Pedro Benítez (ALN).- En Ecuador la dolarización ha sido más popular que Rafael Correa. Él lo sabe aunque no lo reconozca públicamente. Esto, y los precios del petróleo, le dieron una década ininterrumpida de poder. Allí residió la clave de las sucesivas victorias electorales. Si en algún lugar del mundo las apariencias engañan es en América Latina. Las percepciones difieren de la realidad y los discursos pocas veces coinciden con las acciones. Un ejemplo claro de esto es Ecuador.
Desde hace una década es gobernado por el controversial Rafael Correa, un presidente identificado dentro del grupo de “gobiernos progresistas y de izquierda” que hasta hace muy poco ejercieron el protagonismo político de la región.
El presidente Correa no tuvo ningún empacho en compartir el discurso antimperialista, antineoliberal y fuertemente cuestionador de la globalización capitalista de sus aliados continentales, y al mismo tiempo gobernar la única economía dolarizada de Suramérica.
Correa pudo cambiar la Constitución pero no el dólar
Tal contradicción no es de su exclusividad. En El Salvador y Nicaragua gobiernan dos exguerrilleros, Salvador Sánchez Cerén del FMLN y Daniel Ortega del Frente Sandinista respectivamente. Pese a sus retóricas, no se les ocurre intentar cancelar los tratados de libre comercio que sus países tienen con el viejo enemigo, los Estados Unidos. En el caso de El Salvador también con dolarización incluida.
Sin embargo, hasta sus más acervos críticos reconocen que con Correa, Ecuador recuperó la estabilidad política perdida desde la caída de Abdalá Bucaram en febrero de 1997. En menos de 10 años el país tuvo siete presidentes. Ninguno de los tres mandatorios electos democráticamente en ese tiempo consiguió culminar su mandato.
En el trasfondo de esas crisis políticas se encontraba la crónica inestabilidad económica. En medio de un largo ciclo de precios bajos del petróleo (principal exportación de Ecuador) los reiterados intentos de los distintos gobiernos por reformar la economía y abrirla al libre mercado no daban los resultados esperados. Por el contrario, parecían agravar el caos económico en que el país cayó a fines de los 90.
Un político con suerte
Fue entonces cuando se adoptó la dolarización como una medida desesperada en enero del 2000, luego de una gravísima crisis bancaria.
La entrada del dólar como moneda de curso legal en sustitución del sucre no salvó la presidencia de quien tomó esa decisión: el entonces primer mandatario Jamil Mahuad, que fue depuesto pocos días después.
Pero la estabilidad monetaria que a la larga la medida le dio a esa nación terminó beneficiando a uno de sus más firmes cuestionadores: el economista Rafael Correa.
En política la suerte es un factor muy importante y Correa ha sido un político con suerte. Llegó al poder en enero de 2007 justo en el momento de máximo crecimiento de los precios del petróleo; esa circunstancia, combinada con la estabilidad creada por la dolarización, le dio a Ecuador unos años de prosperidad sin precedentes en su historia y una abundancia de recursos fiscales que el flamante Presidente supo aprovechar.
Esa fue la clave del éxito de Correa. Aunque su administración cuenta con una serie de logros concretos que sería mezquino regatearle (como la ampliación de la vialidad y un mayor número de escuelas), habría que preguntarse si algún otro gobierno ecuatoriano en las mismas circunstancias no hubiera logrado algo parecido.
No todo lo que brilla es oro
El Presidente ecuatoriano siempre criticó abiertamente la dolarización calificándola de error; una herencia de lo que él mismo denomina la “larga noche neoliberal”. Pero no hizo nada por desmontarla, porque hacerlo hubiera sido un suicidio político.
El uso del dólar como moneda de curso legal abatió el crónico proceso de inflación que padecía Ecuador, aumentó el crédito y estimuló el consumo. Logros que los ecuatorianos lógicamente aprecian. Sin embargo, no todo ha sido positivo: en los últimos 10 años el índice de precios al consumidor ha sido más alto en ese país que en Colombia y Perú, que no están dolarizados.
Asimismo, la dolarización no impidió el crecimiento de la deuda externa de Ecuador y un peligroso incremento del gasto público.
Los países que asumen este tipo de estrategias son muy vulnerables a los choques externos
Por otra parte, tal como lo habían advertido los críticos de la dolarización, los países que asumen este tipo de estrategias son muy vulnerables a los choques externos. Y esto es lo que le viene pasando a Ecuador. Desde junio de 2015 su economía ha entrado en un proceso de contracción. Al caer los precios del petróleo se acabó la fiesta.
Aquí encontraremos la explicación final de los recientes resultados electorales.
Pedro Benítez es historiador y profesor de la Universidad Central de Venezuela.
Además, asumir la divisa estadounidense ha dificultado la diversificación de sus exportaciones y de actividades no petroleras como el turismo. Por lo tanto, su economía no ha tenido el margen de maniobra que sí ha tenido, por ejemplo, Colombia.
En Ecuador la dolarización ha sido más popular que Rafael Correa. Pudo cambiar la Constitución pero no el dólar. Así que pragmáticamente aplicó aquella máxima según la cual si no puedes con tu enemigo únete a él. En la libre circulación del “dólar americano” reside la clave de su éxito pero también de su fracaso.