zoido y Fernando Martínez Maillo? ¿Qué pasa también con la que fue su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría?
Desde luego su sitio no está en el PP de Casado. La línea de estos ministros, más centristas y menos liberales, no concuerda con la del líder del partido, quien decidió renovar las listas y buscar nombres más afines, como Teodoro García Egea, cabeza de lista por Murcia, o Cayetana Álvarez de Toledo, número uno por Madrid.
Denuncias de fraude en Ciudadanos
La epidemia de las listas también contagia a Ciudadanos. Los ejercicios de democracia interna para elegir a los líderes fueron contaminados en dos ocasiones.
Primero fue con la elección hace dos semanas de Silvia Clemente, exdirigente del PP y elección personal de Albert Ribera para Castilla y León. Con una participación de 70%, Clemente ganó por 35 votos, pero Francisco Igea, el candidato no oficialista, denunció el resultado y la Justicia admitió que hubo hasta 82 votos fantasma, por lo que fue Igea quien finalmente se proclamó ganador.
Un escándalo similar golpeó al partido este fin de semana en Cantabria. El candidato no oficialista José López denunció que la candidatura de Félix Álvarez, propuesto por Rivera, recibió “hasta 20 votos en una misma IP [dirección de ordenador]”, algo que “sólo puede generar dudas”. Y que las está generando con el agravante de Clemente.
Agitación entre los comunes de Podemos
Las turbulencias también agitan a Podemos, que concurrirá a las generales con el nombre Unidas Podemos. Pese al nombre, el partido está más fracturado que nunca con la fuga de líderes destacados como Íñigo Errejón a la plataforma de Manuel Carmena en Madrid, Más Madrid.
Errejón, quien fue número tres de Madrid en las pasadas elecciones generales, ya no será un dolor de cabeza para el líder Pablo Iglesias. Sin embargo, ahora los problemas se le trasladan a Cataluña.
El ganador de las primarias de Podemos en la comunidad, Óscar Guardingo, renunció a participar en las listas de En Comú Podem “por no compartir el perfil independentista de la candidatura y de su cabeza de lista”, Jaume Asens.
“Esta candidatura apunta más al resultado de las autonómicas que al de las generales que ganamos”, comentó en Twitter Guardingo.